Por Cristian Folgar
Es muy curiosa la actitud que tomó el gobierno frente a la
inflación. En lugar de combatirla, primero pretendió ocultarla. Luego
intentaron echarles la culpa a los empresarios. Ahora el gobierno sólo se
limita a que la inflación esté por debajo de los peores pronósticos.
Cuando la YPF ya parcialmente estatizada aumentó los precios
de los combustibles por encima de cualquier índice, el argumento empezó a
quedarle incómodo al gobierno, porque según sus propias palabras: Cristina
Fernández de Kirchner conduce políticamente la empresa que no para de aumentar
sus precios.
Siguiendo la propia inflación oficial, cuando Cristina
asumió en 2007, la inflación estaba por debajo de los dos dígitos. Ahora ella
pretende festejar que nos deja, luego de 8 años, un país con dos dígitos de
inflación y en el orden del 25% (siempre según datos oficiales). Gracias al
cristinismo pasamos de crecer a tasas chinas a tener tasas de inflación
venezolanas. ¿Alguien me podría explicar qué festejamos?
Para analizar cómo está actuando el gobierno bastaría con
esta analogía. Imaginemos a un ex fumador que va al médico a contarle que
volvió a fumar, que está preocupado por lo que ello implica, porque ya tuvo
problemas serios de salud en el pasado y que todo su entorno de amistades y
familiares le dicen que no vuelva a fumar porque ello le puede traer
consecuencias graves o la muerte.
El médico, muy canchero y heterodoxo, le pregunta: ¿Quién le
dijo a usted que el cigarrillo hace mal? Esas son pavadas atómicas de la
medicina tradicional. ¿Cuánto está fumando por día? Diez cigarrillos, responde
el paciente. Vamos a duplicar la dosis, a partir de mañana pasamos a fumar 20
por día y si su mujer lo molesta se divorcia, sugiere el médico.
A los 6 meses vuelve el paciente a ver al médico y le dice
que le parece que la cuestión no marchaba bien, que se sentía mal, que le
costaba respirar y hacer esfuerzos. El médico sin prestar atención a los
síntomas le pregunta: ¿Ya se separó de su esposa?. No, contesta el paciente.
Sepárese ya, dice el médico. Ese es su verdadero problema y siga fumando, es
más aumentemos la dosis a 30 cigarrillos por día.
Tiempo después el paciente tiene un paro cardíaco y
descubren que su capacidad pulmonar se redujo a la mitad. Mientras estaba el
paciente internado, el médico lo visita y le dice: ¿Vio que su esposa estaba
equivocada? Ella dijo que se iba a morir, pero sólo tuvo un infarto y perdió la
mitad de la capacidad pulmonar. ¿Vio que el problema era su esposa? Este
infarto es consecuencia de la mala sangre que se hizo en la navidad del 2001,
no fue culpa del cigarrillo. Ahora, por las dudas y sin que nadie se entere
¿Qué le parece si bajamos la dosis de cigarrillos por día o la reemplazamos por
cigarrillos de chocolate?
Así se conduce el gobierno. Luego de negar el efecto nocivo
de la emisión descontrolada empezó a esterilizar tomando deuda al 30% anual en
pesos o a financiar vía deuda el déficit con bonos en dólares al 9% o en pesos
al 29%.
El gobierno espera que festejemos que nuestra moneda se
devalúe sólo el 25% al año. De poco sirve nombrar países que ni siquiera
conocemos para ver quienes integran el podio de los países con mayor nivel de
inflación. El propio gobierno que llevó el impuesto inflacionario de menos de
un dígito a más de dos dígitos pretende que festejemos que estamos por debajo
del 30%.
¿No sería más sensato empezar a bajar el impuesto
inflacionario? ¿Cuántas evidencias adicionales necesita el gobierno para
terminar de darse cuenta que la inflación destruye la capacidad de compra de
toda la economía, pero principalmente de aquellos que menos tienen?
Basta con recorrer un poco el país para darnos cuenta como
están las economías regionales. Si cae el consumo interno y caen las
exportaciones, ¿Qué incentivo tienen los empresarios para invertir? Luego de,
por lo menos, 5 años consecutivos de descontrol en el gasto público. ¿No será
tiempo de ordenar el frente fiscal? El déficit y la forma en que el gobierno
decidió financiarlo, son parte del problema, no de la solución. El déficit
fiscal, lamentablemente, no está actuando como un factor contracíclico que nos
va a sacar de la situación en la cual. Por el contrario, en la medida que
nuestro país fue deteriorando su situación fiscal, fue bajando el ritmo de
creación de empleo y hoy estamos directamente destruyendo empleos formales.
La solución a la cuestión inflacionaria no la vamos a
encontrar en las fantasiosas elucubraciones de un verso tan revolucionario como
vacío, sino que la vamos a encontrar cuando nos volvamos a reconciliar con el más
escurridizo de los sentidos: el SENTIDO COMUN.
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