Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)
Tremendas jornadas se viven en la Iglesia del Cristinismo de
los Últimos días. El acto de mayor resistencia hacia alguna medida adoptada por
la Presi se vive por estas horas en las que los militantes de Randazzo
––entiéndase: los 7500 contratados repartidos por el país– lloran, putean y le
recuerdan a Cristina que estamos en democracia.
Lo podrían haber recordado
antes, dado que dentro del Partido Justicialista hicieron lo que quisieron a su
antojo. Si hasta Néstor Kirchner se tomó la libertad ––por el voto unánime… de
él solito– de desafiliar al partido de la Internacional Demócrata Cristiana y
adherirlo a la Internacional Socialista, lugar en el que ya había primereado la
Unión Cívica Radical de la mano de Alfonsín en los años ochenta.
Los medios, por su parte, se dividieron entre los que le
chupan las medias a Daniel Scioli abiertamente y los que prefieren no hablar
mal de él, por si las moscas. Quizás, en algún recóndito rincón de la psiquis
de los colegas se esconda un resquicio de esperanza de vivir de buena pauta.
Los más viejos, mucho más curtidos en el tema, esperan que todo vuelva a la
normalidad. O sea, que de un Gobierno que los escrachaba públicamente por el
boleto de bondi que no pagaron el 9 de agosto de 1988, puedan regresar al mágico
sistema de pegar a matar, a la espera de ese sobre silenciador.
Los amigos de 678 se tuvieron que fumar a Scioli gozándolos
en directo, mientras que Clarín se tuvo que bancar que el gobernador, inquilino
de TN durante ocho años, dijera en la trinchera del ultraoficialismo onanista
que el Grupo tendrá que adecuarse a la ley de medios. No hay hepatalgina que
alcance para ayudar a la digestión de los que creyeron que Scioli era la
esperanza blanca frente al kirchnerismo, ni de los kirchneristas que acusaron a
Scioli de buitre, facho y neoliberal. A los devotos del cristinismo tampoco les
dio para tratarlo de nepotista, juzgar su gestión por ineficiente o sospechar
de su crecimiento patrimonial. Es la evolución del hombre, la ley que dicta que,
lo que no usamos, lo perdemos. Al igual que con el rabo residual, ellos
perdieron la capacidad de cuestionar cómo hacen para ser multimillonarios, o
por qué nombran a los amigos de los amigos de la testigo de casamiento de la
cuñada del hermano del Gobernador.
Al compañerazo Randazzo lo aniquilaron. Muchos dicen que fue
amor propio, orgullo, coraje. Otros dicen que fue caprichito. Y algunos pocos,
que no le ofrecieron nada y sólo le pidieron que baje la candidatura. La cara
de Randazzo en el último acto de Cristina en Rosario ––ése por un nuevo
aniversario de la Jura de la Bandera de Néstor Kirchner el 20 de junio de
1959–, me hace tirar más para la tercera teoría.
Ahora Floppy se encuentra abocado a la tremenda labor de
garantizar el pan en la mesa de esos 7.500 contratados por locación de servicio
y planta de gabinete, que podrían pasar a complicar los dibujos del desempleo
del Indec. Desde aquí esperamos que resista hasta el 20 de julio, día del
amigo. Si sobrevive a esa jornada con menos llamados que celular en ascensor,
el resto es pan comido. Claro, antes tiene que bancar a que Cristina no le de
un boleo en el ocote y lo mande de vuelta a Chivilcoy. En tren.
Ahora se sumó la partida del Sheneral Milani. Casi nuestro
Dios, el que todo lo sabe, el que conoce qué pensamos, cuándo lo hacemos y si
nos olvidamos de apagar la luz. El Oscar Parrilli con buenos modales, jabón y
peine. Un hombre al que le gusta darse sus gustos ––a esa altura de la vida,
bajarse una botella de whisky no debería ser un pecado sino un derecho– y que
convirtió al Generalato en una enorme fiesta en la que todos merecían pasarla
tan bien como el anfitrión. Y todo pagado con la nuestra, como corresponde.
