Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)
En el entorno de Cristina deberían protegerla un poco más,
sacarla del partido para cuidarla. Pero no, otra vez le arman una Cadena
Nacional justo en una jornada de puteadas contra el Gobierno.
Hace poco más de
un mes, inauguró por tercera vez una central atómica horas antes de la marcha
del #18F. Podría haber apaciguado los ánimos, pero pateó el tablero. Esta vez
le organizaron la inauguración de una canilla de agua en González Catán minutos
después de la conferencia de prensa de los sindicalistas, como para que diga
que no le dolió y que su papá sabe taekwondo.
El paro fue tan generalizado que Máximo, para llevar la
contra, hoy decidió hacer algo y apareció al aire con Víctor Hugo Morales para
desmentir que tiene cuentas en el extranjero, además de asegurar que no sale
del país desde 2003, más o menos para cuando Lázaro armó la empresita para
ganar todas las licitaciones, y todos sabemos que eso tampoco significa nada.
Ya en la previa, hubo quienes garantizaron que la huelga
fuera todo un éxito. Tomada aseguró que sólo el 10% es alcanzado por el
impuesto a las ganancias, dando por sentado que el 90% de los trabajadores
registrados cobra menos de 15 mil pesos de bruto. La cadena de reconocimiento
de la misiadura la continuó Kicillof, quien también sostuvo lo mismo. Pero el
autor de éxitos tales como “te volteo el acuerdo con los buitres en veinte
minutos” y “debíamos 7 mil millones al Club de París pero arreglamos por 9.5
mil millones”, sostuvo que “van al paro los que más ganan” y que, precisamente
por ello, los verdaderos motivos de la huelga son otros, pero no sabe cuáles.
Y tiene razón el miniministro. Está claro que los motivos
fueron otros, dado que la inmensa mayoría de los asalariados en blanco no pagan
ganancias porque ganan mierda, más allá de un pequeño detalle: el Indec
reconoció que el 50% de los trabajadores registrados cobra alrededor de 5 mil
pesos, cuando la canasta básica se encuentra por arriba de ese monto. O sea,
buena parte de los asalariados argentinos que no paga ganancias, además son
pobres con laburo, un mérito que no da como para exigir que no les hagan un
paro porque son buenos, nos devolvieron la dignidad, tenemos satélite y Néstor
bajó el cuadro de Videla.
La cadena de Cris no pudo tener un mejor marco. Para escaparle
al paro fue a González Catán, que junto a Laferrere y Virrey del Pino
concentran la mayor tasa de desempleo de toda La Matanza. Allí, dio por
inaugurado un microestadio con capacidad para 6 mil personas y, a través de
videoconferencias, hizo lo mismo con un paseo costero de Entre Ríos y una línea
de producción de una fábrica mexicana en Pablo Podestá. Una máquina de mostrar
que somos potencia.
Antes de que hablara Cristina, tomó el micrófono Fernando
Espinoza, el intendente de La Matanza, quien afirmó que ahí estaba el pueblo
que no paraba –seis mil personas– de lo cual se puede deducir que, habiendo
sido convocados para las 15.00 horas al microestadio, los muchachos laburan de
relleno de acto. Para redondear, el intendente pidió que los partidos de la
Davis se jugaran en ese estadio de Catán, además de solicitar que se considere
a La Matanza como sede de los Juegos Olímpicos a futuro, dado que “ninguno de
la NBA podría ganar allí”. Una táctica que tiene sentido si tenemos en cuenta que
los multimillonarios deportistas norteamericanos tendrían que atravesar el
cruce de Laferrere, y, de mínima, tres villas si van por ruta 3, con lo que
llegarían agotados al estadio. El resto, es una papa.
Cristina arrancó la cadena emocionada. El que se perdió el
acto y estaba mirando la novela, pasó de la bandera flameando a la cara
compungida sin escalas. Ya que estaba lagrimeando, recordó a Néstor, que cuando
llegó a La Matanza no habían cloacas, agua potable, asfalto, luz, gas,
construcciones, civilización, cristianismo, ni seres humanos, dado que Dios
recién estaba haciendo fiaca del primer día de la creación. El tema es que,
entre tanto palo para lo que fue La Matanza en los años A.N. (Antes de Néstor)
se le olvidó mencionar que, desde 1983, el partido fue gobernado durante ocho
años por Federico Russo, otros ocho años por Héctor Cozzi –hasta que fue
depuesto sobre el final de su mandato y, en su lugar, asumió el presidente del
Consejo, compañero del mismo partido– y, para el arribo de Kirchner, el intendente
era Alberto Balestrini. Entiendo que correr a Cristina con el PJ es de
pelotudos, dado que se la pasa puteando al oficialismo de los noventas del que
ella formó parte, pero ya que no habían pasado ni cinco minutos de unas
palabras de cariño hacia Balestrini, podría haber aflojado un cachito.
