miércoles, 12 de agosto de 2015

La batalla de octubre

Por Román Lejtman
Daniel Scioli, 38,45%. Mauricio Macri, 24,3% y Sergio Massa, 14,2%. Son los votos que tiene cada candidato a la Presidencia, al margen de sus conocidos acuerdos coyunturales. Y desde ahí tienen que diseñar una estrategia electoral que les permita llegar a la Casa Rosada. Los números son contundentes, pero la matemática no es una ciencia exacta cuando se aplica a la política. Y menos aún en la República Argentina. 

Voto útil, polarización y aparato partidario son conceptos electorales que pueden derrotar la lógica perfecta de una ecuación aritmética probada durante siglos.

Massa enfrenta dos situaciones frente a la Primera Vuelta. Participa y arriesga su caudal electoral ante un escenario de polarización y voto útil, o preserva su imagen política y concede la libertad de acción a sus 3.121.589 votantes. El exjefe de Gabinete de Cristina aún se inclina por participar en los comicios del 25 de octubre, pero asume en la intimidad que puede terminar lastrado por la polarización que proponen Scioli y Macri. Si Massa se baja o es minimizado por el voto útil, aumentan las chances de un ballottage en noviembre.

Macri tiene que profundizar su conocimiento sobre Otto von Bismarck, si pretende forzar un ballotage con Scioli. El Canciller de Hierro diseñó un sistema de alianzas políticas con Rusia, Austria e Italia, que permitieron a Alemania subsistir y crecer ante los embates permanentes de Francia. El jefe de Gobierno porteño debe incluir a Elisa Carrió y Ernesto Sanz, sumar los votos de José Manuel de la Sota, seducir a los electores que apoyaron a Julián Domínguez, quebrar la posición electoral de Massa y romper la maquinaria electoral de Scioli. Sólo así Macri llegará al ballottage del 22 de noviembre.

Scioli está cerca de Balcarce 50, pero su ecuación electoral depende de los votos de la oposición. Ya no tiene más sufragios propios que sumar y debe seducir al electorado de Alberto Rodríguez Saá, Massa, De la Sota y las distintas alternativas de la izquierda, si desea vencer en la primera vuelta o en un posible ballottage. Una tarea ardua y de resultados impredecibles.

El gobernador bonaerense ha revelado su fascinación por Basil Liddell Hart, un militar inglés que escribió ‘La estrategia de aproximación indirecta’. Se trata de un libro sobre filosofía bélica que plantea que la acción indirecta es mejor que un ataque frontal, como proponía Carl von Clausewitz, un general prusiano venerado por Juan Domingo Perón. Hart añade que es mejor una derrota elegante, sin destrucción total del enemigo, para evitar los rencores absolutos del vencido.

Al citar a Hart y reconocer que juega al ajedrez, Scioli ha mostrado su diseño estratégico para vencer a Macri. Envolverá a De la Sota, sumará a Rodríguez Saá en un probable ballottage y cortejará a Massa, que aún tiene tiempo y voracidad para llegar a Balcarce 50. El gobernador ya se masticó a Carlos Zannini y ahora va por Aníbal Fernández, que es el nuevo caballo de Troya que cabalga Cristina en la soledad de Olivos.

Macri ha leído sobre el desembarco de Normandía y no se cansa de elogiar esa maniobra militar que permitió abrir el segundo frente y avanzar sobre Adolf Hitler. Scioli recomienda a Hart que, en un pequeño ensayo (Some Reflections on the Problems of Invading the Continent), cuestionó la estrategia del D-Day ordenada por Franklin Delano Roosevelt. Sin Normandía, el Tercer Reich no hubiera caído.

Scioli y Macri buscan cumplir su sueño. Los dos han leído historia militar y no ignoran las dificultades que implican un desembarco final a todo o nada.

El vencedor, aún incierto, escribirá la futura historia oficial de la Argentina.

© El Cronista

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