Por Ana Gerschenson |
Recurrentemente, en cada uno de sus discursos, la presidenta
Cristina Kirchner compara su gestión contra los indicadores económicos de la
Argentina en 2003, pero nunca con el 2007, año en el que su esposo Néstor le
traspasó el poder y comenzó oficialmente su gestión presidencial.
No le conviene. Incluso, si se contraponen las cifras
oficiales, cuestionadas desde la intervención del Instituto Nacional de
Estadística y Censos (INDEC), en enero del 2007.
Basta con recordar que Néstor Kirchner le entregó a Cristina
una Argentina con 8,5% de inflación, mientras que el número oficial del 2014
fue casi el triple (23,9%), aunque en los hechos se habría cuadruplicado, según
los economistas privados, que ubicaron a la inflación del año pasado entre el
34 y 37%. La propia jefa del Estado había advertido en una universidad
estadounidense que si la inflación en la Argentina llegaba al 25% el país
estallaba por los aires.
Sin cepo, sin devaluación, con la industria en crecimiento,
el canje de deuda ordenado y reservas récord en el Banco Central, el país que
Néstor le entregó a Cristina ya no existe. Ha retrocedido objetivamente, aunque
desde el discurso y por cadena nacional, la Presidenta eche mano a la hecatombe
del 2003 para que su administración sea percibida como superadora del desastre
económico que, como jefa de Estado, no recibió.
"La Presidenta asumió con un país que estaba
encaminado, y como decía Néstor, que había salido del infierno, aunque en el
2007 ya demandaba cambios, pero los cambios que hizo Cristina Kirchner fueron
totalmente equivocados y está entregando un país que está en peores condiciones
desde los fundamentos económicos", evalúa el economista Juan Ronderos,
gerente de Desarrollo de Negocios de la consultora Abeceb, ante una consulta de
3Días. Uno de los errores que compartieron Néstor y Cristina fue manipular los
números de la inflación creciente a través del polémico secretario de Comercio,
Guillermo Moreno.
La Argentina de Néstor Kirchner creció, gracias al viento
sojero, como nunca en los últimos 100 años. En 2007, el PBI aumentó la
enormidad de un 8,7%. En 2014 oficialmente fue del 3,6%, aunque en los números
fuera del INDEC intervenido las cuentas reflejen un decrecimiento del 1,5% de
la economía. Las proyecciones para el final del mandato se ubican también en
terreno negativo, en el 0,5%.
La gestión cristinista tuvo dos momentos precisos: hasta el
2011, y luego de que la Presidenta ganara con el 54% de los votos su
reelección, ya ocurrida la muerte de su compañero político y personal de toda
la vida.
Si Néstor se había caracterizado por privilegiar la
estabilidad del dólar y las reservas del Banco Central, Cristina hizo todo lo
contrario. Fue el cambio y no la continuidad del proyecto que hoy les pide a
los argentinos en las urnas del próximo 25 de octubre.
Devaluó e intervino de facto el Banco Central. En 2007, las
reservas marcaban un récord de u$s 46.166 millones. Siete años después se
contabilizaron con ayuda china (swaps que en un año habrá que pagar) 15.000
millones menos (31.443 millones) y los pronósticos para el 2015 son de u$s
28.800 millones en las arcas del BCRA, gracias a la toma de deuda que ensayó el
Gobierno este año, a pesar de los holdouts y contradiciendo su propio discurso
de desendeudamiento.
¿Qué diría hoy Néstor Kirchner, que se esforzó por mantener
un prolijo equilibrio macroeconómico fiscal, con superávits gemelos, y un
balance fiscal primario promedio del 3%? Hoy, en la Argentina cristinista, ese
número es negativo en 4,1% debido a la emisión descontrolada de billetes.
Hay que decir que, en términos de desempleo, la era CFK
superó a la de su esposo, quien le había dejado un índice de 8,5% de
desocupados, en un descenso drástico que había comenzado (ya que el
santacruceño había asumido en 2003) con un 17,3% de argentinos que no tenían
trabajo. El índice de desempleo del 2014 fue del 7,3%, aunque las alarmas
indican que, hace cuatro años y a caballo de la recesión, no se registra creación
de empleo.
El mayor déficit, el más vergonzoso, es el de la pobreza.
Quien asuma la Presidencia el 10 de diciembre próximo tendrá que averiguar
cuántos argentinos viven en condiciones de pobreza, porque el gobierno de
Cristina Kirchner decidió esconderlos y dejar de difundir el índice oficial un
día del primer semestre del 2013, básicamente porque los indicadores no eran
nada favorables y se contradecían con un discurso político basado en la
"inclusión" social. Y pobreza es exclusión lisa y llana.
En 2007, según el INDEC, la pobreza llegó al 22%. Se redujo
en el 2011 al 7,4%, y el último dato es del 2013 (4,7%) siempre con las
estadísticas intervenidas. Tanto el Barómetro de la Deuda Social Argentina (de
la Universidad Católica Argentina), como los técnicos desplazados del INDEC
nucleados en ATE, estiman que el 27% de los argentinos viven en condiciones de
pobreza.
En 2009, el indicador tuvo un efecto de disminución abrupto
de al menos dos puntos gracias a la creación de la Asignación Universal por Hijo
(AUH), aunque la inflación descontrolada diluyó rápidamente este alivio.
"Con una mano en el corazón, argentinos, piensen cómo
estaban en mayo de 2003. ¿Están mejor que en 2003 o están peor?”, preguntó la
Presidenta en su última plaza de 25 de Mayo como
jefa de Estado, por cadena nacional. La pregunta vale también para CFK. Porque,
con una mano en el corazón, la Argentina, ¿está mejor o está peor que el 10 de
diciembre del 2007, cuando se calzó por primera vez la banda presidencial y
comenzó oficialmente su administración?
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