La figura de Milani debería habernos interpelado a todos
como sociedad: un tipo con un poder adquisitivo incompatible con su salario, un
hombre que hizo de nuestra privacidad un enorme Gran Hermano sin panelistas con
un rating limitado sólo a los muchachos que nos pispean. Sin embargo, el único
lado por el cual indignó es por el caso del conscripto desaparecido Alberto
Ledo, ocurrido cuando Milani tenía 21 años. Obviamente, le cabe responder a la
ley. Lo chistoso del asunto es que tuvo mejor suerte que varios de sus
camaradas, que terminaron pudriéndose en cana por motivos idénticos mientras el
Sheneral disfrutaba del voyeurismo nacional.
El kirchnerismo se convirtió en un ente romántico a lo largo
del Gobierno de su viuda. Un concepto amorfo ––tal como lo fue desde sus
inicios–, que la Presi utilizó de forma retórica para disfrazar el Cristinismo.
Y no lo hizo por humildad, sino para bancar cualquier cosa, desde un
vicepresidente del CEMA, hasta un ministro de Economía incapaz de calcular el
talle correcto de la ropa.
Como corresponde a cualquier proceso político, desde el momento
en que el Presidente no puede presentarse a elecciones y designa a un sucesor,
su poder desaparece. Esto no ocurrió en el último traspaso porque vivimos en el
único país del mundo en el que el Presidente saliente le medía el aceite al
Presidente entrante, pero si sacamos esta excepción marital, la regla siempre
se cumple.
Cris podría haber jugado fuerte presentándose como candidata
a algo. No quiso. Gracias a Dios tiene jubilación de privilegio, porque con eso
de haber empezado a trabajar a los 38 años no le alcanzarían los aportes y
tendría que prenderse en una de sus moratorias previsionales para terminar
cobrando la mínima a costillas de los que aportaron religiosamente toda la puta
vida.
El pejotismo siempre se alinea tras el que tiene la batuta.
No falla. Y Cris demostró que su único poder real sobre el rejunte de
inoperantes a los que hemos dado en llamar intendentes y gobernadores radicaba
en la caja. Y no jodamos con la militancia onanista: esa subclasificación del
organigrama ciudadano argentino que ha sacrificado el poder de discernimiento y
la libertad de elegir a cambio de tener algo en qué creer ciegamente, no mueve
el amperímetro, nunca lo movió ni podrá hacerlo, aunque hayan creído que sí lo
hacían.
Resulta interesante ––cuando no divertido/lisérgico– ver
como la esperanza se adapta a las necesidades psicológicas. Del pingüino o
pingüina pasamos a sólo pingüina por cuestiones que tienen que ver con la
mortalidad del ser humano. De allí, en orden decreciente: Cristina eterna,
kirchnerismo para veinte años, Cristina un mandato más, Máximo Presidente,
Cristina Gobernadora, Máximo Gobernador, Cristina al Parlasur, Máximo
Intendente, Cristina Diputada… Y terminamos con Cristina nada y Máximo
candidato a diputado nacional para poder decir que ganó algo, dado que los
números en Santa Cruz no le cerraban ni con sus cinturones.
Máximo superó a Cristina en varios récords, pero con ayuda
de su propia mamá y, si todo sigue su curso, pegará su primer laburo registrado
a los 39 años. Tampoco le darán los aportes para los 65, pero damos por
descontado que la que le dejan los viejos perdurará aunque no quieran laburar
ni los choznos de Néstitor Iván.
El Cristinismo ha muerto, como corresponde. Milani ya
arregló con el que viene para que no le rompan demasiado las tarlipes. Los
candidatos a gobernador de cualquier provincia ya se empiezan a mostrar como
“moderados”, que es la forma que tienen de decir, con delicadeza, que
pertenecen al pejotismo pero ya no quieren quedar pegados a Cristina. Y como
Scioli todavía no tiene garantizado nada, los cargos de Guía Espiritual y Líder
Infalible se encuentran vacantes.
