jueves, 19 de marzo de 2015

MEMORIA

Poner las cosas en su lugar

Por Martín Risso Patrón
Donde recordar a veces es olvidar

Desconciertan a veces las conductas públicas de los seres más significativos que tiene la sociedad, entre ellos los propios gobernantes elegidos democráticamente. Por empezar, creer que se gestiona “el Estado”, cuando en realidad, el mandato popular es: “Deberás gestionar el Gobierno, la administración de la República, para eso te hemos votado”.

Hecha esta, aparentemente, descolocada aclaración, me es posible encarar con dolor cívico este informe que tiene por objeto reavivar la llama de la Vida escarbando entre las cenizas cuaresmales que contienen huesos rotos, ojos que no verán más nada, senos que nunca amamantarán, manos que tampoco volverán a acariciar, sonrisas que no lo son. Porque en estos días se apodera del corazón de los vivos un aciago dolor propinado por la prepotencia de una banda que asoló el país desde 1976, y aunque se fue, aún destila sangre y fuego y el azufre maloliente de las ruinas que son tantos espíritus, tantas familias, tanta escuela, tanto proyecto de vida truncado. Entonces me resulta inevitable confesarme.

Resulta que el 24 de marzo, amargo y aciago, del 76, mesiánicos anunciantes de un Armagedón delirante, desataron las tinieblas sobre la Libertad. Recuerdo muy bien esa madrugada,vivida por mí en un pueblito patagónico que ese día del incipiente otoño recién nacido, estaba congelado con hielo en los cristales. Vino mi amigo el médico y me dijo simplemente: “Rajate. Tus camaradas te buscarán, ya se habla de que en tu pieza estuvieron los gendarmes y sacaron los libros y los periódicos...” Había dejado yo mis galones de la Gendarmería un año y medio antes, y había decidido amar a ese pueblito del Río Mayo, entregándome a él.

Tardé dos días en decidir qué hacer, pero era tarde; el Jefe ordenó a mi ex-camarada el correntino Martínez que me detenga en la usina de la Cooperativa, en la que yo trabajaba. Me dijo: “Martín, dice el Jefe que te espera en el cuartel”, esperame, que enciendo los motores, y voy... “...no,dice que vayas ahora...”; dejame que le deje el combustible al operario, y voy... “quiere verte ya”, agregó, y dos gendarmes me alzaron de los brazos y me empujaron dentro del jeep y partimos al cuartel: tres cuadras, lo separaban de la usina.

En dos días pasó mi vida por mis ojos, sentado en una oficina; hasta que el Jefe me hizo llevar a su despacho, y sentenció: “Risso Patrón, usted debe irse inmediatamente de Río Mayo... Tome el primer medio que encuentre y se va, a la tarde yo no debo verlo aquí...” Y mirando pasar por la ventana de la plaza de armas rústica del cuartel cómo pasaban gendarmes, preparaban refuerzos de guardia y vehículos, eché una mirada sobre el escritorio e hice el último inventario de mis bienes: Mis libros. Saint Exupèry, César Vallejo, Neruda, dibujos, un fascículo de anatomía, dos poemas y un cuaderno, además de los periódicos que repartía hasta antes de ayer nomás entre los jóvenes del pueblo que se habían organizado para votarme como Intendente por el Partido Socialista de los Trabajadores [PST La Verdad, el de Coral], diciéndome “...la rompemos, Martín.. ganamos a muerte”, unos cuantos changos y chicas que votarían por primera vez, en un padrón de 800 ciudadanos habilitados. Cerrando el inventario, estaba la Cédula de la Justicia Electoral, inútil ya, que expresaba... “el mencionado está habilitado para ser candidato a Intendente...” etcétera.

Cuarenta años después descubro que hubo dos confabulaciones de las que ni estaba enterado: Una, la de algunas alimañas [mis contendientes electorales, que eran dos: uno peronista y la otra, un engendro emergente del radicalismo], que fueron los que llevaron al cuartel el día 25 de marzo, mis periódicos La Verdad del Partido, mis libros, mis cartas y mis poemas, buchones que corrieron a lamer las botas y a denunciarme por subversivo. La otra, la otra, la otra, amigos, la confabulación de quienes menos lo esperé, entre ellos el oficial de Comunicaciones, hoy Cte. Pr GN [r] Juan Carlos Montorfano, [por entonces, Alférez], al que misteriosamente se le rompieron algunos cables o se le agotaron algunas baterías y no tenía comunicación para enviar los informes cifrados sobre mí que le exigían desde Comodoro Rivadavia los coroneles del espanto. También el Jefe, Cte. Pr. Pedro Baltazar Cardozo, hoy residente en Villa general Belgrano, Córdoba, y unas cuantas familias del pueblo, entre ellas familias gendarmes que me prepararon sánguches y algún billete de los que a ellas les faltarían para llegar a fin de mes, y me enchufaron en una camioneta que casualmente salía a Comodoro en la madrugada de congelación del 28 de marzo de 1976 conmigo adentro. He dicho: Dos confabulaciones. Una de las cuales se llevó por delante la vida y la libertad de los argentinos; y la otra,minúscula, anónima pero con unos cojones así de grandes, que me tocó a mí y puedo contarlo. En Río Mayo y su jurisdicción, no hubo ni detenidos ni desaparecidos a manos de la Gendarmería nacional.

Pido perdón por esta autorreferencia

Pero vuelvo a las primeras líneas de este despacho. Las conductas de los administradores del Gobierno.

Para ser breve, lo digo sin filtro: Determinaron que el 24 de marzo de cada año sea un día feriado inamovible [y ahora también puente, no se entiende], el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Día de holganza y de juntar feriados en un puente ominoso para no trabajar, ni siquiera en la Memoria. Creer que con un par de discursos, murales o gesticulaciones se recupera la memoria, mientras el olvido se agazapa en los feriados. Mientras los huesos hechos polvo, los ojos que no ven y las manos que nunca nunca nunca más acariciarán, ingresan en el olvido sencillamente porque los nacidos después, viven y vivirán “el puente de marzo” como un feriado de holganza y nada más. Con la Bersuit Vergarabat, Los Pericos y otros más.

Por eso, aquello de recordar es olvidar del primer subtítulo. Entonces, pido disculpas por la autorreferencia, aparente memoria mezquina, que incluye las dos confabulaciones; memoria que ha tardado 40 años en madurar en un intento muy íntimo de poner en orden algunas cosas. Porque descubro que lo que tenía oculto en mí, no estaba destinado al olvido; y en la medida en que lo exprese, podrá servir para que a tantos paisanos se les despierte ese atributo humano de colocar las cosas en su lugar, con la Memoria. Y preguntarse de una vez por todas sobre tanto botón y batifufa y ortiba anda por ahí suelto, por haber sido parte de aquella confabulación, la peor, la que se aseguró la supervivencia de los cobardes, y cuánto uniformado leal a la República se jugó con sus galones y sus cojones para que no haya un ciudadano desaparecido.

Porque la Memoria, señores, no es juntar feriados alargando los fines de semana para no ir a laburar. Es,sencillamente, poner las cosas en su lugar.

Edición en papel: Semanario "Nueva Propuesta"

Edición digital: www.agensur.info

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