En un dilatado
calendario electoral, el oficialismo y la oposición están pendientes
de los comicios provinciales.
Nacionales - Desde
la recuperación democrática, cada año impar es electoral. Pero nunca mejor
aplicada esa definición para este 2015, en el que los argentinos ya viven
pendientes de los resultados que las urnas develan a lo largo y ancho del país.
La causa es el dilatado calendario electoral ya en marcha,
que tiene la particularidad de otorgar pequeñas victorias semanales a cada una
de las partes que buscan el premio mayor en octubre. Si hay triunfos, hay
obviamente derrotados.
Lo cierto es que cada domingo en el que se realizan
elecciones durante el presente año -de aquí hasta las definitivas de octubre-,
son motivo de expectativa y de utilización política por parte de los que así
sea de manera tangencial, participan en las mismas.
El cronograma electoral es, como dijimos, bastante largo y
reforzado por celebrarse ahora en muchas provincias elecciones internas que se
viven como generales, lo que en esos casos duplica los llamados a votar.
Convengamos que hubiera podido ser aún peor, de no haber existido
un pedido expreso de la Casa de Gobierno a los gobernadores oficialistas para
que no desdoblaran los comicios. Puntualmente se le hizo al jujeño Eduardo
Fellner, que ante la incertidumbre electoral en su redil, coqueteaba con la
posibilidad de desdoblar su llamado a elecciones. Al final, no lo hizo, pero
otros sí. Vaya si lo hicieron.
Cosa que suele suceder cuando hay elecciones presidenciales
y el resultado es incierto: los gobernadores prefieren curarse en salud y no
exponerse a que “una ola” opositora pueda arrasar con ellos.
Tampoco es un capricho de todos los gobernadores disociar
las elecciones locales de las nacionales; en muchos casos las constituciones
locales así lo establecen. Es lo que sucede tradicionalmente en provincias como
Santa Fe o Córdoba, y es lo que establece también la Carta Magna en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Lo cual no implica que no puedan unificarse, pero
para ello debe aprobarse una ley que lo habilite.
De hecho, en esta capital sucedió en 2003, 2009 y 2013,
cuando las autoridades porteñas hicieron que legislativas locales coincidieran
con las nacionales. Y es lo que se especulaba que se hiciera este año también
con las elecciones ejecutivas, razón por la cual el macrismo jugó hasta último
momento con esa posibilidad, debatiendo internamente si convenía hacer
coincidir las PASO locales con las nacionales, y luego las elecciones para jefe
de Gobierno con las presidenciales de octubre, para jugar con el arrastre de
Mauricio Macri en la boleta nacional.
Finalmente se decidió desdoblarlas, estableciendo un
calendario que pudiera escalonar eventuales triunfos macristas el 26 de abril,
el 5 de julio y, en caso de ser necesario, en el balotaje del 19 de julio, a
dos semanas de las PASO de agosto. A la hora de ordenar el calendario, claro
está, el Pro no especuló con posibles traspiés.
Más de quince
elecciones
Tan nutrido es el calendario que establece la existencia de
hasta 17 elecciones previas a las PASO del 9 de agosto, distribuidas a lo largo
de diez domingos. En rigor, en caso de que todos los balotajes posibles lleguen
que realizarse, serán 34 las elecciones que habrá hasta fin de año. Y 16 los
domingos utilizados para tal fin.
El calendario electoral arrancó bien temprano, el 12 de
abril, con las elecciones primarias salteñas que favorecieron al gobernador
actual Juan Manuel Urtubey, motivando el consiguiente peregrinaje de los
precandidatos kirchneristas para celebrar la victoria.
El candidato opositor, Juan Carlos Romero, contó con la
adhesión de Sergio Massa y, en menor medida, Mauricio Macri. Ergo, no hubo
festejo opositor, salvo uno pequeño del tigrense, que le ganó la interna en la
capital salteña al candidato apoyado por el Pro, el diputado nacional Guillermo
Durand Cornejo.
