Los últimos
desaciertos en las encuestas
y las explicaciones de las consultoras.
“Las últimas encuestas erran seguido y por un enorme margen.
Se volvió a faltar el respeto al ciudadano”. La frase, de Martín Lousteau,
sintetiza una anomalía que venía siendo advertida, pero estalló fuerte con el
balotaje porteño: la diferencia entre los sondeos de opinión y el resultado
final de los comicios. Una brecha que hace tambalear la credibilidad de los
relevamientos previos a las elecciones, mirados de reojo por la dirigencia
política.
Parece difícil justificar cómo un candidato puede pasar de
un “cómodo triunfo” a una “ventaja ajustada”. Sucedió el domingo 19 de julio,
cuando las indagaciones previas le daban a Horacio Rodríguez Larreta una
superioridad de alrededor de 10 puntos sobre Martín Lousteau. Pero a medida que
avanzaba el escrutinio, ECO ratificaba su ventaja en más comunas y la
diferencia entre el joven candidato y el delfín de Mauricio Macri terminó
achicándose a tres puntos. ¿Error estadístico o voto sorpresa?
En distrito porteño, algunas consultoras ya habían quedado
en jaque cuando sobrevaloraron a Gabriela Michetti en la interna del Pro, donde
finalmente se impuso el jefe de Gabinete porteño. Por ejemplo, a casi 10 días
de las PASO porteñas, Management &
FIT sostenía que los precandidatos estaban separados por apenas 1,5 puntos.
Esa brecha se dilató luego en otra encuesta, realizada por Poliarquía, que ya
medía una ventaja de 4,9 puntos de Rodríguez Larreta sobre la senadora
nacional. La misma consultora llegó a decir días después que esa superioridad
se estiraba a 6,3 puntos. “Se rompió la paridad”, aseguraban. El resultado
final arrojó más que eso, y el flamante jefe de Gobierno porteño sorteó las
primarias 10 puntos arriba de su contrincante: el resultado final fue 28,47
para HRL, contra 18,98 de Michetti. Y
ni qué decir con el papelón que los boca de urna le hicieron hacer al FpV, que
festejó por anticipado un segundo lugar de Mariano Recalde que finalmente
estuvo lejos de registrarse.
Los relevamientos fueron más acertados el 5 de julio, pero
con la segunda vuelta volvieron a perder credibilidad. A sólo cinco días del
balotaje porteño, la firma González y
Valladares pronosticaba que la victoria de Rodríguez Larreta sería por una
diferencia de 9,06 puntos (550 casos, vía telefónica). Poliarquía observaba una
diferencia similar entre el Pro y ECO, con 54,70% y 45,30%, respectivamente
(1.000 casos, vía telefónica). La misma diferencia de 9,4 puntos era estimada
por Management & FIT, de Mariel
Fornoni (1.200 casos, vía telefónica). Pero la verdadera disputa, la de las
urnas, terminó con un 51,62% para el macrismo y un 48,38% para Lousteau,
números que despertaron caras de asombro en ambos búnkers.
Mientras tanto, los boca de urna se obstinaban en mantener
el resultado que las encuestadoras habían vaticinado los días previos. El
justificado malestar del círculo de Lousteau es que no se hayan esperado a los
primeros resultados oficiales, amén de la rapidez de la boleta electrónica. “Se
combinaron los malos pronósticos con los zócalos de los programas de televisión
y las publicaciones de diarios. Eso termina contaminando la elección y es una
falta de respeto a la gente”, lamentó ante Parlamentario el legislador electo
Roy Cortina, y sentenció: “La ansiedad de los medios de comunicación les hacía
poner en los zócalos cosas de las que después se tuvieron que desdecir. Fue una
vergüenza”.
No sólo en ECO se sintió el fastidio. En los últimos días,
el diputado Facundo Moyano, candidato a renovar su banca por el Frente
Renovador, salió a reclamar que se establezca una regulación para las
consultoras de opinión. El hijo de Hugo Moyano recordó que “en 2013 los
encuestadores decían que había un empate técnico entre (Sergio) Massa y
(Martín) Insaurralde, y terminó ganando Massa por doce puntos”. Y agregó que
“más allá de que después la realidad hace quedar en evidencia” a las
consultoras, éstas “sí influyen” en el electorado. “Si te dicen que la elección
presidencial es entre Macri y (Daniel) Scioli durante cuatro meses, alguna
influencia va a tener en el voto de la gente”, se quejó Moyano en defensa de su
ahora jefe político, que en los sondeos se ubica en un lejano tercer lugar.
