jueves, 3 de septiembre de 2015

ELECCIONES TUCUMANAS

Anulación o no, se impone persecución judicial y cárcel 
efectiva para los responsables del fraude

Por Martín Risso Patrón
Otra vez con las discusiones estériles y esterilizantes. Ahora resulta que el burócrata de turno para las elecciones, Alejandro Tullio, incrustado por cierto en el riñón del Régimen, pontifica que “quemar urnas no es fraude” propinándole un escupitajo sobre la sangrante herida que tiene la República a consecuencia de lo acontecido en Tucumán. 

Con eso, envolvió en papel de regalo un nuevo, nuevito hueso de goma para que el Pueblo [víctima moral de esos hechos] juegue entretenido mientras la transa sigue ante sus propios ojos. La Justicia electoral tucumana, encontró todo transparente y bruñido. La señora Fernández y su séquito aplaudidor: “...el triunfo en Tucumán no se toca”. La opo, afectada naturalmente por el bochorno, y con legítimo interés, llora y llora y llora sentada en el umbral, como el ciego de Carriego. Mientras, el Pueblo no comprende este horror más allá de lo anecdótico y del “todos los políticos son corruptos y nada se puede hacer” pero va y vota puntualmente dos, tres, cuatro y hasta pueden ser cinco veces en un año, según el menú envenenado que le ofrece tanto salvador de la Patria. Y vota y vota listas que miden metros cuadrados de superficie que contienen nombres, nombres y más nombres de gente que no tiene ninguna otra significación que la de ser colector, o acoplador, o futuro tránsfuga.

El médico Juan Manzur ríe socarronamente escuchando frente a frente a su oponente radical, el senador de la República, Odontólogo José Manuel Cano [50], desgañitarse pidiendo justicia, y el gobernador en funciones José Alperovich & Sra. vituperan a la Democracia y a los derechos humanos como si fuera un mandato bíblico. O de su antiguo jefe político el general Antonio Domingo Bussi [f].

El asunto es que, por hoy, el diario trabajo de fiscalizar el recuento que se está haciendo a urna abierta en el Jardín de la República se convirtió en un muermo de esplín para los fiscales, que estallan en ira cuando se descubren más y más fraudulentos números borrados, celdas vacías en los formularios, firmas de fiscales y autoridades de mesa adulteradas, cantidades insondables de papeles de nacimiento espontáneo, etcétera. El secretario electoral tucumano legaliza e intenta legitimar tanto desbarajuste.

Y a nadie se le mueve un pelo.

Breve memoria descriptiva

En el país, este año 2015 está perdido para otra cosa que no sea consumir porcentajes de intención de voto, sondeos, prospecciones y entrevistas con candidatos, precandidatos, no-candidatos y ex candidatos, muchos de ellos legisladores en funciones. A propósito, las Cámaras legislativas tanto en la provincia como en el Congreso nacional, en silencio sepulcral, con el cartelito “no se atiende” colgado en el vidrio de la puerta, a no ser para sancionar intereses del Poder con mayoría. Creo que se entiende.

Así las cosas, cada provincia con sus primarias y sus generales, dejaron un mensaje muy claro: No hubo elección sin denuncias de fraude. Para el caso, Santa Fe y Salta dejaron su impronta. Con o sin voto electrónico, se habló de fraude. Lista única y listas múltiples, códigos-fuente o pupitres llenos de papeles; un muestrario de cosas que debieran definir cuál de los dos sistemas de votación es el que no admite fraude. Pero la cuestión es que, a la luz de los hechos, positivamente, ambos son legítimos de origen. ¿Entonces?

Tenemos el efecto “hueso de goma”; discusiones interminables acerca de qué es lo mejor: El chip, o el papel. Mientras, lo que están en el ajo, se divierten imaginándose a sí mismos el lunes 26 de octubre con el macho, la hembra y el siete de espadas y encima 28 de mano por las dudas para el primero. Porque ¿sabe por qué querido Paisano? Sencillamente porque entre la carga de datos y la salida de resultados hay sólo un jeme, el que marca la distancia que hay desde la Orden y hasta la maniobra espeluznante de cambiar la historia de un plumazo.

Tenemos así formulado el Primer Principio de la obviedad: Todo sistema de votación nace seguro, hasta que se topa con la realidad de las necesidades de quienes tienen la botonera del Gran Aparato del poder. Entonces ¿qué sucede cuando hay maniobras, manipulaciones e incineración de urnas y ocultamiento de códigos-fuente? Nada, con el primer principio de la obviedad, no pasa nada; y emerge el Segundo Principio de la Obviedad: Todo fraude electoral, es independiente del mecanismo utilizado, dependiendo sólo de la voluntad del que quiere y puede alterar la información. Por lo tanto, nada de demonizar al papel o al chip. Total ambos, dadas ciertas circunstancias, se convierten en papel; sí, eso mismo, papel higiénico.

Cuando hay delito, hay delito

Este es el Único Principio de Perogrullo, aplicado al Derecho Penal, parte general y parte especial. Aplicándolo entonces a la cuestión que estamos tratando, hallamos que aparece el axioma que sostiene que, independiente de la existencia de una forma u otra que haya tomado el sistema de voto popular, cuando hay algún tipo de alteración de resultados [que se manifiesta en un estado de malestar de algunos frente a comprobaciones empíricas de hechos anormales], entonces hay voluntad de quebrantar la Verdad violentando los sistemas, y con ello, eludiendo la decisión de algunos de los votantes, perpetrar lo que es, sencillamente, el delito de lesa República de violentar la voluntad popular, médula del Estado.

Así nomás es; si se viola el sistema republicano, hay delito [confr. Constitución Nacional, artículos 36 y 37], y si hay delito, debe haber una exhaustiva investigación, más teniendo en cuenta que, dada la naturaleza del bien jurídicamente protegido, de carácter difuso, constituye notitia criminis, cosa que obliga a cualquier juez o fiscal a actuar de facto, de hecho.

Final

Huelgan mayores comentarios sobre los deplorables sucesos del Jardín tucumano. Podrán tomarse las medidas políticas y técnicas que se considere necesario tomar: Modificar los sistemas de elección democrática; podrán anularse o no las elecciones. Lo que no podrá obviarse, es considerar la médula de esta cuestión: Alguien, con poder político ha delinquido en contra de la República, y para ello ha utilizado un número indefinido de cómplices. Entonces, la Justicia, en la jurisdicción que corresponda, debe actuar como debe ser: Perseguir, procesar y condenar, duramente, si correspondiere, a los responsables.

La República tiene los medios, y deberá utilizarlos. Esto será garantía para que los ciudadanos y ciudadanas argentinos hayamos de tener suficientes razones para sentirnos seguros, esperanzados y fuertes.

De otra manera, seremos rehenes eternos, o mejor dicho esclavos, de la absoluta ausencia de normas que nos contengan dentro de los límites del Estado de Derecho. Anomia, que le dicen.

Edición impresa: Semanario "Nueva Propuesta"

Edición digital: www.agensur.info.com

0 comments :

Publicar un comentario