Por Gabriel Profiti |
Anticipándose a uno de los grandes debates que vienen en la
Argentina, la Presidenta se preocupó este domingo, en su último discurso ante
la Asamblea Legislativa, de defender a ultranza el país que deja el
kirchnerismo luego de 12 años de Gobierno.
Ese alegato y un renovado embate contra el Poder Judicial,
esta vez incluyendo directamente a la Corte Suprema delante de su presidente,
Ricardo Lorenzetti, significaron las directrices de un discurso en el que no
abundaron los anuncios.
Durante 3 horas y 40 minutos, Cristina Kirchner repasó los
progresos de los indicadores económicos y sociales, algunos muy cuestionados, y
sobre el final señaló que dejará un país "cómodo" para la gente e
"incómodo" para los dirigentes.
La referencia obedece a la polémica que ya comenzó a
instalarse sobre la "herencia" que dejará el kirchnerismo al próximo
gobierno, con una economía que para la oposición deberá pasar por boxes antes
de encarar una nueva etapa de expansión.
Por otra parte, buscó reivindicar su trayectoria política en
la causa AMIA, desde que era legisladora, y cargó las tintas contra el
fallecido fiscal Alberto Nisman, cuya denuncia y posterior muerte marcó la
agenda política en la primera parte del año.
De hecho, el discurso y la multitudinaria movilización kirchnerista
le permitió al oficialismo recrear un clima de efervescencia que había perdido
al ritmo de fallos judiciales adversos y de la conmoción causada por la muerte
de Nisman.
La Presidenta volvió a enfocar sus dardos a lo que denominó
como "partido judicial" e incluyó en la embestida a la Corte, cuyo
presidente tendrá la oportunidad de contestarle esta semana cuando inaugure
"el año judicial".
Cristina le recriminó la postergación del juicio por
encubrimiento de la causa AMIA, no haber logrado avances en la investigación
que el máximo tribunal lleva por el atentado a la Embajada de Israel y hasta
los índices de actualización de jubilaciones y un fallo contrario a los
veteranos de Malvinas.
También fijó algunas líneas troncales en política exterior
al defender hasta la irritación la relación estratégica establecida con China,
el país que -dijo- está llamado a ser la primera potencia mundial en
"cinco años".
Pese a lo que se había dejado trascender, no hubo anuncios
esperados en materia económica y lo más relevante fue la decisión de crear la
empresa Ferrocarriles Argentinos para que el Estado administre todas las líneas
de pasajeros y carga.
El anuncio dio pie a que las cámaras volvieran a mostrar a
uno de los preferidos de la transmisión oficial, el ministro del Interior y
Transporte, Florencio Randazzo, aunque también hubo paneos de Daniel Scioli y
de otros precandidatos.
Esta vez la Presidenta se cuidó de no expresar favoritismos
ante todo el elenco de posibles sucesores del oficialismo repartidos en su
auditorio.
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