Tal como recordó el legislador, no es la primera vez que las
encuestadoras quedan en off side. Basta recordar lo que sucedió este año en
Córdoba, donde se ratificó el triunfo del delasotista Juan Schiaretti, pero el
segundo lugar fue para Oscar Aguad y no para el kirchnerista Eduardo
Accastello, tal como pronosticaron los sondeos finales.
Por caso, una encuesta temprana de la consultora Plan B auguraba un virtual empate
técnico entre la fórmula Aguad-Baldassi y la dupla Accastello-Buenaventura. Ya
un mes antes, el consultor Gustavo Córdoba avizoraba una leve diferencia a
favor del kirchnerista, menor a un punto. Dos semanas antes de la elección, la
fórmula kirchnerista era la única que seguía creciendo en intención de voto,
mientras que Aguad se había estabilizado en el tercer lugar, de acuerdo con la
consultora Artemático, que le daba un
29,8% a Acastello y un 20,2% a Aguad. Los títulos estaban dados: “El
kirchnerismo le gana al Pro en Córdoba”.
Nobleza obliga, Aresco
y Analogías acertaron. Incluso estimaron la distancia entre Schiaretti y
Aguad en 7 puntos, que fue aproximadamente la que se registró, que fue de 5
puntos. Management & Fit, en
cambio, ubicó segundo a Accastello por encima de Aguad.
Pero la realidad demostró lo contrario. La fórmula de Juntos
por Córdoba, referenciada en el diputado nacional de la UCR, obtuvo 33,78%, y
la apuesta de Córdoba Podemos quedó relegada al tercer puesto, con el 17,20% de
los votos.
Detrás de estas trastabilladas se esconden varias preguntas:
¿los desaciertos se pueden justificar con errores estadísticos? ¿O hubo un
fenómeno político particular que hizo virar el voto? ¿Qué grado de rigurosidad
tienen los distintos tipos de metodologías? ¿Cuál es el margen de error en un
balotaje con sólo dos candidatos? ¿Las mediciones se realizan a la medida de
los clientes?
Parlamentario
dialogó con cuatro consultoras para intentar encontrar respuestas a estos
interrogantes. Las compañías reconocieron las falencias en las encuestas, pero
se defendieron de las últimas acusaciones y sostuvieron que en el balotaje
porteño hubo un fenómeno político que fue más allá de la capacidad de medición
de los sondeos.
La defensa de las
consultoras
¿A qué se deben los errores que vienen registrándose en las
encuestas? Los consultores, que no eluden la autocrítica, explican que la
calidad de los sondeos depende de las limitaciones presupuestarias de los
partidos políticos que los encargan. Además, hay distintos factores de orden
socioeconómico que dificultan la percepción de la intención de voto con
rigurosidad.
“Hay que analizar cada elección y la performance de las
encuestas porque son diferentes”, explicó el consultor Ricardo Rouvier. En un
análisis a nivel global, el titular de Rouvier
y Asociados reconoció que “las encuestas son imperfectas, y la
sobreestimación tiene que ver con la cultura mediática y con la sociedad del
espectáculo”, donde “las encuestas se han convertido en un entretenimiento más,
y esto surgió de la triple sociedad tácita entre políticos, medios de
comunicación y consultoras”.
En una evaluación similar, Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva
Mayoría, sostuvo que una de las causas de los traspiés es política: “los
partidos políticos están en crisis, los votantes son más independientes y el
voto se ha tornado más fluctuante”, argumentó. El otro motivo sería de orden
técnico: “la tradicional entrevista cara a cara entre encuestado y encuestador
está siendo reemplazada por llamados telefónicos, computadoras que lanzan
llamadas en forma sistémica o preguntas a través de Internet y Facebook. Esto
abarató los costos sustancialmente, pero restó precisión al instrumento”,
precisó Fraga a Parlamentario.
Pero además, el consultor sostiene que “en el caso
argentino, a estos dos factores se agrega un tercero: las encuestas se han
transformado en un campo de batalla de la política”. “Lo que sucede en la
Justicia y en los medios sucede también en las encuestas. Además, muchos hoy
consideran que las encuestas forman parte de la campaña electoral: se las usa
para crear ‘clima’, influir en las decisiones, crear situaciones de
negociación, etcétera. Por eso muchas veces más que la encuesta, lo que importa
de la misma es su difusión en los medios”, razonó Fraga.
