Por Ana Gerschenson |
El último tramo de la campaña porteña se llenó de barro
político. Llamadas de candidatos a la madrugada a los votantes que juran no
elegir a quien los desveló, mails infames, encuestas dibujadas y otras falsas
que circulan con intenciones concretas de perjudicar al rival. Interno o
extrapartidario.
La directora de la encuestadora Management and Fit, Mariel
Fornoni, envió un mail esta semana advirtiendo que un correo con el logo de su consultora,
había sido distribuido desde una cuenta gemela creada en los Estados Unidos.
La encuesta reflejaba la paridad entre Gabriela Michetti y
Horacio Rodríguez Larreta en las internas del domingo. Pero también incluía un
análisis firmado falsamente por Fornoni, en donde se aseguraba que en el caso
de que triunfe Larreta en las PASO, perdería seguro en una segunda vuelta y
perjudicaría seriamente las chances presidenciales de Mauricio Macri.
Lo de los llamados telefónicos a la madrugada son cruzados.
Hay quienes fueron despertados, por error o con intención, por la voz de
postulantes de todos los colores. Está claro que si el teléfono suena en medio
del silencio de la noche, cualquier llamado de campaña es contraproducente. La
duda es quién los encargó. Si fueron dentro del PRO o una jugarreta de otro
partido enfrentado.
Horacio y Gabriela, como es mandato llamarse en el PRO
(siempre por el nombre de pila) han dividido al macrismo en dos. No hay ya en
el partido de Macri un solo equipo: son claramente dos.
Y, aunque en los últimos días, la orden del jefe haya sido
bajar los decibeles, no está tan claro que el lunes, con un ganador puesto, las
cosas puedan volver a ser lo que eran entre quienes hasta el domingo serán
rivales acérrimos. "Se han dicho y hecho demasiadas cosas feas",
coinciden larretistas y michetistas.
El quiebre interno tuvo su lado positivo. Y es que la
interna del PRO ha sido protagonista de esta campaña. Fue el centro de atención
y tensión política.
Nadie puso la lupa en los siete candidatos del Frente para
la Victoria. Por supuesto que existen diferencias y rispideces entre los
postulantes, pero en el Planeta K, se sabe, no hay espacio para alejarse ni un
milímetro del discurso oficialista, y mucho menos, de cuestionar al favorito de
la Presidenta, que como ha quedado claro en sus múltiples apariciones
televisivas junto a CFK, es Mariano Recalde. La interna es testimonial.
Elisa Carrió también se metió en la interna macrista, en
favor de su candidato (por descarte) Martín Lousteau, ya que está enfrentada
desde hace años con Graciela Ocaña, quien fuera su ladera y a quien ella misma
había bautizado "la hormiguita". El corazón de Lilita está con
Michetti, sin lugar a dudas. De allí su pedido a los porteños para que voten
"donde haya rulos, no una pelada".
"Lo peor que le puede pasar a la ciudad es que el
segundo lugar lo ocupe La Cámpora", twitteó ayer Carrió. Esa es su apuesta.
Una de las incógnitas del domingo, que las encuestas no
llegan a medir, preocupa al larretismo. ¿Cuántos votos para Michetti provendrán
del Frente para la Victoria y del Frente Renovador?
Hay gente que se acerca a las sombrillas amarillas de
"Gabriela" y dice abiertamente que, aunque es peronista, va a votar a
Michetti "para defenderla".
En el massismo, por ejemplo, saben que obtendrían mayor
ganancia electoral con una derrota de Larreta, apoyado abiertamente por Macri
al principio de la campaña, que por un punto más o menos a favor de su
candidato a jefe de Gobierno, el economista Guillermo Nielsen.
Idéntico razonamiento circula en el Frente para la Victoria.
Más que las internas abiertas de los partidos porteños, la
elección del domingo es otra cosa. Los presidenciables juegan sus fichas para
octubre, pero todos en la interna del PRO. A Daniel y a Sergio les conviene que
gane Gabriela para debilitar a Mauricio, que se juega todo en los votos de
Horacio.
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