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viernes, 29 de mayo de 2015

Por qué Cristina se compara siempre con 2003 y no con 2007

Por Ana Gerschenson
Recurrentemente, en cada uno de sus discursos, la presidenta Cristina Kirchner compara su gestión contra los indicadores económicos de la Argentina en 2003, pero nunca con el 2007, año en el que su esposo Néstor le traspasó el poder y comenzó oficialmente su gestión presidencial.

No le conviene. Incluso, si se contraponen las cifras oficiales, cuestionadas desde la intervención del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en enero del 2007.

Basta con recordar que Néstor Kirchner le entregó a Cristina una Argentina con 8,5% de inflación, mientras que el número oficial del 2014 fue casi el triple (23,9%), aunque en los hechos se habría cuadruplicado, según los economistas privados, que ubicaron a la inflación del año pasado entre el 34 y 37%. La propia jefa del Estado había advertido en una universidad estadounidense que si la inflación en la Argentina llegaba al 25% el país estallaba por los aires.

Sin cepo, sin devaluación, con la industria en crecimiento, el canje de deuda ordenado y reservas récord en el Banco Central, el país que Néstor le entregó a Cristina ya no existe. Ha retrocedido objetivamente, aunque desde el discurso y por cadena nacional, la Presidenta eche mano a la hecatombe del 2003 para que su administración sea percibida como superadora del desastre económico que, como jefa de Estado, no recibió.

"La Presidenta asumió con un país que estaba encaminado, y como decía Néstor, que había salido del infierno, aunque en el 2007 ya demandaba cambios, pero los cambios que hizo Cristina Kirchner fueron totalmente equivocados y está entregando un país que está en peores condiciones desde los fundamentos económicos", evalúa el economista Juan Ronderos, gerente de Desarrollo de Negocios de la consultora Abeceb, ante una consulta de 3Días. Uno de los errores que compartieron Néstor y Cristina fue manipular los números de la inflación creciente a través del polémico secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

La Argentina de Néstor Kirchner creció, gracias al viento sojero, como nunca en los últimos 100 años. En 2007, el PBI aumentó la enormidad de un 8,7%. En 2014 oficialmente fue del 3,6%, aunque en los números fuera del INDEC intervenido las cuentas reflejen un decrecimiento del 1,5% de la economía. Las proyecciones para el final del mandato se ubican también en terreno negativo, en el 0,5%.

La gestión cristinista tuvo dos momentos precisos: hasta el 2011, y luego de que la Presidenta ganara con el 54% de los votos su reelección, ya ocurrida la muerte de su compañero político y personal de toda la vida.

Si Néstor se había caracterizado por privilegiar la estabilidad del dólar y las reservas del Banco Central, Cristina hizo todo lo contrario. Fue el cambio y no la continuidad del proyecto que hoy les pide a los argentinos en las urnas del próximo 25 de octubre.

Devaluó e intervino de facto el Banco Central. En 2007, las reservas marcaban un récord de u$s 46.166 millones. Siete años después se contabilizaron con ayuda china (swaps que en un año habrá que pagar) 15.000 millones menos (31.443 millones) y los pronósticos para el 2015 son de u$s 28.800 millones en las arcas del BCRA, gracias a la toma de deuda que ensayó el Gobierno este año, a pesar de los holdouts y contradiciendo su propio discurso de desendeudamiento.

¿Qué diría hoy Néstor Kirchner, que se esforzó por mantener un prolijo equilibrio macroeconómico fiscal, con superávits gemelos, y un balance fiscal primario promedio del 3%? Hoy, en la Argentina cristinista, ese número es negativo en 4,1% debido a la emisión descontrolada de billetes.

Hay que decir que, en términos de desempleo, la era CFK superó a la de su esposo, quien le había dejado un índice de 8,5% de desocupados, en un descenso drástico que había comenzado (ya que el santacruceño había asumido en 2003) con un 17,3% de argentinos que no tenían trabajo. El índice de desempleo del 2014 fue del 7,3%, aunque las alarmas indican que, hace cuatro años y a caballo de la recesión, no se registra creación de empleo.

El mayor déficit, el más vergonzoso, es el de la pobreza. Quien asuma la Presidencia el 10 de diciembre próximo tendrá que averiguar cuántos argentinos viven en condiciones de pobreza, porque el gobierno de Cristina Kirchner decidió esconderlos y dejar de difundir el índice oficial un día del primer semestre del 2013, básicamente porque los indicadores no eran nada favorables y se contradecían con un discurso político basado en la "inclusión" social. Y pobreza es exclusión lisa y llana.

En 2007, según el INDEC, la pobreza llegó al 22%. Se redujo en el 2011 al 7,4%, y el último dato es del 2013 (4,7%) siempre con las estadísticas intervenidas. Tanto el Barómetro de la Deuda Social Argentina (de la Universidad Católica Argentina), como los técnicos desplazados del INDEC nucleados en ATE, estiman que el 27% de los argentinos viven en condiciones de pobreza.

En 2009, el indicador tuvo un efecto de disminución abrupto de al menos dos puntos gracias a la creación de la Asignación Universal por Hijo (AUH), aunque la inflación descontrolada diluyó rápidamente este alivio.

"Con una mano en el corazón, argentinos, piensen cómo estaban en mayo de 2003. ¿Están mejor que en 2003 o están peor?”, preguntó la Presidenta en su última plaza de 25 de Mayo como jefa de Estado, por cadena nacional. La pregunta vale también para CFK. Porque, con una mano en el corazón, la Argentina, ¿está mejor o está peor que el 10 de diciembre del 2007, cuando se calzó por primera vez la banda presidencial y comenzó oficialmente su administración?

© 3Días

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