A pesar de todo no pierdo la capacidad de asombro, ni
Cristina la de irse a la banquina. Cuando afirmó que con las políticas hídricas
del kirchnerismo “inundaron la provincia y el país a lo largo y a lo ancho”,
quedé más helado que ciudadano de La Plata en la madrugada del 2 de abril de
2013. Cebada, la Presi les pidió a los asistentes que, cuando les digan que van
a los actos “por el micro y el chori”, respondan que en realidad van por las obras
y el trabajo. Si eso no es blanquear el asistencialismo clientelista, no sé qué
sí lo será.
Enojada con la vida, cargó contra “los que se olvidaron de
dónde vienen” y le dicen que no, que no está todo bien. El problemita es que
eso de putear a los sindicalistas y trabajadores del transporte cuando, según
su propia boca, su madre fue delegada gremial y su padre colectivero, no le
hizo justicia a lo de no olvidarse de los orígenes. Mucho menos si recordamos
que los sindicatos que pararon son, en su mayoría, de bandera peronista. Por
culpa de dar vuelta la tostada y apoyarla con la manteca para abajo, podríamos
seguir con todo su currículo que no nos quedaría una persona que se haya
cruzado con ella o su marido y no diga “cómo te me diste vuelta, mamu”.
Por suerte aclaró que no estaba enojada, dado que tenía la
certeza de los números dibujados en el aire de que “si hubiera habido trenes,
si hubiera habido subtes, si no hubiera habido huelga de transportes, como lo
que realmente fue, una huelga de transporte, no hubiera habido paro general, lo
sabemos todos, lo saben todos, hubieran ido todos a trabajar”. Mientras
demostraba que tiene problemas para manejar los condicionales de la lengua
castellana, pudimos comprobar que no tendrán los números de la pobreza, pero de
la nada pueden deducir cuántos querrían ir a laburar.
A continuación, la que se cagó de risa de la forma de hablar
de los chinos en medio de una visita protocolar, le pidió a las autoridades de
la colectividad judía que hagan algo en contra de Luis Barrionuevo, que le dijo
“rusito” a Kicillof. Parece que cada tanto caía en la cuenta de que estaba en
una cadena nacional y volvía a la inauguración de las cloacas, tirando palos a
los municipios opositores y felicitándose a sí misma por las obras en
Ituzaingó, donde en 2003 ”tenían 43 y hoy tienen 102.758: o sea, mil veces”.
No, la matemática tampoco es lo suyo.
De ahí en más, el discurso no paró de mejorar: dijo que el
PROCREAR es para aquellos que no entraban en ningún plan y tampoco podían
acceder al crédito hipotecario porque los bancos “te piden hasta el ADN” –como
si no fuera responsabilidad de su patética política económica inflacionaria con
joda financiera–, pidió que construyan un anfiteatro para ir a ver un concierto
popular “al aire público” y avisó que sacará a 700 gendarmes de las fronteras y
las rutas de la Patria para bancarle la seguridad a Espinoza. El intendente,
mientras tanto, usa los fondos públicos para hacer propaganda en la
televisión…sobre su política de seguridad.
Rumbo a la nada argumental, la Presi volvió a recordar que
se siente orgullosa de ser la mandataria del país con el mayor salario mínimo
de toda latinoamérica –lo mismo dicen en Venezuela del de ellos mientras en
Panamá se nos cagan de risa a los dos– y pidió a todos los argentinos que
piensen en lo que estaba inaugurando a la hora de votar. Y por lo que se ve,
tampoco se destacó en educación cívica, instrucción cívica, estudio de la
realidad social argentina, formación ciudadana o como corno se llamara esa
materia cuando le tocó ir al Misericordia de La Plata. Porque si el habitante
de un lugar que tiene intendente y gobernador, tiene que agradecerle a la
Presidenta de la Nación por una red de cloacas, es porque se volteó todo
resorte de conocimiento sobre derechos y obligaciones de ciudadanos y
gobernantes.
