Por Germán Gegenschatz |
Grecia está
presionando para obtener su 3er. rescate de deuda en cinco años, los anteriores
fueron en 2010 y 2012. El rescate del 2010 estuvo precedido de un déficit
fiscal que superaba el 16% del PBI, el actual de un 25% de desempleo. Es cierto
que Grecia había acomodado sus cuentas y estaba empezando a crecer, pero no tan
rápido como los ritmos políticos locales demandaron.
Ahora “exigen” poder realizar un mayor gasto, la quita de parte de la deuda y que el Banco Central Europeo y el FMI les den un nuevo rescate de € 50.000 millones durante los próximos tres años. De esta forma creen que pueden salir de la recesión y el desempleo que ya son crónicas.
Es justo recordar que en 2010 el rescate más que de Grecia
fue de los Bancos Franceses y Alemanes, ese fue el destino del dinero recibido,
como saldo hoy los acreedores son mayormente estados nacionales (€ 53.000 mill)
y organismos internacionales (más de € 131.000 mill. al fondo de rescate de la
zona euro), y poca deuda quedó en bonistas privadas (€ 34.000 mill.). Esta
circunstancia dificulta la negociación, es que cualquier quita es regalar
impuestos rigurosamente cobrados a los ciudadanos de los países acreedores a
los griegos.
¿Y que se financia con una deuda que hoy supera el 175% del
PBI?. Pues Grecia paga su “Estado de Bienestar” con dinero ajeno. Un 15% de ese
PBI son pensiones, un 10% gasto militar, y esto sin entrar a considerar
aspectos económicos que exhiben una Grecia que, en su conjunto, no produce lo
suficiente para hacer frente a los beneficios que hoy gozan sus habitantes.
Es cierto que cada país es soberano para definir su
economía, pero también lo es que esa soberanía es efectiva si se financia con
fondos propios. En lo concreto el Banco de Grecia tiene un saldo negativo de €
100.000 mill., es decir, no tiene los euros necesarios para solventar su nivel
de vida, cayó en default. Se retiró parcialmente del sistema bancario europeo
prohibiendo las remesas de euros al exterior superiores a € 1.000, y limitando
el retiro bancario a € 120 diarios. Hoy si abre los bancos al retiro voluntario
de depósitos no puede hacerle frente a la demanda de los depositantes. Pero
puede optar por una decisión soberana, algo que aquí en Argentina ya conocemos
muy bien. Puede usar su derecho soberano de emitir moneda, porque no nuevamente
Dracmas, y cancelar esos depósitos con moneda propia, renunciando así a
utilizar euros que no tiene, no emite, no logra acumular suficientemente con el
trabajo de su pueblo, ni mucho menos con deuda nueva con el Eurosistema (Banco
Central Europeo).
Pero economía y política vienen juntas, priorizar una por
sobre la otra es caer en simplificaciones inconducentes. Observemos quienes
festejan el presente de Grecia: Presidentes como Cristina Kirchner (Argentina)
y Nicolás Maduro (Venezuela). Los émulos europeos: el inglés Nigel Farage del
Partido por la Independencia, y Marine Le Pen del Frente Nacional de Francia.
Los economistas que alientan estos políticos: Joseph Stiglitz, Paul Krugman,
Thomas Piketty y Jeffrey Sachs, quienes tienen en común que jamás tuvieron a su
cargo las cuentas públicas de un país. Lamentablemente los que aplauden a
Grecia no están ofreciéndose a prestarle dinero, ni tienen el dinero para
hacerlo. El “presente Griego” de Syriza para Europa es, más que el “no pago” de
la deuda, alentar políticas ya fracasadas en Europa y en estas tierras. El
populismo.
Así podemos comprender que la UE tiene frente a sí una
difícil decisión puntual económica, en un contexto políticamente comprometido.
La decisión económica puntual es Grecia: si admite cuando pide para refinanciar
su deuda estimula conducta similares, avala gobiernos sin disciplina fiscal, y
al mismo tiempo transfiere los dividendos de sus economías, claramente más
productivas, a otras naciones que se sustentan fundamentalmente en el
endeudamiento creciente. Qué sentido tiene para la UE invertir en Grecia luego
de la enorme masa de créditos acordados, y a la misma Grecia el endeudarse,
viendo los resultados del sendero del endeudamiento para los griegos.
El contexto político de esta decisión “económica” es por lo
menos delicado, con una Alemania central, decisiva y poderosa en la UE, y una
Rusia lanzada a recuperar parte de los dominios territoriales de la vieja Unión
Soviética, tomando por la fuerza Crimea, generando inestabilidad en Ucrania,
vendiendo misiles a Irán y despertando no pocos recelos históricos con Alemania
y su rol en la WWII, todo para recuperar centralidad en una Europa en la cual
su aporte es, sumar conflictos. Y esto, sin olvidar el acecho de un rebrote del
racismo, fruto del accionar del Estado Islámico en varios países de la UE y de
la baja integración cultural, social, política y económica de la numerosa
minoría islámica.
Veremos que acuerda la UE con Grecia, ínterin hay por lo
menos tres aprendizajes para traer a estas tierras tras el default griego: que
ya es poco probable sobrevivir como comunidad nacional próspera sin una
articulación virtuosa con el mundo, que la financiación del crecimiento puede
llegar a buen puerto pero que el déficit fiscal nos lleva a los peores fracasos
colectivos y, finalmente, que el estado de bienestar financiado por crédito
externo es poco sustentable, y termina en un empobrecimiento masivo de la
población.
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