Por Gabriel Profiti |
Las inundaciones con epicentro en Buenos Aires afectaron a
miles de familias y, pese a las múltiples explicaciones encontradas sobre sus
causas, pusieron en el centro de una escena incómoda a Daniel Scioli.
Pocos días después de haberse convertido en el favorito para
ser el sucesor de Cristina Kirchner, el gobernador bonaerense fue blanco de
cuestionamientos de propios y extraños por haber encarado un viaje con agenda
"personal" e "informal", según su definición, que tuvo la
lucidez de abortar en 24 horas.
Su aparición en la marquesina mediática contrastó con el
silencio de la Presidenta, quien se quedó en el país y evitó cualquier
aparición pública durante toda la semana.
Con la oposición movilizada y filosa en declaraciones,
Cristina Kirchner envió a sus funcionarios principales -Aníbal Fernández,
Eduardo Wado De Pedro y Julio De Vido- a las zonas de desastre y dejó
trascender su malestar con Scioli.
El principal retador en la carrera presidencial, Mauricio
Macri, buscó capitalizar todos los flancos luego de haber quedado a 8,4 puntos
de Scioli en las primarias, si se tienen en cuenta todos los votos del Frente
Cambiemos.
El martes anunció en ausencia de Scioli el envío de equipos
de la Ciudad de Buenos Aires para asistir a las intendencias afectadas y el
jueves, mientras su rival daba explicaciones, endulzó los oídos de los
principales empresarios del país durante un almuerzo en el Hotel Alvear.
Polémica
Las inundaciones expusieron a la administración bonaerense.
El gobierno provincial, vale aclarar, ejecuta las obras hidráulicas
prácticamente en conjunto con la Nación. Esto radica en una desventaja: la
provincia aporta mucho más de lo que recibe desde que cedió 6 puntos de
coparticipación en 1988 y luego quedó congelado el Fondo del Conurbano -en
1996- que Eduardo Duhalde y Carlos Menem habían creado para paliar ese
desbarajuste.
Así y todo hay números y versiones contradictorias. De
acuerdo con cifras oficiales relevadas por el Instituto De Análisis Fiscal
(Iaraf), apenas 5% de las erogaciones del gobierno de Buenos Aires fueron
destinadas a obra pública entre 2008 y 2013. Fue la provincia que menos gastó en
infraestructura.
En respuesta, la Nación difundió un detalle que indica que
en los últimos doce años destinó 60.283 millones de pesos para planes de obras
hídricas en la provincia de Buenos Aires, muchos de los cuales fueron
directamente asignados a las intendencias.
Voceros bonaerenses agregaron que la inversión en obras
hidráulicas para este año es de 3.287 millones de pesos, de los cuales ya se
han gastado 2.000. Pusieron también en balance factores influyentes como la
inusual cantidad de lluvia caída entre el 6 y el 10 de agosto, que superaron
los 300 milímetros en distintos corredores del centro y norte provincial.
Más allá de estos números, el consenso de funcionarios y
dirigentes de distintos sectores es que en el próximo período de Gobierno la
provincia de Buenos Aires debe promover un shock de obras públicas para mejorar
la vida de millones de habitantes.
El impacto
Sin encuestas a la vista, el real impacto de este zigzag
sobre la proyección electoral del candidato oficialista está por verse, pero en
lo inmediato modificó ese clima de primer tiempo en ventaja que habían creado
las PASO del domingo 9.
"Es difícil saber si puede tener un correlato en los
números, pero sí hay un cambio de escenario: hasta ahora todas las críticas
eran para la Presidenta, ahora está Scioli en el centro", analizó un
operador macrista.
Justamente el más votado en las primarias se había fijado
como uno de los objetivos para el "segundo tiempo" recuperar terreno
perdido en la provincia que gobierna, donde en 2011 obtuvo el 55% de los votos
y en las PASO de 2015 bajó al 41%.
La hoja de ruta del gobernador indicaba comenzar a
transmitir propuestas puntuales sobre planes en marcha, como por ejemplo fijar
nuevas metas para el Plan Procrear, o establecer un programa específico de
combate al narcotráfico en el Conurbano.
En contrapartida, el PRO quedó sorprendido por la buena
elección de la candidata a gobernadora María Eugenia Vidal en la provincia más
poblada -quedó a 10 puntos de la suma de Aníbal Fernández y Julián Domínguez- y
desilusionado por su desempeño en las provincias del norte del país.
En el primer caso se animan a creer en que todavía hay
posibilidades de crecimiento porque varios intendentes del Frente Renovador
están a punto de ser barridos de sus distritos -Jesús Cariglino en Malvinas
Argentinas o Joaquín de la Torre en San Miguel- y necesitan repartir la boleta
de Mauricio Macri junto con la de Sergio Massa para evitar una derrota.
Cuando las aguas bajen, literal y metafóricamente, se espera
que haya una negociación entre Cambiemos y el FR para avanzar en cuestiones
puntuales y con un mínimo de entendimiento que implique el apoyo mutuo entre
Macri y Massa para el que caso de que alguno llegue al balotaje.
Como Scioli, Macri tampoco fue profeta en su tierra y pondrá
mayor énfasis en recuperar votos en la Ciudad de Buenos Aires, donde obtuvo
menos que Horario Rodríguez Larreta.
En las oficinas del armador político del PRO, Emilio Monzó,
también analizan otros números llamativos como la debacle de Cambiemos en el
Norte, incluso en provincias donde el radicalismo es fuerte como Formosa, Jujuy
y Tucumán. "De buena manera se les va a pedir a los radicales mayor
compromiso", anticipó un encumbrado macrista mientras revisaba planillas.
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