Por Ana Gerschenson |
Como Domingo Cavallo durante el menemismo, Axel Kicillof
dejará su sello personal en la historia argentina cuando el 10 de diciembre
abandone el ministerio de Economía. Se irá como el ministro devaluador de los
últimos 12 años, negador de los números de la pobreza en sus dos años de gestión,
contradictorio y machista en sus declaraciones a la hora de defender decisiones
de su ministerio.
El funcionario preferido de la Presidenta asumió en
noviembre de 2013 la titularidad de Economía con índices oficiales mejores a
los que va a dejarle de herencia a su sucesor.
A saber: para el Indec, intervenido desde 2007, la inflación
del 2013 fue del 10,9%. Hoy, según el último dato oficial difundido la semana
pasada, el 2015 refleja una inflación interanual del 14,7%.
El día de su asunción, el Banco Central tenía reservas por
u$s 31.900 millones -sin la ayuda del swap chino-, el dólar oficial cotizaba $
6,04 y el dólar blue $ 9,93. Dos años más tarde, Kicillof, a pesar de sus
discursos grandilocuentes, no logró mejorar los índices económicos, incluso si
se toma sólo los números intervenidos que son oficiales. Hoy el dólar cotiza a
$ 9,41, y eso luego de su decisión de devaluar un 30% la moneda en enero de
2014, cuando llevó el dólar de $ 6 a 8, sin resultados concretos en términos de
competitividad porque, una vez más, decidió activar su mecanismo negador y
subestimó las consecuencias de la suba de precios descontrolada.
En términos de reservas, el BCRA hoy acumula reservas por
u$s 33.150 millones, aunque su liquidez es controversial, ya que aproximadamente
u$s 9000 millones están en realidad en yuanes y son prestados, a través de un
mecanismo de swap, que tiene como fecha de vencimiento un año, renovable.
Tampoco lo benefician los números de crecimiento del PBI,
que en 2013, fue del 4,3%, mientras que en 2015, según informó esta semana el
propio ministro con extremo optimismo, sería del 2,3%. Dos puntos menos si se
toman en cuenta sus pronósticos, y mucho menos si se considera el de la Cepal,
que estimó que la Argentina crecerá un 0,7 % este año.
Pero quizás el sello más nítido de la era Kicillof sea la
negación de la pobreza, su desaparición como flagelo, por lo menos en su
imaginario. Justamente, el último informe oficial de pobreza en 2013, marcó que
el 4,7% de los argentinos vivían en esa condición. Sin embargo, a medida de que
la inflación se fue acelerando durante la gestión del ministro y el número de
pobres aumentaba, Kicillof prefirió esconder el índice y dejar de informar el
número de pobres como solución terminal del problema. "Cuántos pobres hay
es una pregunta bastante complicada. Yo no tengo el número de pobres, me parece
que es una medida bastante estigmatizante", contestó en declaraciones
radiales sin que se le moviera un pelo de sus patillas.
Porque si un rasgo caracteriza a Kicillof es justamente su
verborragia "canchera". Basta con repasar algunos de sus bloopers
discursivos de los últimos tiempos. Dijo en una entrevista, para demostrar que
el impuesto a las Ganancias no afecta a los trabajadores, que estaba dispuesto
a mostrar el listado del millón de personas que pagan el impuesto, una medida
que de concretarse incurriría en violación del secreto fiscal. "¡Era un
chiste!", se rectificó el ministro al día siguiente.
También tuvo que salir a desmentir que tuviera en estudio la
regulación de los alquileres, aunque había asegurado horas antes que sería
"deseable regular el mercado de alquileres".
Frente a los micrófonos, amenazó con fundir uno de los
grupos empresarios más importantes del país. "Hoy la chapa en Argentina
está más cara que en el mundo. Eso podríamos decir que es un problema de
competitividad y lo que habría que hacer es bajar el precio de la chapa y
fundir al señor Paolo Rocca", presidente de Techint.
Por supuesto, su negación también pasa por el cepo al dólar,
instrumentado por CFK en 2011. "No existe cepo porque importamos, giramos
utilidades, pagamos vencimientos externos y le vendemos dólares a la gente que
quiere".
A menos de tres meses de su ida, el ministro sigue sorprendiendo.
Y es que a su impronta esta semana le agregó un rasgo ciertamente machista.
Fue el enojo que le generó la presentación de la diputada
Victoria Donda ante la Justicia para que el ministerio de Economía revele los
datos de pobreza. Kicillof le respondió con un "si quería salir en los
diarios, que se ponga plumas". Una frase que quedará rebotando como aquel
"andá a lavar los platos", que Domingo Cavallo le espetó a una
socióloga que lo increpó por la suba del desempleo durante su gestión en los
90.
Definitivamente, Axel Kicillof se va como el Domingo Cavallo
de Cristina Kirchner. Su paso como ministro de Economía de la Argentina también
será especialmente recordado.
0 comments :
Publicar un comentario