Deberían ver lo que son los ministerios por estos días. Ya
no se calientan ni en comprar café ––literalmente– y las caras largas se
suceden una tras otra. Y si bien nunca fueron muy duchos para cuestiones
laborales, desde este lunes se encuentran en piloto automático, a excepción del
Indec, donde esta semana nos contaron que el 90% de la población activa
argentina cobra menos de 13 mil pesos y el 50% es pobre con laburo. Entraron en
etapa de duelo y tienen sus buenas razones para ello: no existe un ministro que
no haya puteado al bendecido Scioli y, por ende, no existe un contratado que no
tema por su futuro laboral.
El duelo es entendible y no deja de ser un comportamiento
instintivo en muchas especies. Algunos lo superan rápido y terminan aplaudiendo
las puteadas contra el sistema impositivo en un acto de Scioli, a pesar de que
Daniel Osvaldo se las puso hasta la nuca a los bonaerenses sin siquiera
invitarles un café previo o pedirles un taxi después.
Ahí tienen el acto de Scioli y Zannini, donde la nueva
monada se juntó para festejar y vitorear cada puteada a De La Sota en materia
de infraestructura energética. Sí, se juntaron a putear al muerto por haberse
parado delante de la bala. Y eso que el discurso no estuvo a cargo de Cacho
Buenaventura, el candidato a vicegobernador, sino del propio Eduardo
Accastello.
Y así, mientras el intendente de Villa María ––que vive de
la guita que le gira la Nación puenteando a De La Sota– defendía que su ciudad
no tiene villas y lo aplaudían, también aplaudieron a Scioli, que tiene mil
villas en el conurbano bonaerense, sin contar las de los otras grandes urbes
provinciales.
Zannini ––el cordobés con menos carisma desde la aparición
de Fernando De La Rúa– dijo que se sentía orgulloso de ser el candidato a vice
del vice de Néstor Kirchner. Randazzo, que escuchaba mientras le pedía a los
pibes de la mudanza que no le saquen el escritorio, rompió en llanto por el
despecho. El Chino, formado en la educación pública y gratuita, puteó a
Sarmiento y pasó a realizar un listado de sus laureles. No, de sus orígenes
pobres y presente multimillonario no dijo nada. Sólo mencionó que fue torturado
en los setenta.
Mientras Randazzo gritaba que las fotos de los viejos no se
las toquen, que son de él, tuvo que salir a buscar una oficina a la que no le
hayan sacado el cable para poder seguir el discurso. Llegó justo para fumarse
el video “Acá está” de la campaña de Daniel.
Ese video no es nuevo. Tuve el raro privilegio de verlo el
día que se estrenó en el invierno de 2012, cuando en La Plata se lanzó una
agrupación llamada “La DOS”, en homenaje a las iniciales de Scioli que, encima,
coinciden con el número de lista histórico del PJ. El video, financiado desde
la Jefatura de Gabinete provincial con la guita de los bonaerenses, obviamente,
a Scioli le pareció fuerte. Frases como “acá está el que no se la juega”, “acá
está al que le dicen lo que tiene que hacer”, “el que tenía que reaccionar y no
reaccionó” y otras, le resultaron agresivas, dado que eran respuestas directas
a los dardos que disparaba Cristina desde la Rosada y por cadena, en medio del
conflicto por los fondos para los salarios públicos de la provincia de Buenos
Aires. Tres años después, le sacaron el polvo y lo mandaron. Pareciera una
respuesta a los contreras de Scioli. Y lo es, sólo que la principal contrera
era Cristina y, por decantación, todos sus acólitos.
Randazzo terminó de escuchar el discurso y volvió a su
oficina. Le costó encontrarla, dada que le sacaron hasta la placa de Ministro,
pero el sonido del celular lo ayudó. De una caja de cartón con los diplomas
sacó el fono y atendió a uno de sus más allegados militantes, quien llorando,
desde Córdoba, le preguntaba qué tenía que hacer. “Bancátela y sobreviví”, le
quiso decir Floppy, pero el de la mudanza le sacó el iPhone en el momento más
inoportuno.
