Por Gabriel Profiti |
Raúl Othacehé, intendente de Merlo, formalizó su salida del
massismo y siguió así los pasos de su pares de Pilar y Escobar, Humberto
Zúccaro, y Sandro Guzmán.
Darío Giustozzi, hombre fuerte de Almirante Brown, también
merodea el kirchnerismo tras desafiliarse del Frente Renovador, mientras que
Gustavo Posse ya anunció que buscará su reelección en San Isidro y lo mismo
haría Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas) dentro de la escudería de Mauricio
Macri.
La diáspora renovadora podría alcanzar a Luis Acuña de
Hurlingham, -tironeado por el Frente para la Victoria y el PRO-, distrito desde
donde también opera el ex armador político del FR, Juan José Alvarez, quien
ahora tracciona dirigentes en sentido inverso del massismo al kirchnerismo.
El proceso tiene en vilo al grupo político que rodea a
Massa, al punto que varios de los intendentes más fieles analizan día a día los
pasos a seguir, en medio de fuertes rumores.
El ex intendente de Tigre responde que las deserciones
estaban previstas; que las encuestas publicadas en los principales diarios no
reflejan la realidad y que "en el cara a cara" con la gente les gana
a sus oponentes, Macri y Scioli.
Pero el panorama es complejo porque, como se ve, la
descalcificación del Frente Renovador en el plano nacional tiene raíz en el
conurbano, el mismo polo que en 2013 fue su catapulta a la candidatura
presidencial.
Hace dos años, solo habían quedado a salvo del huracán
massista cuatro municipios del corredor sur -técnicamente Tercera Sección
Electoral-, Lomas de Zamora, La Matanza, Berazategui y Florencio Varela, pero
ahora hasta su bastión del corredor Norte y Oeste -Primera Sección- está
amenazado.
"Es un equipo al que le echaron cinco jugadores y que
no puede seguir jugando porque lo impide el reglamento. O le da una salida
colectiva a esa situación o se van a terminar yendo todos de uno",
metaforizó un operador kirchnerista, quien tienta a Gabriel Katopodis de San
Martín y José Eseverri de Olavarría.
Tras las seis fugas massistas de los últimas meses en esa
región electoral clave hay veinte municipios gobernados por el FPV, seis por el
FR y tres por el PRO.
Ese conglomerado representa aproximadamente el 70% del
padrón provincial y el 23 o 25% del nacional (según se tome en cuenta su
versión original de 24 municipios o su ampliada de 29). Desde que la reforma de
la Constitución de 1994 eliminó el Colegio Electoral y estableció la elección
directa para Presidente, su preponderancia en los comicios creció de manera
decisiva.
Así como el conurbano acorrala a Massa, también desvela a
Macri. De hecho, el debilitamiento de su máximo competidor en el abanico
antikirchnerista, está fortaleciendo principalmente al FPV por su matriz común,
el PJ, y envalentona al oficialismo con un triunfo en primera vuelta que no
soñaba hace unos meses.
El jefe de Gobierno descartó un acuerdo con el exintendente
de Tigre y Francisco de Narváez para sacarlos de la cancha, y promueve a
personalidades del deporte y de la televisión en los municipios, pero juega
fuerte a magnetizar los desprendimientos de los renovadores que no van al PJ
porque es su talón de Aquiles.
El líder porteño muestra sólidas proyecciones en la Ciudad
de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, distritos que le siguen en
importancia a la estratégica Buenos Aires, pero nadie garantiza que pueda
compensar sus debilidades bonaerenses.
Con ese trasfondo, Macri intensificó sus salidas al
conurbano junto a su candidata a gobernadora María Eugenia Vidal, pero el
armado hasta ahora solo puede calificarse como decoroso.
"Tenemos que ganar en la primera sección como hizo
Massa en 2013 para equiparar las derrotas en la tercera pero es difícil",
asumió un hombre de la primera línea macrista en Buenos Aires.
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