Por Jorge Altamira |
En un discurso de despedida, la presidenta confesó que el
ciclo K ha terminado al declarar que no dejaba un “país cómodo” para cualquier
que fuera su sucesor. Atacó abiertamente a Scioli, su supuesto delfin.
Sintetizó su obra de gobierno en el pago de la inmensa deuda usuraria, que
cuantificó en unos u$s 200 mil millones de dólares, que habría dejado al país
listo para una nueva etapa de endeudamiento, que reclamó en forma expresa.
Se
jactó, nada menos, de la suba de la cotización de la deuda externa, lo cual
caracteriza a los intereses sociales que protegió su gobierno. No dijo que
obtuvo ese resultado mediante la confiscación de los aportes obreros a la Anses
y al desfalco de las reservas del país. La deuda pública es de cerca de u$s 300
mil millones de dólares y la del BCRA de u$s 30 mil millones.
Resonó, en las
cuatro horas que usó, el mantenimiento del impuesto al salario, lo cual
cuestiona la eficacia de las convenciones colectivas y las paritarias, pero
reivindicó los depósitos en los bancos que no pagan ganancias. En materia de
despidos en la industria automotriz, se olvidó de los despidos ‘manu militari’
en Valeo, Lear y Gestamp, y de otros despidos en la zona de la Panamericana y
de Zárate. Prometió un proyecto de ley para recuperar la gestión estatal de los
ferrocarriles, que podría ser útil para encubrir los negociados que los
concesionarios ferroviarios y los funcionarios kirchneristas armaron en estos
12 años de gobierno, con los Cirigliano, Roggio, De Vido, Schiavi, Pedraza y
cia.
La cotización de la deuda externa desmiente el interés del
capital financiero en propiciar un golpe contra el gobierno, sea blando o duro.
Sobre la AMIA, CFK omitió que el gobierno montó la acusación
contra Irán, sin la menor prueba material, y que actuó como peón de la
diplomacia norteamericano-.sionista hasta que EEUU decidió negociar con Irán.
Esquivó esta responsabilidad en la crisis que culminó con la muerte de Nisman.
Ahora pretende que EEUU sume el tema AMIA a las negociaciones que lleva
adelante con Irán por el tema nuclear, lo cual sería funcional al interés del
estado sionista de impedir cualquier acuerdo. Nada dijo sobre la llamada
“conexión local”, o sea, la responsabilidad del propio Estado argentino.
El país asistió a una despedida sin perspectivas, al
obituario de otro fracaso de la llamada burguesía nacional y del nacionalismo
de contenido burgués.
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