Este 28 de marzo se
cumplen 73 años de la muerte
del gran poeta español.
Cultivador de una poesía vigorosa del clamor épico, Miguel Hernández fue un luchador
antifascista que se alistó voluntariamente en el ejército de la República y
llevó a todos los frentes su valentía de hombre y su voz de poeta.
Ejemplo de escritor comprometido con su realidad, logró una
poesía desgarradora, expresión genuina de su pueblo, al denunciar la muerte
sembrada sobre la tierra española por el fascismo, su obra sorprende por la
riqueza del verso, la variedad de metros y la elocuencia poética.
Nació en Orihuela, Alicante, el 30 de octubre de 1910.
Hijo de campesinos, desempeñó entre otros oficios, el de
pastor de cabras. Guiado por su amigo Ramón Sijé, se inició en la poesía desde
los veinte años; publicó su primer libro «Perito
en lunas» en 1933 y posteriormente, los sonetos agrupados en «El rayo que no cesa», marcaron la
experiencia amorosa del poeta.
Su niñez y adolescencia transcurren por la aireada y
luminosa sierra oriolana tras un pequeño hato de cabras. Por las tardes ordeña
las cabras y se dedica a repartir la leche por el vecindario.
Sólo el breve paréntesis de unos años interrumpe esta vida
para asistir a la Escuela del Ave María, donde estudia gramática, aritmética,
geografía y religión, descollando por su extraordinario talento.
En 1925, a los quince años de edad, tiene que abandonar el
colegio para volver a conducir cabras por las cercanías de Orihuela. Pero sabe
embellecer esta vida monótona con la lectura de numerosos libros de Gabriel y
Galán, Miró, Zorrilla, Rubén Dario, que caen en sus manos y depositan en su
espíritu ávido el germen de la poesía. A veces se pone escribir sencillos
versos a la sombra de un árbol realizando sus primeros experimentos poéticos.
Al atardecer merodea por el vecindario conociendo a Ramón y Gabriel Sijé y a
los hermanos Fenoll, cuya panadería se convierte en tertulia del pequeño grupo
de aficionados a las letras.
Ramón Sijé, joven estudiante de derecho en la universidad de
Murcia, le orienta en sus lecturas, le guía hacia los clásicos y la poesía
religiosa, le corrige y le alienta a proseguir su actividad creadora.
El joven pastor va llevando a cabo un maravilloso esfuerzo
de autoeducación con libros que consigue en la biblioteca del Círculo de Bellas
Artes. Don Luis Almarcha, le orienta en sus lecturas y le presta también
libros. Poco a poco irá leyendo a los grandes autores del Siglo de Oro:
Cervantes, Lope, Calderón, Góngora y Garcilaso, junto con algunos autores
modernos como Juan Ramón y Antonio Machado.
Desde 1930 Miguel Hernández comienza a publicar poemas en el
semanario El Pueblo de Orihuela y el
diario El Día de Alicante. Su nombre
comienza a sonar en revistas y diarios levantinos.
En diciembre de 1931 se lanza a la conquista de Madrid con
un puñado de poemas y unas recomendaciones que al fin de nada le sirven. Aunque
un par de revistas literarias, La Gaceta
Literaria y Estampa, acusan su
presencia en la capital y piden un empleo o apoyo oficial para el
"cabrero-poeta". A pesar de la abnegada ayuda tiene que volverse
fracasado a Orihuela.
El conocimiento acerca de los gustos literarios de la
capital le inspiran su libro neogongorino Perito
en lunas (1933), extraordinario ejercicio de lucha tenaz con la palabra y
la sintaxis, muestra de una invencible voluntad de estilo.
En el Casino de Orihuela recita y explica su "Elegía media del toro". Otra
vez, en abril de 1933, es en Alicante donde interpreta la misma elegía donde la
prensa local se hace eco del acontecimiento literario, alimentando en el joven
poeta el ansia y sed de celebridad.
Los comienzos
Tras su enamoramiento con Josefina Manresa sus vivencias van
hallando formulación lírica en una serie de sonetos que desembocarán en "El rayo que no cesa" (1936).
Las lecturas de Calderón le inspiran su auto sacramental "Quién te ha visto y quién te ve" y Sombra de lo que eras", que, publicado por "Cruz y raya", le abrirá las
puertas de Madrid en la primavera de 1934.
En Madrid se mantiene con un empleo que le ofrece José María
de Cossío para recoger datos y redactar historias de toreros. Su
correspondencia amorosa no se interrumpe y la frecuente soledad inevitable en
la gran ciudad le hace sentir nostalgia por la paz e intimidad de su Orihuela.
Trata de vender algunos números de la revista "El Gallo Crisis", recién
fundada por Ramón Sijé, pero tiene que constatar que ésta no gusta a muchos de
sus nuevos amigos: Manuel Altolaguirre, Alberti, Luis Cernuda, Delia del
Carril, María Zambrano Alarcón, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda; estos lo
iniciaron en el surrealismo y le sugirieron, de palabra o con el ejemplo, las
formas poéticas revolucionarias y la poesía comprometida, influyendo en la
ideología social y política del joven poeta provinciano.
Superada esta crisis, Miguel Hernández es ya un poeta hecho
y comienza a crear lo más logrado y genial de su obra.
La Guerra Civil
El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 le obliga a
tomar una decisión: formar parte como voluntario del 5º Regimiento. No
solamente entrega toda su persona, sino que también su creación lírica se
trueca en arma de denuncia, testimonio, instrumento de lucha ya entusiasta, ya
silenciosa y desesperada.
En plena guerra logra escapar brevemente a Orihuela para
casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa.
Es una vida agitadísima de continuos viajes y actividad
literaria. Todo esto y la tensión de la guerra le ocasionan una anemia cerebral
aguda que le obliga por prescripción médica a retirarse a Cox para reponerse.
Varias obritas de Teatro en la guerra y dos libros de poemas que han quedado
como testimonio vigoroso de este momento bélico: Viento del pueblo (1937) y El
hombre acecha (1939).
En la primavera de 1939, ante la desbandada general del
frente republicano, Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa y es
devuelto a las autoridades españolas. Así comienza su larga peregrinación por
cárceles españolas. Inesperadamente, a mediados de septiembre de 1939, es
puesto en libertad.
Muerte
Fatídicamente, arrastrado por el amor a los suyos, se dirige
a Orihuela, donde es encarcelado de nuevo en el seminario de San Miguel,
convertido en prisión. Su vida se convierte en un ir y venir de prisiones hasta
que en su indefenso organismo se declara una "tuberculosis pulmonar
aguda" que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan
alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de
Porta Coeli resulta imposible.
Entre dolores acerbos, hemorragias agudas, golpes de tos,
Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente. El 28 de marzo de 1942 expira a los treinta y un años de edad.
Antes de morir, enfermo y detenido, publicó su última obra, «Cancionero y romancero de ausencias».
Llegó con tres
heridas
(de Cancionero y Romancero de
Ausencias)
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
Fuentes:
Libro de Español Literatura de 12 grado
amediavoz.com
los-poetas.com
Selección: Agensur.info
Nota relacionada:
-Miguel
Hernández, el siempre poeta
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