sábado, 14 de marzo de 2015

Cristina afina su estrategia para acorralar a Scioli y al PJ

Luego de echar a Mazzón, quiere copar con ultras la Junta Electoral del FpV, 
para bloquear listas alternativas.

Por Ignacio Fidanza
Cristina Kirchner tiene un plan simple y se está ajustando a su desarrollo. La idea de la Presidenta es que el peronismo pierda las elecciones presidenciales y ella quede como líder de la oposición a un gobierno de centroderecha encabezado por Mauricio Macri.

Esta estrategia escaló de manera clara con el despido del asesor presidencial Juan Carlos Mazzón, el último representante claro de los intereses de los gobernadores peronistas en la Casa Rosada.

No fue casual que el encargado de despedir a Mazzón haya sido el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. Estos dos hombres venían librando hace años una dura guerra fría por la orientación ideológica y sobre todo por el esquema de alianzas de poder, que debía consolidar el Gobierno nacional.

Zannini es hoy ya de manera indiscutida, el principal estratega del rumbo electoral del oficialismo. Su origen maoísta y su mal disimulado desprecio por todo lo que provenga del peronismo tradicional, no contribuye en nada a relajar las tensiones con gobernadores e intendentes del PJ.

Basta una frase que se está convirtiendo en un lugar común entre los gobernadores, para entender lo que está pasando: “Cristina no es Lula, es Menem”, repiten los gobernadores.

La analogía es sencilla de comprender. Antes de dejar el poder Lula se puso al hombro la campaña de desconocida Dilma Rouseff y logró convertirla en Presidenta. Y lo mismo hizo en el tramo crítico de la campaña de Dilma por la reelección, cuando estuvo muy cerca de caer ante Aécio Neves.

Menem por el contrario boicoteó la candidatura de Eduardo Duhalde y apostó todo a un triunfo del radical Fernando de la Rúa, con la idea que hoy repite Cristina: Es mejor ser líder de la oposición que permitir que surja un nuevo liderazgo en el peronismo, que barra con sus restos de poder.

Junta Electoral y desdoblamiento

La nueva vuelta de tuerca que trabajan en la Casa Rosada para consagrar este plan tiene dos piezas centrales, sujetas como todo en la política, a tensiones y posibles negociaciones con un peronismo que no termina de animarse a golpear la mesa, aún ya ingresado varios metros en el cementerio.

Cristina y Zannini están decididos -en un próximo congreso del PJ que deberá avalar la conformación de alianzas del Frente para la Victoria- a imponer una Junta Electoral integrada exclusivamente por los más ultras. Este congreso nada tiene que ver con el que intenta Duhalde y que probablemente no avance más allá de lo mediático y alguna escaramuza judicial.

Con el control de la Junta Electoral, Cristina se garantiza que cualquier intento de Daniel Scioli por presentar listas en todas las categorías naufrague en esa instancia. Esto mientras en el poder todavía se discute si se lo habilita para competir en el tramo presidencial.

El objetivo de Cristina y Zannini es poblar las listas de diputados y senadores nacionales con integrantes de La Cámpora e incondicionales; y en todo caso limitar la primaria a un enfrentamiento entre Daniel Scioli y Florencio Randazzo, llevando ambos una boleta unificada de legisladores, escrita por la Presidenta.

Incluso, no está descartado que la propia Cristina encabece la lista de diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires. Ella necesita fueros tanto o más que los camporistas a quienes piensa guarnecer en el Congreso de la tormenta que se les viene cuando dejen el poder.

Un anticipo del futuro cercano se vio en el cierre de Santa Fe. Cristina se desentendió de la pelea por la gobernación, donde quedaron boyando Omar Perotti y el devidista Alejandro Ramos, sin fondos ni acompañamiento; y se concentró en ubicar camporistas en las listas de legisladores provinciales. Ese esquema se quiere trasladar a nivel nacional.

Por eso, Cristina no perdonó la insubordinación del PJ de Mendoza que excluyó a La Cámpora de las boletas. De ahí la furia con Mazzón y el gobernador Paco Pérez. La Presidenta no puede permitir que el ejemplo se extienda en el peronismo, porque pone en crisis toda su estrategia de salida.

Otro ejemplo de este estado de situación, tiene muy preocupados a los gobernadores. En el 2011 la Cámara Nacional Electoral autorizó al radical entrerriano Atilio de Benedetti a competir por la gobernación, pegando su boleta a distintos candidatos presidenciales. Ese antecedente sigue vigente.

El Ministerio del Interior redactó un proyecto anulando esa posibilidad, que incluso pasó el filtro de Carlos Zannini. Cuando llegó al escritorio de Cristina, la Presidenta lo despachó de mala manera: “No voy a cambiar las reglas de juego a esta altura”, afirmó.

La decisión fue leída como un golpe brutal a los gobernadores peronistas, pero sobre todo a Scioli. Los gobernadores ahora enfrentan el riesgo no sólo de lidiar con el fin de ciclo del kirchnerismo, sino también con la posibilidad del doble arrastre de Sergio Massa y Mauricio Macri en la boleta de sus rivales.

La consecuencia lógica es que si ese fallo finalmente no es anulado, los gobernadores que no lo han hecho aún, empezarán a desdoblar las elecciones de sus provincias. Esto golpea a Scioli que se queda sin el arrastre del aparato peronista, acaso una de sus cartas más fuertes.

Scioli, está muy al tanto de estas cavilaciones y finalmente parece haber empezado a reaccionar: El feroz contraataque contra Randazzo y sobre todo, las reuniones con intendentes del Conurbano y con los principales líderes sindicales, hablan del incipiente armado de una red política para resistir el plan de Cristina de jugar a perder.

© LPO

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