Para Rouvier, las imperfecciones en los sondeos “tienen que
ver con la mayor volatilidad del voto que afecta la instantaneidad fotográfica
que da una encuesta”, y “dificultades de acceso a ciertos sectores sociales que
no tienen teléfono de línea y que por razones de seguridad no se facilita el
acceso para la realización de encuestas domiciliarias en zonas marginales”.
Otro motivo es “la restricción presupuestaria: cada vez más los políticos
prefieren la encuesta telefónica y el sistema automático (IVR) a la entrevista
personal, porque es más onerosa”.
“Creo que por un problema de costos muchas encuestas se
hacen por entrevista telefónica o con el IVR, lo cual baja mucho la calidad de
los relevamientos”, coincidió Carlos Fara. Según el director de la firma
homónima, este sistema “deja mucha gente afuera que no posee teléfono, y en el
segundo caso además las contestan los más politizados, informados y de mayor
nivel socioeconómico, lo cual la sesga absolutamente”. Por eso, sostuvo que “la
mejor metodología es hacer un estudio 100% domiciliario, lo cual eleva los
costos notablemente, y no todos los clientes pueden pagarlo. Es una lógica de
mercado: hay productos para todos los bolsillos”.
Sin embargo, más allá de las imperfecciones metodológicas
que pueda tener una encuesta de opinión, todas las empresas consultadas
coinciden en que el balotaje sufrió un viraje político masivo e impredecible,
que hizo que una marea de votos fuera para Lousteau.
Fara consideró que “si bien es cierto que los desaciertos
estarían dentro del margen de error, es evidente que la CABA se ha vuelto un
lugar muy difícil para encuestar, por la alta volatilidad de su electorado,
sumado a los problemas de seguridad (si se hiciera domiciliaria), reticencia a
responder, producto de una saturación de llamadas de encuestas por IVR”. “Creo
que se deben revisar metodologías para indagar por qué está costando proyectar
el resultado final, tan cerca de la elección. De todos modos, al haber un yerro
masivo de las empresas, es porque hubo un fenómeno particular el domingo
pasado. Y no es un fenómeno que está sucediendo solo en la Argentina”, sugirió
el director de Fara & Asociados.
En el mismo sentido se expresó Rouvier, quien consideró que
“lo de CABA es distinto al común de los casos”, ya que “cuando todas las
consultoras dan un resultado parecido y se produce otro resultado, es que ha
pasado algo en la sociedad, que no ha sido detectado con los instrumentos como
las encuestas”. El consultor apuntó que “hay casos internacionales similares,
pero este tipo de ‘error’ es excepcional y muy interesante como caso, porque
habla de la sociedad y no de los encuestadores”.
Para explicar el caso porteño, Rouvier acudió al concepto de
“espiral del silencio” que formuló la polítóloga Elisabeth Noelle-Neumann para
explicar cómo la opinión pública se convierte en una forma de control social,
en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes
predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no. “Se produjo una espiral
del silencio no captada por los radares que son las encuestas, y que volcó en
poco tiempo una marea electoral (casi todos los votantes del FpV) hacia
Lousteau, a esto se le sumó una proporción de turistas que son de un sector
social que vota por el Pro y que reside en las comunas de más alto ingresos de
la Ciudad”, evaluó Rouvier, y añadió que “aunque parezca una excusa, no lo es:
cuando nos equivocamos todos para el mismo lado es que algo pasó en el
electorado, que no depende de las metodologías, ni de las técnicas, porque cada
agencia usa sus instrumentos, tiene una muestra propia, procesa de manera
diferente”.
Por su parte, Fraga puntualizó que en el caso porteño
“también pudieron haber influido algunas situaciones particulares: el inicio de
las vacaciones de invierno, que redujo en 4 puntos la concurrencia respecto a
la primera vuelta, lo cual afectó más al Pro que a ECO; errores de cálculo
sobre el voto en blanco, que pueden haber sobredimensionado el voto del
macrismo; o el hecho de que en la primera vuelta se votaron los legisladores y
los comuneros, con lo cual en la segunda vuelta el incentivo de la estructura
del oficialismo porteño para trabajar electoralmente pudo haber sido menor”.
