Por Ana Gerschenson |
Los barones peronistas del conurbano son los garantes de la
desigualdad". "La única gobernabilidad que están dispuestos a
defender los llamados "barones" del conurbano es la que les permita
conservar su poder". "Scioli se disfraza de kirchnerista para heredar
este proceso político y torcer el rumbo de transformaciones profundas". De
hecho, "la aspiración de Scioli de ser presidente en 2015 es parte del
plan del establishment que viene intentando cerrarle el paso al proyecto
nacional y popular desde hace años".
Todas, absolutamente todas son declaraciones públicas que
hizo en los últimos diez años Martín Sabbatella, hoy precandidato a gobernador
por el Frente para la Victoria que impulsa y respalda la candidatura única de
Daniel Scioli para presidir la Argentina a partir del 10 de diciembre.
Aquel dirigente joven que venía a terminar con la supuesta
corrupción de los intendentes del conurbano bonaerense, con una agrupación
nueva, desde el Partido Comunista primero y el FrePaSo de Morón en los tiempos
de la Alianza, se evaporó. Hoy necesita que esos intendentes, literalmente, lo
voten el 9 de agosto, para ser vicegobernador de la provincia de Buenos Aires.
"El que cambió fue él, se habrá dado cuenta", dice
con una dosis espesa de ironía, el intendente de Ituzaingó, Alberto Descalzo,
ante una consulta sobre los enfrentamientos del pasado. Porque el compañero de
fórmula de Aníbal Fernández también carga con la marca de haber sido -para el
peronismo bonaerense- el responsable de la derrota del ex presidente Néstor
Kirchner en las elecciones legislativas del 2009.
Sabbatella no quiso, como sí lo hace ahora, compartir la
boleta con los caudillos del PJ que había combatido. Sacó con su lista propia
un 5,56 % de votos, los que necesitaba Néstor para la victoria en Buenos Aires.
Por esto es que no sólo el titular de la AFSCA se siente
incómodo con sus "compañeros" nuevos. Los intendentes no terminan de
digerir que Aníbal haya elegido a Sabbatella como su candidato a vice en la
gobernación, porque si gana, será con él con quien tengan que negociar el flujo
de fondos para sus intendencias.
"Con Aníbal está todo bien, pero con Sabbatella
no", repiten en los asados de los jefes comunales peronistas de las
madrugadas en el conurbano. Prefieren a Julián Dominguez-Fernando Espinoza,
pero saben que hasta ahora las encuestas no los reflejan como ganadores de las
PASO.
En realidad, no fue el jefe de Gabinete quien eligió a
"Martín". Aníbal hubiese deseado una mujer peronista, para que
ablande la "brutalidad verbal" que lo caracteriza. Pero Carlos
Zannini, el dirigente más poderoso después de Cristina Kirchner, le impuso como
una orden al líder de Nuevo Encuentro en la fórmula. Y es que acaso, Zannini y
Sabbatella, han sabido construir una amistad política a la luz de su desconfianza
profunda -y cierto desprecio- por el peronismo.
En silencio y a su estilo, Daniel Scioli tampoco quiere que
el titular de la AFSCA gane las PASO en la Provincia. Ha sabido ganarse el
desprecio de su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, y del propio gobernador por
sus descalificaciones permanentes de los últimos años.
En 2011, la propia Presidenta permitió que Sabbatella
enfrentara a Scioli en una colectora con el solo objetivo de que el ex
motonauta no vuelva a cosechar más votos que ella, como había sucedido en las
elecciones generales del 2007.
"Scioli hizo una mala gestión, es conservador,
ineficiente y menemista", aseguró Sabbatella hace apenas dos años. Hoy
repite en voz alta ante todos los micrófonos que "Scioli es el candidato
más potente que tiene el FPV, el candidato del proyecto".
Lejos, muy lejos, quedaron sus propias palabras
grandilocuentes. Las que hicieron su milagro, cuando ganó como candidato de la
Alianza, con apenas 29 años, la intendencia de Morón. Entonces Sabbatella
aseguraba con el impulso de la renovación dirigencial que "el kirchnerismo
se sostiene en la viejas estructuras de los partidos tradicionales que están
por conveniencia y no por convicción". Una frase que hoy lo refleja, casi
como un espejo.
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