A la semana siguiente, el 19 de abril, sí celebró la
oposición, pero más que nada el radicalismo, que monopolizó la victoria en las
PASO de la fórmula radical que venció al oficialismo en Mendoza. En este caso
Macri -en mayor medida- y Massa también apoyaban a la fórmula Cornejo-Montero, pero
los dos recibieron pedidos de permanecer en Buenos Aires, y en las fotos solo
hubo radicales.
Incluso el presidente del Comité Nacional y precandidato
presidencial, Ernesto Sanz, convocó a todos sus correligionarios candidatos
para retratarse juntos. Fue el mejor fin de semana del radicalismo en mucho
tiempo.
Después vinieron las PASO porteñas, celebradas el mismo 26
de abril que las de Neuquén. En Capital Federal, se anotó una notable victoria
el macrismo, y el traspié kirchnerista se potenció ante la fallida celebración
de un segundo lugar al que no accedió su candidato a jefe de Gobierno. Hubo
también traspié del Frente Renovador, cuyo candidato Guillermo Nielsen no
alcanzó a superar siquiera el mínimo requerido para acceder a la elección
general.
En el caso neuquino, fue la primera provincia del país en
definir gobernador, pues allí no hay PASO, ni balotaje. Y se impuso -como
siempre, desde hace décadas- el Movimiento Popular Neuquino, por lo que no hubo
proyección nacional del resultado, más allá de que coyunturalmente el MPN sea
aliado estratégico del FpV en el Congreso. Y más allá también de que el
massismo haya alardeado por un momento sobre una supuesta alianza con ese
partido, desmentida después por el ganador.
Menos mal que Sergio Massa -deseoso de alejarse lo más
posible de la Ciudad de Buenos Aires ese día- no viajó a Neuquén, como dijo
haber previsto ese día y suspendido por el tema de las cenizas volcánicas.
La cita siguiente fue el 17 de mayo, en Salta, donde Urtubey
estiró la ventaja obtenida en las PASO y volvieron a festejar los precandidatos
kirchneristas que volvieron a viajar a la provincia. Fueron menos, eso sí, por
la ausencia de Daniel Scioli y otros precandidatos ya fuera de circulación por
el “baño de humildad”.
Allí hubo premio consuelo ese domingo para Sergio Massa,
cuyo candidato reiteró su victoria de las PASO en la capital provincial y se
convirtió en intendente. Al día siguiente, apareció en Tigre junto a Massa,
reclamando como su referente una gran PASO de la oposición.
Una semana después, el 24 de mayo, fueron las PASO en Chaco.
Allí, el peronismo confirmó el triunfo que auguraban las encuestas, pero de la
mano de Jorge Capitanich -candidato a intendente de Resistencia- estiró la
diferencia pronosticada. Con el agregado de vencer a la oposición encabezada
por la intendenta radical Aída Ayala, que había acumulado el apoyo de los
precandidatos opositores Mauricio Macri, Sergio Massa, Ernesto Sanz y hasta
Margarita Stolbizer. Si bien fue una elección interna, la magnitud de los
guarismos enfrió los ánimos de la oposición, que verificó que la suma de
voluntades no siempre se traduce en votos. Operó allí también un detalle no
menor que se debe tener en cuenta: más allá de haber puesto a jugar en la
elección al muy popular Jorge Capitanich, el peronismo gobernante impuso en esa
elección las mismas boletas en toda la Provincia. Y tratándose del mismo
modelo, todas las boletas tenían estampados la nómina de todos los intendentes
provinciales, pero uno en particular. Sí, claro, Capitanich, en letras de molde
y foto incluida.
El Tribunal Superior autorizó la jugarreta pocos días antes
de la elección y eso tuvo su arrastre considerable. El tema es que el argumento
de la Justicia provincial fue que lo de la foto y los nombres comunes en todas
las boletas se podía hacer tratándose de una elección interna. En las
generales, previstas recién para el 20 de septiembre, todo puede ser muy
diferente, pues para entonces habrán transcurrido las PASO nacionales, con el
efecto que a nivel Nación ello pueda generar. Y además, la intendenta de
Resistencia, Aída Ayala, convocó a elecciones en su municipio recién para
noviembre, por lo que Capitanich ya no estará presente en las boletas. Sí
estará su apellido, pues su hermano es candidato a vicegobernador.
