Por Gabriel Profiti |
Con las pompas de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo y sin reparar en gastos o abusos de la cadena nacional, Cristina Fernández de Kirchner cortó virtualmente la cinta de la campaña electoral en la que ya dejó en claro que no estará ausente.
El momento le es propicio: pese a que todavía las paritarias no son un capítulo cerrado y los gremios con perfil opositor agendan paro tras paro para las próximas semanas, el Gobierno logró recrear una aparente calma económica y financiera.
Tampoco asoman otros ejes de debate incómodos para el kirchnerismo. De hecho, el caso Nisman se evaporó y la corrupción por ahora está lejos de tener un rol medular en los debates. Sólo la inseguridad sigue sensibilizando a los argentinos.
La Presidenta ocupa entonces la centralidad de la campaña con anuncios y festejos, mientras promueve un equilibrio en la interna del Frente para la Victoria que precisamente alimente su poder, al menos, hasta que surja un ganador de las Primarias de agosto.
Primero ordenó una depuración en las listas de precandidatos del FPV y luego acomodó en la vidriera a Florencio Randazzo como contrapeso de Daniel Scioli, quien acentuaba una fase de acumulación interna y crecimiento en las encuestas.
Ese posicionamiento de Randazzo tuvo un contratiempo con la aparición del ministro de los trenes mofándose de Scioli en una reunión de los intelectuales de Carta Abierta.
La parodia le permitió al hombre que perdió un brazo hace 25 años en una carrera de motonáutica usar una de sus herramientas políticas más efectivas: la victimización.
Más allá de eso, Cristina machaca en la necesidad de profundizar el debate de ideas, cuestión que Scioli por ahora prefiere evitar ya que su capital político se afinca en la ambigüedad.
El gobernador sabe que a través del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, la Presidenta busca respaldos en todo el abanico oficialista para Randazzo y por eso trata de esquivar apariciones conjuntas y lo ningunea: “Mi cara a cara es con Macri”, dijo tras haber “aceptado” las disculpas del ministro.
Hasta el 20 de junio, fecha en la que se formalizarán las candidaturas, todo el FPV estará en hervor permanente. Una de las grandes dudas es qué hará Cristina y cómo se repartirán las candidaturas de los otros Kirchner: Máximo y Alicia.
Las opciones son candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, a parlamentaria del Mercosur por distrito único, es decir en todo el país, o a gobernadora bonaerense.
Los postulantes al Parlasur, elección que el oficialismo se apuró en aprobar el año pasado con fueros para los legisladores electos, estará bien visible en las boletas a continuación de la fórmula presidencial, pero al mismo tiempo ese cargo no será de asunción inmediata ni parece el más interesante para quien está acostumbrada a flashes y debates.
Por lo tanto, la pregunta que surge es si no optará por una doble candidatura. La ley no la prohíbe, pero sí impide la doble representación. Lo único claro es que la campaña girará en torno de ella hasta las primarias. “Gobiernan como si no se fueran a ir nunca y eso es un mérito”, reconoció un encumbrado candidato opositor.
Los votos volátiles
La semana política comenzó con el rotundo “no” de Mauricio Macri a la conformación de un amplio frente con Sergio Massa y Francisco de Narváez.
Junto a su mesa chica, el líder del Pro decidió apuntalar la candidatura de su vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal, a gobernadora bonaerense.
La lectura del macrismo es que si los números se mantienen como hasta ahora, las Paso ordenarán al electorado por vía del voto útil y muchos sufragios que el 9 de agosto sumarán para Massa terminarán yendo a Macri el 23 de octubre.
En respuesta, Massa salió a advertir que siete de cada diez de sus votantes elegiría a Scioli si la elección se polariza o ante un balotaje entre el gobernador bonaerense y Macri.
El líder del Frente Renovador asegura que en los análisis del electorado y en sus recorridas de campaña la gente reclama a los opositores que se unan y, por tal motivo, quiere que el otro referente de la oposición pague el costo político en caso de que por la falta de unidad el Frente para la Victoria saque diferencias a su favor.
Lo que queda difuso del planteo del ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner y ahora diputado nacional es si esos mismos apoyos propios que irían a parar a Scioli si no hay “gran Paso opositora” no harían lo mismo en caso de que Macri acceda a ir a esa interna amplia y triunfe.
El tigrense mantuvo una reunión con su equipo de campaña y el de su socio político José Manuel de la Sota el jueves último.
Del análisis surgió que más del 60 por ciento de los electores todavía no definió su voto y que, a excepción del núcleo duro kirchnerista, los votantes están volátiles.
El precandidato presidencial sufre un goteo de dirigentes desde hace varios meses y la gran primaria opositora sería una posibilidad de relanzamiento para ir por esa amplia porción del electorado no consolidada.
Hay tiempo hasta el 10 de junio para formalizar alianzas, pero por ahora va cada uno por su lado.
Mientras tanto, buscará potenciar su oferta con su compañero en la fórmula presidencial —que según insistió en privado, será una mujer del interior que otorgue “federalismo y diversidad”— y también con el candidato que encabezará la lista de parlamentarios del Mercosur.
© NA
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