viernes, 17 de julio de 2015

Martín Sabbatella, el Zannini de Aníbal

Por Ana Gerschenson
Los barones peronistas del conurbano son los garantes de la desigualdad". "La única gobernabilidad que están dispuestos a defender los llamados "barones" del conurbano es la que les permita conservar su poder". "Scioli se disfraza de kirchnerista para heredar este proceso político y torcer el rumbo de transformaciones profundas". De hecho, "la aspiración de Scioli de ser presidente en 2015 es parte del plan del establishment que viene intentando cerrarle el paso al proyecto nacional y popular desde hace años".

Todas, absolutamente todas son declaraciones públicas que hizo en los últimos diez años Martín Sabbatella, hoy precandidato a gobernador por el Frente para la Victoria que impulsa y respalda la candidatura única de Daniel Scioli para presidir la Argentina a partir del 10 de diciembre.

Aquel dirigente joven que venía a terminar con la supuesta corrupción de los intendentes del conurbano bonaerense, con una agrupación nueva, desde el Partido Comunista primero y el FrePaSo de Morón en los tiempos de la Alianza, se evaporó. Hoy necesita que esos intendentes, literalmente, lo voten el 9 de agosto, para ser vicegobernador de la provincia de Buenos Aires.

"El que cambió fue él, se habrá dado cuenta", dice con una dosis espesa de ironía, el intendente de Ituzaingó, Alberto Descalzo, ante una consulta sobre los enfrentamientos del pasado. Porque el compañero de fórmula de Aníbal Fernández también carga con la marca de haber sido -para el peronismo bonaerense- el responsable de la derrota del ex presidente Néstor Kirchner en las elecciones legislativas del 2009.

Sabbatella no quiso, como sí lo hace ahora, compartir la boleta con los caudillos del PJ que había combatido. Sacó con su lista propia un 5,56 % de votos, los que necesitaba Néstor para la victoria en Buenos Aires.

Por esto es que no sólo el titular de la AFSCA se siente incómodo con sus "compañeros" nuevos. Los intendentes no terminan de digerir que Aníbal haya elegido a Sabbatella como su candidato a vice en la gobernación, porque si gana, será con él con quien tengan que negociar el flujo de fondos para sus intendencias.

"Con Aníbal está todo bien, pero con Sabbatella no", repiten en los asados de los jefes comunales peronistas de las madrugadas en el conurbano. Prefieren a Julián Dominguez-Fernando Espinoza, pero saben que hasta ahora las encuestas no los reflejan como ganadores de las PASO.

En realidad, no fue el jefe de Gabinete quien eligió a "Martín". Aníbal hubiese deseado una mujer peronista, para que ablande la "brutalidad verbal" que lo caracteriza. Pero Carlos Zannini, el dirigente más poderoso después de Cristina Kirchner, le impuso como una orden al líder de Nuevo Encuentro en la fórmula. Y es que acaso, Zannini y Sabbatella, han sabido construir una amistad política a la luz de su desconfianza profunda -y cierto desprecio- por el peronismo.

En silencio y a su estilo, Daniel Scioli tampoco quiere que el titular de la AFSCA gane las PASO en la Provincia. Ha sabido ganarse el desprecio de su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, y del propio gobernador por sus descalificaciones permanentes de los últimos años.

En 2011, la propia Presidenta permitió que Sabbatella enfrentara a Scioli en una colectora con el solo objetivo de que el ex motonauta no vuelva a cosechar más votos que ella, como había sucedido en las elecciones generales del 2007.

"Scioli hizo una mala gestión, es conservador, ineficiente y menemista", aseguró Sabbatella hace apenas dos años. Hoy repite en voz alta ante todos los micrófonos que "Scioli es el candidato más potente que tiene el FPV, el candidato del proyecto".

Lejos, muy lejos, quedaron sus propias palabras grandilocuentes. Las que hicieron su milagro, cuando ganó como candidato de la Alianza, con apenas 29 años, la intendencia de Morón. Entonces Sabbatella aseguraba con el impulso de la renovación dirigencial que "el kirchnerismo se sostiene en la viejas estructuras de los partidos tradicionales que están por conveniencia y no por convicción". Una frase que hoy lo refleja, casi como un espejo.

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