Por Félix Piacentini
La información sobre el volumen de exportaciones de algunos
productos regionales para el primer trimestre de 2015 parece confirmar que ya
se superó la etapa de luces amarillas alertando sobre un problema de
competitividad, y se ha pasado a una en la que el tablero exhibe una mayoría de
luces rojas e incluso ya se puede percibir humo en la cabina.
Las cantidades exportadas de limones retrocedieron un 85%, siguiendo las de manzanas y mandarinas con un 48% y 47% respectivamente. También las ventas externas de peras sufren un repliegue del 28% en volumen.
Así, los cítricos del NOA y las frutas del Comahue han
sentido un fuerte impacto. En tanto los despachos de productos forestales,
típicos del NEA, se desploman un 39% durante los primeros tres meses del año
mientras que los del tabaco del NOA lo hacen en un 25%. Los lácteos de la zona
central del país padecen bajas del 25% en sus exportaciones de leches y quesos,
retrocediendo también los pollos el 28% y los cueros y pieles un 23%. Siguen
los descensos con la miel del NOA y región Centro (21%), el té y la yerba mate
del NEA (16% y 13% respectivamente) y el ajo de Cuyo con una caída del 8%.
Tampoco lograron escapar a este sombrío escenario las industrias pesqueras del
sur, que vieron disminuidos sus volúmenes de ventas al extranjero en un 15%
para los mariscos y 8% para los pescados.
Los factores que explican resultados tan sombríos son los
mismos de siempre, pero se agregan nuevos que producen una combinación que
contribuye a lo que algunos podrían llamar la “tormenta perfecta”. El tipo de
cambio “electoral” atrasado, las retenciones a las exportaciones combinadas con
costos crecientes en dólares y una carga fiscal nunca vista ya de por sí
configuran un cocktail complicado. Si se le agrega a este mix un dólar más
vigoroso frente a todas las monedas y commodities con menores precios que el
año pasado, se entiende porqué las exportaciones de producciones regionales se
han desplomado. A su vez, la política de utilizar el tipo de cambio como ancla
nominal para controlar la inflación y estimular el consumo por la doble vía de
una inflación desacelerándose que mejora el salario real y un abaratamiento de
los bienes transables, no permite vislumbrar que el deterioro de la
competitividad de las economías regionales se revierta durante 2015 sino todo
lo contrario. En realidad una recomposición del salario real sólo a costa de
una desaceleración pasajera de la inflación, y no por incrementos genuinos de
productividad, no hace más que incrementar el costo laboral real en dólares de
las producciones que compiten en el mundo y/o recorta su rentabilidad. En el
futuro cercano alguno de los ingredientes de este cocktailtendrá que cambiar
porque las economías regionales ya no resisten otro round como el que tienen
que pelear en el 2015.
Mucho se repite que las economías regionales están en
problemas. Se dice tanto que a veces se induce a pensar que los que así lo
afirman deben tener intereses sectoriales, o que persiguen algún beneficio o
privilegio para sortear ineficiencias propias que impiden alcanzar una
rentabilidad aceptable. Pues bien, la información sobre el volumen de
exportaciones de algunos productos regionales para el primer trimestre de 2015
parece confirmar que ya se superó la etapa de luces amarillas alertando sobre
un problema de competitividad, y se ha pasado a una en la que el tablero exhibe
una mayoría de luces rojas e incluso ya se puede percibir humo en la cabina.
Dejando de lado las producciones extensivas de cereales,
oleaginosas y carne bovina, que son comunes a gran cantidad de provincias y por
tanto escapan a la definición más corriente de producción regional, el panorama
es ciertamente alarmante. Para el primer trimestre, y comparando con el mismo
período de 2014, las cantidades
exportadas de limones retrocedieron un 85%, siguiendo las de manzanas y
mandarinas con un 48% y 47% respectivamente. También las ventas externas de
peras sufren un repliegue del 28% en volumen. Así, los cítricos del NOA y las
frutas del Comahue han sentido un fuerte impacto sobre estas producciones tan
dinamizadoras de sus economías locales. En tanto los despachos de productos
forestales, típicos del NEA, se desploman un 39% durante los primeros tres
meses del año mientras que los del tabaco del NOA lo hacen en un 25%. Los
lácteos de la zona central del país padecen bajas del 25% en sus exportaciones
de leches y quesos, retrocediendo también los pollos el 28% y los cueros y
pieles un 23%. Siguen los descensos con la miel del NOA y región Centro (21%),
el té y la yerba mate del NEA (16% y 13% respectivamente) y el ajo de Cuyo con
una caída del 8%. Tampoco lograron escapar a este sombrío escenario las
industrias pesqueras del sur, que vieron disminuidos sus volúmenes de ventas al
extranjero en un 15% para los mariscos y 8% para los pescados. Son pocas las
excepciones que se presentan, destacándose las legumbres del NOA con un
crecimiento de los envíos del 133%, aunque este resultado es explicado
fundamentalmente por el poroto alubia que evidencia un importante stock aún sin
vender de la campaña anterior, el incremento del 106% en los del algodón del
NEA (pero desde niveles bajísimos del año pasado) y las subas del 16% y 14% en
las cantidades exportadas de naranjas y uvas.
