Por Ana Gerschenson |
Gritos, insultos y malos modos. Cristina Kirchner termina su
mandato al borde del maltrato permanente hacia propios y extraños.
Esta semana le dijo “burro” a un historiador que osó opinar
diferente sobre el surgimiento del nazismo en Alemania, como los chiquitos que
no tienen argumentos e intentan cerrar el debate con una descalificación.
Daniel Scioli fue una de sus primeras víctimas públicas
cuando era el vicepresidente de Néstor y la hoy Presidente senadora. En
diciembre del 2005 Scioli presidía el Senado y CFK pidió la palabra para
acusarlo de montar una operación de prensa. Además humilló públicamente a quien
es hoy su candidato por “desconocer el reglamento”.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, también en cadena
nacional, fue mínimamente subestimado por la Presidente cuando lo llamó con un
“vení para acá, vení chiquito”, en diciembre pasado.
Los ministros le tienen miedo. Y de hecho, ella misma
advirtió alguna vez que sus funcionarios “tenían que temerle a Dios, y a mí un
poquito”. Llamadas a toda hora, retos y amenazas son el menú cotidiano de sus
ministros. Un ex canciller, hoy reconciliado con el kirchnerismo, fue acusado
por CFK de “traidor” por haber recibido a un periodista no oficialista en su
despacho.
“La Presidente es una máquina de maltratar”, aseguró la
semana pasada la senadora y candidata a vicepresidenta del PRO, Gabriela
Michetti.
Y el ex amigo y jefe de Gabinete de CFK, Alberto Fernández,
fue más allá en las últimas horas: “Cristina, en algún sentido, era
maltratadora; nunca me pegó, pero veo la historia escrita por ella y me
asombro; la tergiversación de la historia es un gran maltrato a la memoria
colectiva".
Idiotas, estúpidos, mentirosos. El periodismo ha recibido
todo tipo de descalificaciones y el desprecio público de la Jefa de Estado.
Peor le fue a Julio Durán, que presentó un amparo ante la
Justicia porque la AFIP no le autorizó a comprar 10 dólares para regalarle a su
nieto. En cadena nacional, Cristina lo llamó “abuelito amarrete”.
Es curioso lo que sucede con la Presidente, que ha hecho y
mucho por la igualdad de derechos, de género, y que ha implementado todo tipo
de políticas contra la discriminación durante sus años al frente de la Casa
Rosada. Pero la dicotomía es parte del ADN del kirchnerismo. Y Cristina ejerce
la discriminación como herramienta política y de modo permanente. Haz lo que yo
digo, pero no mires lo que hago… porque es bien distinto.
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