Por Gabriel Profiti |
La áspera interna del Frente para la Victoria
se encamina a una doble capitulación entre el kirchnerismo duro y
Daniel Scioli.
Por un lado, el cristinismo parece resignarse a que el candidato con mejores perspectivas de triunfo sigue siendo el gobernador bonaerense y, por el otro, el sciolismo busca llegar en puntas de pie y sin pretensiones a las primarias del 9 de agosto.
Scioli
ya sabe que Cristina Kirchner buscará conservar la mayor cuota de poder
posible para cuando abandone la Casa Rosada. Armará completamente
las listas de legisladores nacionales, pero también quiere espacios
importantes en las provinciales.
Esa presión
ya la sufrió Miguel Pichetto, candidato a gobernador de Río Negro,
quien debió resignarse a ofrecer lugares de privilegio en las listas
locales al cristinismo.
La incertidumbre es si también le impondrá un compañero de fórmula. En ese caso, Scioli tampoco se resistirá. Intentó hacerlo hace cuatro años con el entonces ultrakirchnerista Gabriel Mariotto y no tuvo éxito, pero después aplicó sus artes persuasivas y hoy el vicegobernador es el primer sciolista.
Atento a las versiones de que la Presidenta quiera inscribir a Axel Kicillof en la categoría de vice, el gobernador salió a confirmar, a su modo, que lo aceptaría. En una entrevista elogió las “condiciones” y la “experiencia” del ministro de Economía.
Hoy por hoy no es quien más votos le suma para una fórmula. Al contrario, le resta. En ese contexto, en el sciolismo no creen que finalmente Cristina Kirchner proponga a Kicillof. “Si lo hace, eso significa que pasaremos a ser la fórmula oficial”, interpretan cerca de Scioli con esa capacidad de convertir todo dato en positivo.
El gobernador evita cualquier nuevo encono —como el del verano por su visita al Espacio Clarín de Mar del Plata— porque sus encuestadores le dicen que su oferta es más competitiva con Cristina Kirchner de su lado. Los sondeos del último mes mostraron un repunte de ambos, en simultáneo con la incomprensible evaporación del caso Nisman.
Pero así como elogió a Kicillof, llevó al economista Miguel Bein a sacarse una foto en Brasil con Luiz Inácio “Lula” Da Silva. Los postulados de Bein difieren de los del ministro K.
Esa preferencia económica muestra el camino que podría iniciar Scioli en caso de llegar a la Presidencia. De hecho, su discurso se centra en el incentivo de las inversiones, justo cuando imperan las quejas del empreariado nacional y extranjero por algunas políticas de intervención de la administración actual, que tienen como impulsor precisamente a Kicillof.
En el mismo sentido, Scioli no comparte las directrices de la política exterior. O mejor dicho: no tiene problemas en sostener el latinoamericanismo kirchnerista —aunque tomando distancia del fanatismo chavista—, pero también promueve buenas relaciones con Europa y los Estados Unidos.
La tirantez con la principal potencia mundial recrudeció en los últimos días mientras se aproximaba la Cumbre de las Américas. Scioli planteará sutilmente estas diferencias después de las primarias. Previamente rezará el credo K.
Inamovible
En contrapartida, el kirchnerismo parece rendirse ante la dictadura de los números. Para Scioli fue tranquilizadora la aparición radiofónica de Máximo Kirchner, quien dijo que “Daniel” estaba entre los candidatos del FPV, en medio de versiones sobre la posibilidad de que lo hicieran a un lado.
Hace dos semanas, ante la publicación de una nota periodística en la que se hablaba de un “Plan B” sciolista de competir con otro sello electoral, el gobernador reunió a un equipo de quince colaboradores y los exhortó a no propalar esas versiones: “Juego en el Frente para la Victoria o me voy a mi casa”, exclamó.
Máximo Kirchner y Andrés “Cuervo” Larroque, líderes de La Cámpora, estuvieron alentando la candidatura de Florencio Randazzo. Con ese espaldarazo, el ministro de Transporte cargó —y sigue cargando duro— contra Scioli, pero por ahora no se percibe claramente ese favoritismo pretendido.
En ese contexto, Diana Conti, Carlos Kunkel y Julián Domínguez, tres kirchneristas con certificado de pureza, revirtieron críticas iniciales hacia Scioli y se mostraron contemplativos.
Conti le criticó a Randazzo que su única carta sea el cuestionamiento a Scioli, y Domínguez, encaramado en la pelea por la Gobernación, se fotografió en campaña junto al ex motonauta.
El gobernador ya había sumado los respaldos de la mayoría de los mandatarios peronistas y de algunos referentes del movimiento obrero como Antonio Caló y Aldo Pignanelli.
Resta saber si finalmente la Presidenta ungirá a un candidato. Seguramente tomará nota de la experiencia de Mauricio Macri, quien bendijo a Horacio Rodríguez Larreta por sobre Gabriela Michetti y ahora enfrenta mucho ruido en una elección en la que en principio era todo ganancia para él.
Dentro del FPV sobrevuela la idea de que la lista de candidatos presidenciales quedará limitada a dos o tres: Scioli, Randazzo y ¿Urribarri? Del mismo modo, estiman que sucederá algo similar en la provincia de Buenos Aires, donde la proliferación de precandidatos llevó la lista de aspirantes a diez.
Uno de los últimos en lanzarse fue Martín Insaurralde en apoyo a la candidatura de Scioli. El gobernador le dio su consentimiento y lanzó el mantra “voy a bancar a todos los que me banquen”.
Sin embargo, una jauría K salió a bloquear
al intendente de Lomas de Zamora por su coqueteo previo con Sergio
Massa.
Insaurralde no tiene impedimentos jurídicos para presentarse por el FPV. Si junta los avales, trámite sencillo, podrá hacerlo. Sin embargo, en el frente algunos juran que no lo hará: “Esto es política y yo te garantizo que no va a ser candidato del FPV, si quiere ser candidato tendrá que buscar otro sello”, juró uno de los involucrados en la endogamia kirchnerista.
© NA
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