Por Gabriela Pousa |
De repente, uno se detiene frente a la hoja en
blanco pensando qué derecho tiene a llenarla con la sarta de sandeces que
ocurren a diario. Después recuerda que está el derecho a no leer, y
es entonces cuando la tinta se va atreviendo a contar lo que está
pasando.
Desde una huelga de hambre de presos reclamando una
Play Station hasta un aumento desmedido de embarazos adolescentes, sin que
falte el ingrediente bizarro de la jefe de Estado buscando instalar a su hijo. Todo son
excesos. La desmesura se ha instaurado como regla, la coherencia no hilvana con
la lógica. Consecuentemente, todo se torna una parodia.
¿Cuál de los temas en danza tendrá luego su
correlato? Es uno de los tantos misterios que se mantienen en suspenso. No
hay razones que sustenten argumentos, solo existen denuncias, persecución,
agravios y descréditos.
En Argentina las cosas hace tiempo que no son como
debieran ser. Véase que la característica más nítida de este presente
es paradójicamente, el exceso de pasado. Vamos retrocediendo a pasos
impensados: viento de cola y el avión a contra mano. Cuesta entender
el valor tiempo como cuesta asumir el exceso de desgano. Por cada argentino
interesado en el quehacer político, hay una docena de desesperanzados, y otro
tanto directamente relegados de este teatro.
Los primeros no conciben siquiera la posibilidad de
instaurar la candidatura de Máximo. Se ríen, confunden la realidad con la
proyección de sus deseos personales. “No lo va a votar nadie”, dicen sin
recordar que “nadie” también votó a Menem y a unos cuantos. Aquello que
ellos no ven posible, deja de tener posibilidad a nivel general. Están
expuestos al desencanto, y a pasar de llevarse puesto al mundo, a que el mundo
se los lleve puesto a ellos.
Para otros, la apatía es la respuesta. Saben o
piensan que el próximo gobierno hará con ellos lo mismo que hicieron quienes le
precedieron, es decir: mantenerlos en su pobreza. En el mejor
de los casos, sospechan que alguno puede hacerles pasar menos penurias pero en
definitiva, la credibilidad en la política les está negada por experiencia, no
por pesimistas.
En ese conglomerado la imagen de los candidatos o
la intención de voto no suma ni resta demasiado. Hasta es posible
que más que la economía, prime el deseo de poner coto a la violencia, la droga
y el narcotráfico. Viven a diario batallas inauditas, oyen repicar de
cerca las balas, y la vida vale apenas un poco de cocaína o alguna dosis de
Paco. Ven caer a sus hijos como mosquitos por un par de zapatillas. La
vida no es un desafío. Para ellos, la vida es un milagro.
Basta verlos en noticieros contando ante cámaras de
qué modo le mataron un chico, un padre, un hermano. Desde otro punto cardinal,
uno se pregunta cómo pueden mantener tamaña frialdad. Perono es frialdad lo
que muestran, es resignación porque a fuerza de experiencia saben que, antes o
después, serán víctimas del Estado ausente y de un absurdo garantismo que
cuida al malviviente, en detrimento de los hombres de bien, de los ciudadanos
decentes.
Para ellos la fatalidad no existe, existe
lo común y corriente. Y lo común y corriente es la violencia, es un
perpetuo entierro de parientes, es la desaparición de adolescentes por
desavenencias familiares o entornos nocivos, es la carencia y la ignorancia en
su definición más exacta. En definitiva, es la costumbre que mata hasta
la conciencia de lo que pasa. Sino no podrían seguir adelante, y lo
hacen…
Si algo atesoran del “arte de lo posible”, es
la anécdota familiar de Perón y Evita dejándoles una pelota o una muñeca
para Navidad. A veces, ese vago recuerdo mengua el dolor de las pérdidas e
influye a la hora de votar. De todos modos, no es factible contabilizar
memorias ni sopesar olvidos para definir un comicio. No hay estigmatización que
valga. A veces de esos espacios sale el voto mejor fundado.
En otros sectores algo está clarísimo: debe
desterrarse al kirchnerismo. Con mayor o menor fanatismo, franjas sociales
que vieron renacer viejos antagonismos, promueven la necesidad de no
retornar a lo que ellos consideran el causante de todos los males: el
peronismo. ¿Quién queda? No les importa tanto como sí les interesa y les urge
la limpieza. Creen no pertenecer a las masas pero en el fondo son
fruto de su propia manipulación, razón por la cual descreen que el kirchnerismo
pueda tener aún votos cautivos.