El eventual balotaje chaqueño está previsto para un mes
después, el 18 de octubre.
Las elecciones que
vienen
De aquí en más, estas son las elecciones que nos esperan.
Habrá cita doble el 14 de junio, con las definitivas en Santa Fe y las
generales rionegrinas. Según se presume, ese domingo podrían festejar el PRO,
consagrando a Miguel del Sel gobernador -en caso de que repita la elección de
las primarias-, y el kirchnerismo de la mano del senador Miguel Angel Pichetto
en la provincia patagónica. Si no festeja allí el kirchnerismo, lo hará el
gobernador Alberto Weretilneck, que la última semana confirmó que deshizo su
alianza con el Frente Renovador y ahora representa una fuerza provincial.
Los mendocinos vuelven a las urnas una semana después, con
la expectativa de que festeje la oposición en general y los radicales en
particular. El oficialismo peronista tiene expectativas de revertir la elección
de las primarias, tan lejos no habían quedado, pero se les hará muy difícil.
Ese mismo 21 de junio, eligen autoridades en Tierra del
Fuego. Y el ineludible balotaje tendrá lugar una semana después, el domingo 28.
Siete días más tarde, habrá un superdomingo. El 5 de julio
se vota nada menos que en cinco provincias. Será la primera vuelta en la
Capital Federal, como así también elegirán gobernador en Córdoba y La Rioja.
En la elección porteña se descuenta una victoria del Pro,
pero la incógnita radica en si Horacio Rodríguez Larreta obtendrá el número
suficiente para evitar el balotaje -difícil-.
En Córdoba, pese a la unión opositora, al radical Oscar
Aguad no le alcanzaría para vencer al delasotismo, bien representado por el
diputado nacional y exgobernador Juan Schiaretti, más allá de que en la
Provincia Macri lidere las encuestas presidenciales, por arriba de José Manuel
de la Sota.
En La Rioja será el primer gran desafío para una provincia
gobernada por el kirchnerismo, en la que el radical Julio Martínez ya se impuso
en 2013 y espera llegar a la gobernación, apoyado por su partido, el Pro y el
Frente Renovador. Hay resultado abierto.
En Corrientes también votan ese día, pero son legislativas,
pues el gobernador ya se eligió en 2013. Y también habrá elecciones ese 5 de
julio en La Pampa, aunque allí se disputan las PASO. Allí el Pro hizo un
interesante acuerdo con el radicalismo, pero el peronismo pampeano suele ser
favorito.
El 19 de julio es la fecha prevista para el balotaje
porteño, como aperitivo de la primera gran cita nacional, las PASO del 9 de
agosto. Ese domingo, además de elegir todas las provincias candidatos
nacionales, van a internas provinciales Buenos Aires, Catamarca, Chubut, Entre
Ríos y San Juan.
Para el 23 de agosto se prevén las elecciones generales en
Tucumán, donde el kirchnerismo y la oposición están cabeza a cabeza. Por este
último sector, el diputado radical José Cano cuenta con el apoyo de macristas y
massistas y sus chances son altas.
En septiembre, la única cita prevista son las elecciones
generales del Chaco, y para octubre el ya mencionado balotaje en esa misma
provincia el domingo 18.
Y una semana después, la gran cita: las presidenciales del
25 de octubre, que coincidirán con la elección de autoridades en Buenos Aires,
Catamarca, Chubut, Entre Ríos, La Pampa y San Juan.
El último peldaño de este cronograma de elecciones
escalonadas está previsto para el 22 de noviembre, fecha destinada al eventual
balotaje presidencial que, de concretarse, será la primera vez que ocurra en la
Argentina.
Informe:
Parlamentario.com
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