En la misma línea, Carlos Germano advirtió que “las diferencias
que se dieron en esta tercera elección no habían pasado ni en las PASO ni en
las generales del 5 de julio”, por lo cual “indudablemente hubo algunos hechos
nuevos que generaron estos errores importantes”. El director de Germano & Asociados opinó que no se
trata de un tema de metodología, que “es la misma ya sean dos, cinco o 10
candidatos”.
“Lo que está en valor no es la cantidad sino la calidad, que
funcionó bien en las dos elecciones anteriores. El sistema funciona, lo que
hubo fueron algunos hechos externos que se dieron en esta elección”, insistió.
¿Cuáles fueron esos factores exógenos? “En primer lugar
–respondió Germano-, no se previó la caída del cuatro o cinco por ciento de
gente que no fue a votar”. Además, indicó que “en las encuestas previas se
sobreestimó y se magnificó el voto en blanco, que no fue tan importante”, ya
que “a la sociedad le cuesta votar en blanco, hay un ejercicio democrático
donde la gente se quiere comprometer”. Pero lo que más influyó en el desacierto
final según esta consultora fue “el voto del Frente para la Victoria, que
terminó yendo de lleno a la fuerza ECO de Martín Lousteau, y en las encuestas
previas no se terminaba de definir claramente”.
Otra de las grandes equivocaciones de las encuestadoras en
la segunda vuelta electoral en distrito porteño fue en los boca de urna, donde
persistía la diferencia de 10 puntos entre Rodríguez Larreta y Lousteau.
“Hubo problemas en las PASO de la CABA, proyecciones
acertadas en la general, y nuevamente dificultades en el balotaje (que se
supone debe ser lo más fácil de proyectar). Las bocas de urna también son muy
costosas si son presenciales. Pero es evidente que algo está ocurriendo fuera
de lo común, si se tiene en cuenta que el propio Pro tenía un boca de urna en
la primera vuelta que lo daba ganador por más del 50 % y luego estuvo al menos
5 puntos por debajo de esa cifra”, señaló Fara.
Por su parte, Germano recordó que “no es la primera vez que
pasa esto con los boca de urna”, donde “en general siempre hay una cuota de
error”. “Acá no hubo boca de urna tradicional, por el sistema IVR no había
encuestadores en las puertas de los colegios, pero es más factible que pueda
haber más errores que en el sondeo previo, aunque en las anteriores elecciones
dieron muy bien”, expresó el consultor.
En tanto, Rouvier apuntó que con el sistema de boleta
electrónica, “a medida que se perfeccione y acelere el escrutinio no tiene
mucho sentido hacer bocas de urna”. “Los bocas de urna también son muestras que
están sometidas a la ley de probabilidades, y tienen su margen de error, pero
la ventaja es que toman al votante una vez que haya emitido, o sea que no hay
arrepentimiento ni cambio, y se toman muchas muestras”, destacó.
Por último, otro fantasma que merodea las encuestas tiene
que ver con el partido político que las encarga. ¿Los sondeos se están haciendo
al gusto del cliente? “Hay de todo. Como hay periodistas más serios que otros,
y médicos más serios que otros, también hay profesionales de esto que son más
serios que otros”, observó Germano ante Parlamentario, y añadió: “yo creo en la
profesionalidad de la persona y de la empresa, después está en cada uno lo que
quiere hacer. Como en general juega la no propuesta’, es decir, nadie dice lo
que va a hacer, entonces juegan con los elementos del marketing, entre ellos
las encuestas como método de posicionamiento”.
En tanto, Fara lamentó que “es un fenómeno común
lamentablemente”. “Hay empresas complacientes que buscan captar clientes
diciéndoles que están mejor en la intención de voto que lo que indica el resto,
y por eso consiguen que se las contrate. Es una cuestión de ética profesional.
En el mercado han proliferado todo tipo de empresas, y la gran mayoría no hace
relevamientos domiciliarios consistentes”, cuestionó el consultor.
En tono terminante, Rouvier sentenció: “si yo hiciera mi
trabajo a gusto de mis clientes, mejor me dedico a otra cosa, rompo el título
universitario y me inclino ante mi familia y mis alumnos para solicitarles el
perdón. Yo a los políticos les digo la verdad, o lo que yo creo que es la
verdad”.
0 comments :
Publicar un comentario