La polarización
extrema podría empujar a Scioli por arriba de los 45 puntos.
Los diálogos a
tres bandas.
Por Ignacio Fidanza |
Daniel Scioli llamó a José Manuel de la Sota y le propuso un
encuentro secreto que incluyera a Sergio Massa. “Viene un tiempo de gran
acuerdo peronista, si me ayudan yo me saco de encima a La Cámpora”, propuso
palabras más, palabras menos. El gobernador de Córdoba evitó comprometerse:
“Ahora me voy de viaje, cuando vuelvo hablamos”, le contestó.
La propuesta de Scioli revela por donde pasa la tensión del
tramo que falta hasta las generales de Octubre. ¿Qué va a pasar con los veinte
puntos que sacaron Massa y De la Sota?
Los primeros sondeos post primarias, indican que Massa está
conservando el 75 por ciento de esos votos. Trabajos de Zuleta Puceiro, Julio
Aurelio y Ricardo Rouvier ubican al candidato de UNA en torno a los 17 puntos
con Scioli rondando los 40 y Macri los 33.
Esto significa que si se mantiene la tendencia, Massa
empieza a ocupar el rol de garante del ballotage. La presión inicial de algunos
sectores del círculo rojo, para que se baje y acuerde con el líder del PRO,
empieza a decantar por una mirada más profunda: acaso el mejor servicio que
puede hacer el diputado a un triunfo opositor es mantener y hasta mejorar su
votación de las primarias.
La cuenta es sencilla: si Massa baja su candidatura la
polarización extrema dispara a ambos candidatos hacia arriba y Scioli, con
sumar apenas algunos puntos del voto peronista no kirchnerista que concentra el
ex jefe de Gabinete, podría romper el techo de los 45 puntos.
“Macri pierde más de un millón y medio de votos en el Norte,
en el NEA-NOA, donde Massa retiene voto peronista. Necesitamos que no sólo
mantenga ese voto, sino que lo incremente”, reconoció uno de los operadores más
importantes de Macri.
Tucumán será la primera prueba. Todo indica que ganará el
sciolista Juan Manzur, pero en la cúpula del PRO apuestan a achicar la
diferencia de más de 300 mil votos que le sacó el peronismo a Cambiemos. La
diagonal que trazó Massa con el candidato a vicegobernador Domingo Amaya, puso
competitivo a su candidato a intendente de San Miguel, Germán Alfaro.
“Necesitamos a Massa fuerte en Tucumán y si ganan la intendencia, mejor”,
reconocían.
Macri, juran en el Pro, entendió esta necesidad. Hasta el
abanderado del fracasado purismo, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, estaría
aceptando este enfoque que motoriza el peronista Emilio Monzó.
¿La fórmula de un acuerdo posible? El macrismo podría bajar
candidatos en la provincia de Buenos Aires, que ponen en riesgo la reelección
de intendentes massistas. Massa necesita también apoyo financiero para la
elección general.
Y en una mirada de más largo plazo, Massa y Macri podrían
anunciar algún tipo de coincidencia programática para un eventual gobierno
opositor, que necesariamente deberá ser de coalición.
El problema es que se trata de un escenario a tres bandas y
hasta ahora Macri se sentía más cómodo negociando con Scioli. Es posible que
ambos imaginaran un futuro sin Massa ni Cristina, en el que compartían el
protagonismo de la próxima etapa, gane quien gane.
Pero algo de eso se rompió cuando Macri convocó a una
conferencia de prensa para martirizar a Scioli por su viaje a Italia, en medio
de las inundaciones. “Rompió el acuerdo”, repitió estos días, ante su círculo
más íntimo y algunos empresarios que lo frecuentan.
O sea, la desconfianza es hoy el denominador común en los
contactos entre Massa, Macri y Scioli. Y es natural que así sea, porque lo que
está en juego es un nuevo reparto del poder.
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