Desde Córdoba, y sin haber escuchado las palabras de
Randazzo, el pibe se quedó viendo a sus compañeros, quienes le sugirieron que
intentara superar el duelo, que empezara a rehacer su vida y que se prenda en
la joda posterior al acto. No le fue tan bien. Leopoldo Federico Nietzche,
estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales y militante también atormentado,
fue testigo de lo acaecido:
«Dicho militante,
loco, se dejó conducir a la Unidad Básica. Provisto con una linterna en sus
manos no dejaba de gritar: “¡Busco al Modelo!” Allí había muchos peronistas,
algunos radicales y los comunistas sirviéndoles el café, y no dejaron de
reírse. Los descreídos, mirándose con sorna entre sí, se decían del Modelo:
“¿Se ha perdido? ¿Se ha extraviado?”. Y, mientras se cagaban de risa,
agregaban: “Se habrá ocultado, o tendrá miedo, o se habrá embarcado o
emigrado”. Al kirchnerista no le gustaron esas burlas y, precipitándose entre
ellos, les espetó: “¿Qué ha sido del Modelo?”. Fulminándolos con la mirada
agregó: “Se los voy a decir: lo hemos matado. Ustedes y yo lo hemos matado. ¡El
Modelo ha muerto! ¡El Modelo permanece muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado!
¿Cómo hemos podido bebernos el mar de sojadoláres? ¿Quién nos prestó la esponja
para borrar el horizonte? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Hacia adelante, hacia
atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Cómo podremos consolarnos,
asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora
la Patria Grande se ha desangrado bajo nuestros contratos irresueltos. ¿Quién
nos lavará esa sangre? ¿Con cuáles subsidios podremos purificarnos? ¿Qué ritos
expiatorios, qué fundaciones para cobrar tendremos que inventar? Y en tono
interrogativo y con énfasis prosiguió afirmando que nos roza el soplo del
vacío, que la noche se hace más noche y más profunda, y que se torna
indispensable encender linternas en pleno día. “Porque estamos en invierno,
culiao”, le gritó un cordobés, pero el loco siguió. Manifestó que se oye a los
sepultureros enterrando al Modelo, agregando que, tal vez, tengamos que oler el
desagradable tufo de la putrefacción divina pues, naturalmente, el Modelo
también se pudre. Y porque uno de los sepultureros tiene una sola mano y se
toma su tiempo. Se puso colérico y echó al suelo su linterna: “Vengo demasiado
pronto ––dijo entonces-, todavía no ha llegado mi tiempo. Este enorme suceso
todavía está en camino y no ha llegado hasta los oídos de los hombres. El rayo
y el trueno necesitan tiempo, la luz de los astros necesita tiempo, los actos
necesitan tiempo, incluso después de realizados, a fin de ser vistos y oídos.
Este acto está todavía más lejos de ellos que las más lejanas estrellas y, sin
embargo, son ellos los que lo han cometido”. Dicen que el loco esta mañana
penetró en varias unidades básicas, direcciones generales, subsecretarías y
otros templos de la Iglesia Cristinista para entonar un requiem æternam
kirchnerum. Y cuando era echado esgrimía reiteradamente su argumento: “¿Qué son
estas dependencias, sino tumbas y monumentos fúnebres del Modelo?”»*
Giovedi. Gane quien gane, y si alguna vez existió, el Modelo
murió. Es el tema de los ismos: se va el último Kirchner, ya no se llamará
kirchnerismo.
*Para los que no son
ateos, filósofos, o no la tenían, el original es el Aforismo 125 de la La gaya
ciencia, escrito por el compañero Friedrich Nietzche. Aplica hermoso para una
vida sin el Papá Estado y el reemplazo de éste por el hombre libre.
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