jueves, 11 de junio de 2015

Massa: una cuesta muy empinada contra la polarización

Por Gabriel Profiti

Pese a que todavía puede bajarse, el anuncio de Sergio Massa de que competirá por la Presidencia pareció definitivo y por lo tanto deberá remontar una cuesta muy empinada para quebrar el clima de polarización que se instaló en los últimos meses y que amenaza con profundizarse después de las Primarias.

Tras la diáspora de dirigentes y la caída en las encuestas, el ex intendente de Tigre había quedado en una disyuntiva: no era fácil retirarse por una cuestión de dignidad y de respaldo a quienes continúan al amparo de su armado nacional, pero tampoco era sencillo seguir adelante con la aventura grande. Eligió lanzarse con la esperanza de caer parado.

El propio precandidato reconoció en charlas privadas que si el frente UNA que conformó junto al gobernador cordobés José Manuel de la Sota queda relegado detrás del opositor Cambiemos y del Frente para la Victoria en las Primarias del 9 de agosto, lo más probable es que pierda la mitad de la cosecha en la primera vuelta del 25 de octubre.

Ya le ocurrió algo parecido a Eduardo Duhalde en 2011 (pasó de 12.12% a 5,86% entre una elección y la otra) porque los votantes se mueven bajo el impulso del voto útil.

Así, también está amenazado el objetivo de mínima que se trazó Massa al mantenerse en carrera, consistente en quedar posicionado como un referente de la oposición luego de las elecciones. "Soy joven", se atajó para el caso de enfrentar una derrota.

Por lo pronto, este miércoles ensayó un relanzamiento. Entre los ejes de su mensaje se destacó la intención de posicionarse como una víctima de los sistemas públicos y privados de poder frente a un electorado que -a su favor- aparece muy volátil en las encuestas. "Usaron su poder para sacarnos de la cancha", sintetizó y habló del "látigo y la chequera".

El otro trazo grueso del discurso fue la autocrítica. Después de aquella resonante victoria en Buenos Aires hace dos años, Massa cometió errores de apreciación y estrategia que lo hicieron cambiar varias veces sobre la marcha y lo terminaron perjudicando.

Su armado se desmoronó en plena construcción: se presentó como la renovación y empezó a sumar emblemas de la vieja política; como el intendente de Merlo, Raúl Othacehé.

Además, perdió el apoyo de Carlos Reutemann; sucumbió en la pulseada con el PRO por la alianza con la UCR; y tampoco acertó con Francisco de Narváez, quien pateó el hormiguero al entrar tarde al Frente Renovador y ahora lo obliga a improvisar un candidato a gobernador al irse.

Pero quizá el error más grave fue haber intentado recorrer lo que definió como "la ancha avenida del medio" entre el oficialismo y el PRO, sin tener en cuenta que ese lugar ya lo ocupó Daniel Scioli, cuya ambigüedad o versatilidad política le permite ser visto como garante de la continuidad o el cambio.

Ahora Massa insistió en esa equidistancia pero como el verdadero candidato del "cambio" con la agenda "de la gente", que incluye en primer término el combate a la inseguridad.

Además de la iniciativa buscará recuperar visibilidad. A su lado aseguran que para ello cuentan con financiamiento y con los minutos gratis de publicidad electoral que recibirá por los cuatro millones de votos que sumó en 2013. "Tocamos fondo, sólo queda rebotar", se esperanzó un hombre de su entorno.

© NA

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