Por Carlos Gabetta (*) |
El mundo le debe a Grecia el buen uso de la razón y la noción de
democracia. A Europa, la Revolución Francesa, la ilustración, el liberalismo y
el marxismo. El mundo liberal se desmorona y la razón y la ilustración cada vez
brillan más por su ausencia. En cuanto al marxismo, se lo ha olvidado cuando
más se lo necesita, al menos para tratar de entender lo que pasa.
¿Qué buen uso de la razón, qué democracia, pueden encontrarse en la
crisis griega y su “resolución”? Enésimo país en bancarrota después de recibir
200 mil millones de euros de fondos estructurales desde que ingresó en la Unión
Europea (UE, 1981), más una remisión de deuda e intereses por 175 mil millones
durante su crisis 2009-2010. En total, una suma que dobla su PBI actual,
alegremente dilapidada, entre corrupción y clientelismo, por conservadores y
socialdemócratas devenidos neoliberales. Por su parte, las políticas impuestas
por esas “ayudas” hicieron que “los salarios cayeran 27% entre 2009 y 2014; los
impuestos subiesen 337% para los grupos de menor ingreso y menos del 10% para
los más elevados, y el 10% de la población más pobre perdiera el 82% de sus
ingresos desde 2008” (http://www.perfil.com/columnistas/Socorro-Help-Aiuto-20150705-0027.html).
Ahora, la UE impone a Grecia un plan que el semanario alemán Der Spiegel
calificó de “catálogo de horrores”, ya que repite las condiciones anteriores e
incluye requisitos que someten su soberanía. Por ejemplo, “un fondo encargado
de privatizar los activos públicos: 50 mil millones que serán consagrados a la
recapitalización de los bancos griegos, al interés de la deuda y el remanente…
a inversiones en el país” (Le Monde, 13-7-15). O sea, lo mismo, pero peor. Un
coro mundial de economistas, encabezado por los premios Nobel Paul Krugman y
Joseph Stiglitz, repudia el acuerdo y pronostica una nueva catástrofe.
El gobierno de Syriza, votado primero y respaldado luego en un
referéndum para oponerse al acuerdo, acabó aceptándolo. A pesar de las
protestas ciudadanas y de serios disensos políticos, el Parlamento griego lo
aprobó. Hay dos maneras de tratar de entender esto. O los líderes de Syriza
sabían desde el principio que eso es lo que harían y aprovecharon la crisis
para encaramarse en el gobierno, o se trata de honestos personajes, pero sin
diagnóstico ni propuestas. La segunda es más razonable. Populismo en estado
primario. Simplemente, no saben qué hacer con la crisis, y ahora irán haciendo
lo que puedan. Si se mantienen en el gobierno, ingresarán en la fase secundaria:
más corrupción y un “relato”. En Grecia, que mal que bien pertenece a la UE, lo
más probable, o en todo caso lo más honesto, sería que este gobierno dimitiera
y llamara a nuevas elecciones.
Pero en ese caso: ¿alguien presentará un programa anticrisis? Tanto la
derecha como la socialdemocracia votaron encantadas el nuevo “salvataje” de la
UE, cubriendo con sus votos las disidencias de Syriza. Y mientras el mundo se
entretenía con la crisis griega, Alejandro García Padilla, gobernador de Puerto
Rico, declaraba que su deuda pública (72 mil millones) es “impagable”, al
tiempo que la Casa Blanca descartaba un rescate para su “Estado asociado”. En
China, el índice bursátil Shanghai Composite perdía el 30% de su valor desde el
12 de junio y el Shenzhen Composite caía casi 40% en el mismo lapso (Expansión,
9-7-15). Ucrania está en plena crisis financiera y, además, ante la posibilidad
de un agravamiento de su conflicto armado. Próximos candidatos: Italia, España,
Portugal, varios de la periferia, sin excluir a Rusia y a los propios Estados
Unidos.
En cuanto al marxismo, si existen poderosas razones históricas para
archivar al de la “dictadura del proletariado”, hay otras tantas, y tan
poderosas, para recuperar al Marx de El capital y sus epígonos, ya que esta
crisis del capitalismo es global, estructural, sistémica.
No se pierdan el próximo capítulo.
(*) Periodista
y escritor.
© Perfil
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