Los factores que explican resultados tan sombríos son los
mismos de siempre, pero se agregan nuevos que producen una combinación que
contribuye a lo que algunos podrían llamar la “tormenta perfecta”. Y es que a
todos los problemas que ya tenían las producciones regionales se agregan dos
que en cierto grado están relacionados, un dólar fortalecido frente a todas las
monedas (23% en el primer trimestre de 2015 de acuerdo al Dollar Index de
Bloomberg) y precios de commodities menores (-12% según el índice de
commoditiesagrícolas1 del Banco Mundial). Entre los inconvenientes que no son
nuevos las economías regionales ya debían enfrentar un tipo de cambio real
apreciado, situación que se agudiza en el primer trimestre de 2015 al registrar
una apreciación del 20%. Un ritmo de devaluación del peso menor al ritmo
inflacionario, 14% versus 32% para el primer trimestre, junto con la mayor
fortaleza del dólar en el mundo ya mencionada provocan este deterioro del tipo
de cambio real. La inflación podría interpretarse como una medida del
incremento de todos los costos que enfrentan las producciones regionales, pero
siendo más específicos todos aumentaron más que la tasa de devaluación del tipo
de cambio oficial. El costo salarial del primer trimestre, lógicamente
relacionado correlacionado con la tasa de inflación, lo hizo al 31% y no implicó
en la práctica un abaratamiento del costo laboral real; y los costos logísticos
incluyendo transporte acumularon una suba del 26%. En realidad para la
producción agrícola el costo de combustible, que se lleva una porción no
despreciable del total, observó encarecimientos más bien en el rango del 30%
entre los primeros trimestres de 2015 y 2014.
También dentro del menú de problemas preexistentes se
encuentra la presión fiscal récord, que ya suma 35% del PBI si se considera la
nacional más provincial (y todavía faltaría sumar la municipal) y el
persistente y cada vez mayor atraso en el reintegro del IVA a las exportaciones
(sumando el de los reintegros de retenciones a las exportaciones para algunos
casos). En los primeros 3 meses este atraso se agudizó en relación al mismo
lapso de 2014, pasando los reintegros de representar el 1,8% de la recaudación
bruta del IVA a tan sólo el 1,5% (aproximadamente $ 1.500 millones). Puesto de
otro modo, los reintegros tan sólo representan el 6,5% del total de IVA
generado por las exportaciones durante el primer trimestre.
A su vez, la política de utilizar el tipo de cambio como
ancla nominal para controlar la inflación y estimular el consumo por la doble
vía de una inflación desacelerándose que mejora el salario real y un
abaratamiento de los bienes transables, no permite vislumbrar que el deterioro
de la competitividad de las economías regionales se revierta durante 2015 sino
todo lo contrario. En realidad una recomposición del salario real sólo a costa
de una desaceleración pasajera de la inflación, y no por incrementos genuinos
de productividad, no hace más que incrementar el costo laboral real en dólares
de las producciones que compiten en el mundo y/o recorta su rentabilidad.
Basta recordar que el costo de mano obra industrial
argentino es de 20 US$ por hora aproximadamente, levemente por debajo del costo
de Corea del Sur, dos veces el de Brasil y el triple que el registrado en
Méjico. De esta forma, el “veranito” impulsado por una leve recomposición
transitoria del salario real es financiado en parte por las
empresas/producciones a costa de menor rentabilidad y se traduce en una suerte
de transferencia del sector productivo al consumo.
El tipo de cambio “electoral” atrasado, las retenciones a
las exportaciones combinadas con costos crecientes en dólares y una carga
fiscal nunca vista ya de por sí configuran un cocktail complicado. Si se le
agrega a este mix un dólar más vigoroso frente a todas las monedas y
commodities con menores precios que el año pasado, se entiende porqué las
exportaciones de producciones regionales se han desplomado. En el futuro
cercano alguno de los ingredientes de este cocktail tendrá que cambiar porque
las economías regionales ya no resisten otro round como el que tienen que
pelear en el 2015.
0 comments :
Publicar un comentario