A la hora de votar, el ciudadano no tiene que recordar que
tiene una cloaca gracias a la Presidenta, sino que tiene que saber de memoria
cuáles son las obligaciones de un presidente, de un gobernador, de un
legislador nacional, de un intendente, de un legislador provincial y de un concejal.
Porque sabiendo esa diferencia, podrá reclamar a quién le toque, y agradecer
–si tiene ganas de agradecer lo que deberían hacer por obligación, porque ése
es su trabajo– a quien le corresponda. Deberían saber que la otra pata de ese
desconocimiento –que no es privativo de la falta de educación, dado que muchos
universitarios con tres posgrados también votan sin tener la más puta idea– es
este Estado centralista que se cagó en el sistema federal, y en el que hay que
agradecerle al que nos cobra el IVA y el impuesto a las Ganancias por las obras
que deberían haber construido los que nos cobran la tasa municipal y los
impuestos provinciales. Es este país en el que las provincias que mejor están
son las que le chupan las medias al que esté sentado en la Rosada para que le
construyan tres cuadras de asfalto a un municipio.
Un paro no se le niega a nadie. Más allá del derecho
constitucional a la huelga, cualquier presidente que se precie de tal merece
algunos paros. Ocurre desde siempre, para qué sorprenderse. Se comieron paros
los radicales, los militares y hasta el mismísimo Juan Domingo. ¿Cómo no ser
democráticos y clavarle una patriótica medida de fuerza a Cristina?
El drama no es que la Presi no entienda que el sillón de
Rivadavia viene con dos programas sindicales adosados –un folleto para
peronistas, un compendio para radicales– sino que la tiene clara. Su problema
no pasa por ser tratada con igualdad, sino por todo lo contrario: a ella no se
le hacen paros.
Propio de quien no quiere asumir que esto del amor y el
desprecio son sentimientos inherentes a los seres humanos, que se desarrollan
en base a historias personales, parámetros mentales y vivencias cotidianas, y
no por imposición mediante decreto, Cristina colapsa cada vez que alguien le
dice que no, que no tiene ganas de ir a su cumpleaños de quince, así se trate
de ciudadanos comunes con sus propias banderas, o de un grupo de sindicalistas
que “si sienten que tienen representación, que se presenten a elecciones”.
Mamu, se presentan a elecciones ante sus laburantes y ésa es toda la
representatividad que la ley les exige. Y si los que quieren ir a la huelga son
laburantes del transporte es lógico que las calles se queden sin bondis, trenes
y subtes. ¿O acaso también hay un manual de cómo ejercer el derecho a huelga y
nadie nos avisó?
Todos, alguna vez, hemos tenido un motivo para no laburar
que exceda la obvia preferencia de quedarnos en casa comiendo en la cama antes
que ir a la oficina. Alguna vez nos tocó un sueldo de mierda, una patronal
abusiva, condiciones edilicias paupérrimas, compañeros que cobran menos por
igual tarea, compañeros que cobran más y no se les conoce la cara porque no
tienen la delicadeza ni de pasar a retirar el recibo de sueldo, etcétera. Pero
cuando son muchos los que coinciden en uno o varios puntos de queja, la huelga
es lógica. Suponer que los empleados son amigos es torcer la realidad de las
cosas que dicta que la relación es de intercambio contractual.
Ahora, cuando la huelga se la come el Gobierno, el tema es
muchísimo más sencillo. No es difícil de entender: si el reclamo es por la
situación económica, no nos podemos quejar con los marcianos; si la protesta es
por la inseguridad, no podemos reclamarle a los duendes; y si la queja es por
un impuesto aplicado por el Gobierno Nacional, se llame ganancias o inflación,
está claro que no podemos putear a Dios, más allá del detalle de habernos hecho
nacer en Argentina.
El resto es pucherear y demostrar que nunca se superaron
algunos traumas infantiles.
Mercoledì. La Patria es el otro. No, usted no: el otro. No,
ese otro tampoco. O sí, para ese otro que encuentre, si tiene alguna queja, la
Patria será el otro, siempre y cuando no tenga otra queja, porque el otro es el
otro que es Patria, y no el otro que por otro…
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