Por Manuel Vicent |
Dentro de unos días empieza la Feria de San Isidro en Madrid
y en las Ventas la fiesta en plena decadencia seguirá agonizando en consonancia
con los 100 toros que serán pasados a cuchillo. Solo hay una forma de salvar
este tinglado de la ruina: que el traje de luces lleve publicidad como el de
los ciclistas y los toros salgan a la arena cubiertos de pegatinas del Partido
Popular.
Pese a su inexorable agonía, la corrida de toros aún sirve
de metáfora política para cuanto sucede en este país fuera de la plaza.
El toro es un animal perdedor, manipulado desde que nace,
solo en apariencia mimado mientras crece en la dehesa, sometido a múltiples
agravios antes de meterlo en corrales para la lidia.
Puede que la práctica siniestra de afeitarles los cuernos y
desplomarles sacos terreros sobre los riñones haya sido sustituida por una
ingeniería genética, igualmente degradante, con que se fabrican reses a la
carta para los diestros que mandan.
El afeitado también se produce sobre el ciudadano. Durante
el franquismo se hacía con serrucho, sin miramientos, pero en plena democracia
el Gobierno del Partido Popular le considera a usted un astado y el afeitado lo
realiza de un modo más sutil con la ley mordaza, con la de seguridad ciudadana,
con la amenaza de cercenar el derecho de información con multas a la prensa que
revele secretos del sumario.
La suerte de varas y las banderillas corren a cargo de la
Agencia Tributaria, los quites los realizan los políticos del partido sin
descomponer la figura para librar de la cárcel a los propios imputados. Hace
tiempo que los recortes, como sacos terreros, caen sobre los riñones del
ciudadano desde una altura considerable para convertirlo en un ser manipulable
después de haberlo castigado.
Parece que este Gobierno espera que usted cuadre las patas
delanteras y abra la paletilla para meterle la espada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario