miércoles, 8 de julio de 2015

El todo es la suma de las partes

Por Gabriela Pousa
Pasaron las elecciones para elegir Jefe de la Ciudad de Buenos Aires como pasa todo en Argentina, a mediatintas. Los resultados arrojados abren paso a la norma constitucional que establece un balotaje. A eso apuntaba ECO, en rigor a eso apuntaba Martín Lousteau cuyo objetivo es el futuro de su carrera como político. Cuestión de prioridades e intereses… Sin embargo, algo quedó claro: la derrota del gobierno ha sido contundente. Le dijeron “no” los porteños.

El kirchnerismo pasó a estar tercero sin poder mejorar su anterior performance. Mariano Recalde no superó siquiera el porcentaje de votos que obtuviera Daniel Filmus cuatro años atrás. El 80% de los porteños no está a favor del gobierno. Pese a esta rigurosidad, el escenario actual arroja otras lecturas y alguna duda. 

En primer lugar, la confirmación de que hay oposición. El clamor promovido por del gobierno acerca de la falta de esta comienza a hacer mella. En consecuencia, el escepticismo y la apatía de la ciudadanía debería disiparse para evitar sigan imponiendo falsas doctrinas al estilo: “Daniel Scioli ya ganó“. Pues no, Scioli no ganó porque aún no compitió. Las estadísticas deben ser tomadas con pinza.

Esta elección, como la de Córdoba, desnuda hasta qué punto detrás de las encuestas hay intereses sectarios y oportunistas. Los estudios de opinión son productos y se venden a precio de mercado. Los medios masivos deberían comenzar a replantearse la publicación de datos cuya rigurosidad se desploma una vez conocidos los resultados. Hay una delgada línea entre el error estadístico, la manipulación y la estafa.

Asimismo, el balotaje entre Horacio Rodríguez Larreta y Martin Lousteau que debería ser tomado como un paso más, apenas está sirviendo para que afloren todas las miserias de la dirigencia. La apuesta al cambio se topa de repente con lo peor de la política: los egos. Entonces aquello que parecía claro se oscurece hasta ponerse negro. 

Si bien, con 20 puntos de diferencia entre uno y otro candidato, el resultado de una segunda vuelta está prácticamente cantado, se abre paso a una innecesaria disputa donde predomina el “yo” en detrimento del “nosotros”. Una pena abrir una nueva grieta. En las redes sociales hoy pululan discusiones virulentas entre los seguidores de Lousteau y aquellos que consideran que no es momento para quedarse en detalles porque lo que está en juego es la República.

Ciertamente, si se observa desde el punto de vista práctico, el balotaje entre dos contrincantes que pertenecen a una alianza o forman parte de estructuras que deberán librar una interna en Agosto próximo, no parece lo recomendable. El todo es la suma de las partes. Mientras se debate sin sentido lo que ya se ha debatido, el oficialismo avanza y se organiza. ¿Cuánto costará el afán de posicionarse mejor en la política del ex ministro de Economía? 

En ese sentido, puede verse en el titular de ECO un germen de la característica conducta kirchnerista: mis intereses primeros. El patriotismo parece estar extinguido. Empieza pues, la previa a ese segundo comicio corroborando una vez más cómo se le regala al kirchnerismo el gobierno en bandeja. Estamos en pequeñeces cuando la situación no es normal en la Argentina. Lo demuestra claramente, sin ir más lejos, la avanzada contra la Justicia.

Las PASO presidenciales muy probablemente definirán la candidatura de Mauricio Macri a presidente como representante de una alianza. Martin Lousteau no se define acerca de quién será su candidato a presidente, o sea no hay noción acerca del proyecto de país que apoya y por el cual se supone que pelea. Raro.

De ganar las PASO, Macri representaría el cambio frente a un Daniel Scioli que pregona la continuidad del modelo y su fidelidad a la conducción actual. El nombramiento de Carlos Zannini para acompañar la formula sella y no deja duda al respecto. Después puede analizarse qué tipo de cambio ofrece el PRO, no viene a cuento ahora adentrarse en ello. 

Lo cierto es que la segunda vuelta en la capital porteña hace que se pierda tiempo necesario para fortalecer la estrategia y la figura de quien será la persona que represente a quienes quieren otra Argentina. 

No es tiempo para sutilezas. La Constitución habilita una segunda vuelta es verdad, pero también habilita al candidato a bajarse de ella. Eso no sucederá y no por respeto a la regla sino por ambición personal. La actitud de Martin Lousteau es mezquina, pretende llegar a la jefatura de gobierno apelando a la consigna maquiavélica que es la misma que implementa Daniel Scioli y la Presidente. “El fin justifica los medios”, por eso no se tiene en cuenta que para la remota posibilidad de que ECO dirija la ciudad de Buenos Aires, se puede llegar a hipotecar el futuro de la Argentina.

De algún modo puede decirse que volvió el ex ministro de Cristina a la política. La actitud de Lousteau es la que adoptan a menudo los kirchneristas: todo se usa y todo se tira. 

Podía esperarse que el oficialismo hiciera lo imposible para menguar la imagen y las posibilidades del actual jefe de Gobierno, pero no que sea alguien que a nivel nacional participa de la misma alianza opositora. Mas la política es así, o la mayoría de los políticos son así, y Martin Lousteau no es la excepción a la regla. 

El líder de ECO prioriza su futuro político en detrimento del futuro del país. Egoísmo o capricho de quien necesita los votos del kirchnerismo para alzarse con la jefatura porteña. En consecuencia, ya ha comenzado la militancia kirchnerista a propagar que apoyando al ex ministro de Cristina, no por simpatía sino por una remota posibilidad de hacer tambalear a su adversario a nivel nacional. 

Así estamos. No puede pedírsele peras al olmo, es cierto. El pasado de los candidatos dice mucho de ellos. La memoria no suele ser algo que ejercitamos pero quizás ya sea tiempo de hacerlo. 


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