No faltan desde luego, aquellos que están
“cómodos” con este modelo, pero analicemos qué se entiende por comodidad en la
Argentina actual. Estar cómodo es pasarla bien uno sin que importe un ápice qué
sucede alrededor. Estar cómodo es estar sacando provecho del caos, de la
ausencia de normas y de la confusión. Muchos saben de la ignominia kirchnerista
pero callan porque ese sistema los beneficia. Otros son marionetas que se
venden al mejor postor. Volveremos a verlos aplaudiendo a cualquier otro
orador.
Queda el resto, aquellos que están sumidos en la
costumbre aceptando lo inaceptable. La naturalización del horror los curó de
espanto, la sistematización de la mentira profundizó la incredulidad, a punto
tal que no creen más que en el “sálvese quien pueda”. Y obran en
consecuencia. Lo que no se advierte es que la salvación individual es la muerte
de cualquier sociedad.
No vivimos aislados, nos engañamos a
nosotros mismos y terminamos erigiéndonos en Poncio Pilatos. En ese sentido, es
nimia la diferencia con la jefe de Estado. Nadie se hace cargo, pero el
gobierno es fruto del cuarto oscuro. No fue un tropiezo, de este calibre vamos
por el tercero y ni siquiera podemos garantizar que se haya acabado.
En este contexto, lo burdo gana terreno y es por
eso que sale Oscar Parrilli, titular de la nueva SIDE (AFI), a decir que a
Jaime Stiuso lo perdieron. Parece que la Agencia de Inteligencia no agendó su
domicilio en forma correcta. Ahora bien, si el más popular de los
espías apareciera, no podrán más que sentarse a negociar silencios para mutuas
conveniencias. Habla un socio, cae el otro.
A su vez, el pacto turbio que dice haberse
producido entre funcionarios y jueces federales es grave, pero las condenas de
no salir del Poder Judicial como debieran, saldrán de la sociedad y de los
mismos actores que compartieron el libreto durante doce años de puestas en
escena. El odio se sembró adentro y afuera. Balcarce 50 se caracteriza hoy por
ser una escuela de émulos de Judas. Se van entregando unos a otros mientras se
besan.
Este todos contra todos es el sello inexpugnable
del fin de ciclo. Hay una sola novedad, lo demás es harto repetido. Han
innovado como nunca antes, en la inmoralidad, el cinismo y la hipocresía.Institucionalizaron
la corrupción y la vendieron como “la nueva política”. Mentira.
Pero ¿quién tiene la culpa de que se esté hablando
de una eventual candidatura de Máximo? Al fin y al cabo, el hijo de la Presidente apenas
desmintió una noticia ante un emisario del relato. ¿Quién se hizo eco? Si no es
una voz calificada, si no se lo quiere de protagonista, ¿por qué caímos en
la trampa de situarlo en el centro del escenario?
No aprendimos que ignorar con la indiferencia es
más efectivo que el agravio. Ellos sí lo han sabido. Ignoraron las
marchas, los reclamos, ignoraron las demandas perentorias de los ciudadanos,
ignoraron el último voto en las urnas… Solo consideraron la mesa que ganaron en
la comunidad Primavera. Recuérdese que ese fue el único comentario de Cristina
en su discurso posterior a las Legislativas.
En cambio, nosotros seguimos mofándonos de
sus inconsistencias pero, en rigor, quién reía de veras estaba y está en
Balcarce 50. Es el eterno conflicto del argentino con su gen de
“piola”, con hacerse el vivo cuando lo están aniquilando desde hace años, en
finas dosis, en cámara lenta, sin anestesia.
Eso sucede mientras se oculta la verdad del
caso Nisman, el cepo se mantiene, hay intenciones de aumentar el número de
miembros de la Corte, las causas judiciales se paralizan, se pacta con lo peor
del planeta y se incendian de golpe archivos decisivos. Nerón alquila en
Olivos.
Creer que hay interés en indagar al agente para
esclarecer la investigación del atentado a la AMIA es tan ingenuo como creer
que ahora, a Cristina Fernández, le interesa la calidad de vida de los
jubilados. Qué los beneficie con subsidios es el modo más evidente del
desprecio que les tiene. Si el interés fuese genuino no hubiese desconocido la
ley que impone el pago del 82% móvil.Ni siquiera pueden indignarse si
Inglaterra nos espía porque están ocupados en pinchar los mails y teléfonos de
opositores y candidatos.
En definitiva, la estrategia es nítida:
colmarán de títulos las portadas de los diarios, venderán humo caro y
despilfarrarán hasta el último centavo. El objetivo es dejar un campo minado a
quien le suceda, aún cuando este fuera uno de sus funcionarios porque,
si bien se mira, se verá que Cristina solo apoya a Cristina. Y así ha sido
desde el primer día.
0 comments :
Publicar un comentario