Los “Penúltimos ¡Oh! antes
del año 2000”
Florencio Escardó, médico, escritor, humorista, escribió con el pseudónimo de Piolín de Macramé su conocidos "¡Oh!". |
Médico sanitarista y
esencialmente pediatra, Florencio Escardó era un hombre de locuacidad y humor
exquisitos y contagiosos. Nació en Mendoza en 1904 y, pequeño aún, sus padres
lo llevaron a Buenos Aires donde cultivó el don de la alegría y el amor por los
niños. Fue un luchador incansable para establecer normas de amor en los
hospitales infantiles, promoviendo la internación de los niños acompañados por sus
madres.
La política y la educación fueron también parte sustancial
de su lucha por la condición humana. Fue poeta y escritor, amante del lunfardo
y de Gardel. Murió en 1992, con el reconocimiento unánime de sus discípulos en
la medicina y sus compatriotas que disfrutaron de sus ideas sobre la salud y de
sus escritos cargados de humor. Uno de los pseudónimos con utilizó para dar a
conocer su fino humor, no exento de mordacidad e ironía, fue Piolín de Macramé con el que firmó sus
conocidos “¡Oh…!”, especie de “Aguafuertes” al estilo de Roberto Arlt.
Varias fueron las ediciones de estas glosas risueñas e inteligentes. Agensur.info
extrajo de sus Penúltimos ¡Oh! antes del
año 2000, publicados en 1972, algunas de las frases con las que definió a la economía, sobre todo, a la de
nuestro país.
¡Oh la economía!
Por Piolín de Macramé
La economía era una cosa coherente. Hasta que aparecieron
los economistas. Se llama economista a un señor muy informado. Que usa una
jerga que ni los economistas comprenden. Y cuya misión consiste en demostrar
que el ministro de economía está errado. Lo que siempre es cierto. Hasta que a
él lo nombran ministro de economía. Después de lo cual sigue siendo cierto.
I
El desconcierto nace de que la gente confunde la economía
con la economía doméstica. Y supone que una depende de la otra. Cuando en
realidad ni una ni otra dependen de nadie. De nadie residente en el país. La
gran economía consiste en una serie de declaraciones sobre economía. Que los
ministros emiten. Se denomina ministro de economía a un señor que habla de
economía. Mientras otros la manejan. Y cuida el empleo. Que le darán cuando
baje del ministerio. Es decir suba. A funcionario de un organismo económico
internacional. Que es como se llaman las instituciones que rigen las economías
nacionales.
II
La gran economía consiste en palabras tremendas. Como
producido bruto. Refinanciación. Y producto "per capita". Cuando el
ministro las pronuncia le dan un voto de confianza. Que es lo único que tienen
para darle. Porque cuando hay, los ministros de economía no hablan. La economía
doméstica es otra cosa. Se resume en un aforismo de Keynes al que se opone
Ricardo y que traducido quiere decir "parar la olla". Esta
disociación constituye la gran tragedia del país. Porque una es la economía del
ministro. Y otra la economía de la señora del ministro. Por eso todos los
ministros llevan una vida doble.
III
Alguien dijo que un ladrón es un financista apurado.
Poniendo la diferencia en el tiempo. Lo que es absurdo. Un financista es
siempre un financista apurado. Pero como el tiempo es oro, no hay que perder el
tiempo. Porque sería perder oro. El oro siempre ha constituido el arquetipo del
patrón. Por eso se dice patrón oro. Pero del ama de casa nadie dice patrona
oro. La economía es la madre de todos los vicios. Que conduce a la inflación.
Que es el borborigmo sonido que producen las tripas de las finanzas. Que hace
del dinero una ventosidad. La inflación es el engorde en forma de edema. Un
método que logra que con más pesos tengamos cada vez menos pesos. Se basa en
uno de los más grandes temas de la economía: *vamos tirando*. Cada ministro de
economía reprocha la inflación a su antecesor. Y promete frenarla. Pero el
sucesor sabe que es un pacto de caballeros. Como casi toda la economía. Por eso
la mejor manera de suprimir la inflación ha consistido en suprimir al ministro
de economía.
IV
Un modo genial de levantar la economía de las zonas pobres
es sembrarlas de casinos. Que las enriquecen. De igual modo que se cura la
anemia de un sujeto haciéndole una sangría al hermano. Los casinos se
establecen en cumplimiento de la ley que prohibe los juegos prohibidos. Que el
Estado no está obligado a cumplir. Ya que el Estado es un Estado dentro del
Estado. También se arregla atendiendo a los artículos de primera necesidad.
V
Los artículos de primera necesidad se reconocen porque
siempre tratan de dárnoslos de segunda. Como sucede con el pan y la poesía. Al
primero le han puesto mejoradores. Como si el buen pan pudiese ser mejorado. A
la segunda, prosa. Y palabrotas. Que buena parte de la poesía moderna consiste
en llamar verso a la prosa de los manifiestos políticos. Y buscar el corazón
del pueblo. Que no sabe leer. Ni tiene interés en que le busquen el corazón.
Sino el estómago.
© Piolín de Macramé,
Penúltimos ¡OH! antes del año 2000, Américalee, 1972.
Selección:
Agensur.info
Cuánta agudeza y vigencia. Gracias por rescatar estos textos brillantes de este recordado humanista.
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