Por Román Lejtman |
La justicia federal probó que empresarios vinculados al
tráfico ilegal de efedrina aportaron fondos para la campaña presidencial de
Cristina Fernández.
También comprobó que José Ramón Granero, en su momento
titular de la Sedronar, permitió que ingresaran toneladas de ese insumo
destinado a la fabricación de drogas sintéticas ilegales.
Graneros está
procesado y se investiga la complicidad de ciertos exfuncionarios que
trabajaban al lado de Néstor Kirchner cuando era presidente de la Nación. La
efedrina es una palabra prohibida en Balcarce 50.
Con la caída de Graneros, la Secretaría del Narcotráfico
estuvo vacante durante meses, pese a los informes mundiales que aseguraban un
crecimiento geométrico del tráfico y consumo de cocaína en la Argentina.
Cristina reaccionó ante la presión de la Iglesia Católica y designó al cura
Juan Carlos Molina, un militante oficialista que exhibió una capacidad infinita
para tuitear sus fotos con Francisco, alentar a River los domingos y proponer
la despenalización del consumo.
Molina renunció hace unos días, espantado por las internas
políticas y consciente de su fracaso ante el silencio del Papa y la Comisión
Episcopal Argentina, que prefiere políticas activas a la pérdida de tiempo en
las redes sociales. El cura jamás hizo pie en un gobierno incapaz de coordinar
políticas de Estado que impliquen un trabajo silencioso, sistemático y
profesional.
Con la Sedronar acéfala, el Observatorio de la Deuda Social
Argentina presentó un informe contundente acerca de la ineficiencia de la política
desplegada por CFK para enfrentar al narcotráfico y sus consecuencias
institucionales. Este observatorio académico, que depende de la Universidad
Católica Argentina (UCA), demostró que en los últimos cinco años aumentó la
venta de drogas en los barrios, que la policía es ineficiente contra los
narcos, que se incrementó la sensación de inseguridad por la comercialización
de estupefacientes ilegales y que la población más carenciada es el blanco
móvil de los carteles que operan sin control en todo el país.
"La droga es una plaga", sintetizó Agustín Salvia,
coordinador del estudio que integra el Barómetro del Narcotráfico y las
Adicciones en la Argentina. Al lado de Salvia, apoyando cada uno de sus
conceptos, estaba el arzobispo Víctor Fernández, rector de la UCA y un
influyente amigo de Francisco. "Hay que estar atentos, por eso el Papa
habló sobre el riesgo de la mexicanización de la Argentina", afirmó el
arzobispo Fernández, usando un concepto que irrita a la Casa Rosada.
A su estilo, Cristina tomó nota del informe realizado por la
UCA, ya que nombró a Gabriel Lerner en el Sedronar, tras el fracaso de Molina y
el procesamiento de Granero. Lerner ya exhibió la carrera académica que
detenta: en su cuenta de Twitter se autodefinió como "un soldado del pingüino".
Lerner integra la agrupación política de Alicia Kirchner y no se le conocen
antecedentes en la lucha y prevención del narcotráfico.
Para CFK es mejor la militancia que los expertos. Ya hay
prueba de ello en Aerolíneas Argentinas, el Banco Central y el Ministerio de
Economía.
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