sábado, 7 de febrero de 2015

La marcha de los fiscales coraje

Por Alfredo Leuco
Mi olfato periodístico me dice que la movilización convocada por los fiscales para el 18 de febrero puede ser de una masividad impresionante. Suele ocurrir que cuando se cruzan las demandas de una mayoría de la sociedad con un referente genuino, se producen esos milagros cívicos de la participación popular en cataratas. Esos referentes son los fiscales a los que me permití bautizar “fiscales coraje”.

Ellos quieren generar un hecho político de magnitud para que el calor ciudadano respalde y contenga el trabajo de la justicia independiente y para rendirle honores a uno de sus pares, el fiscal Alberto Nisman que entregó su vida buscando la verdad del caso más grave de terrorismo producido en democracia en nuestro país como fue la voladura de la AMIA con 85 muertos. Ahora hay que agregar a Nisman a esa lista. Es el muerto número 86. Porque su misteriosa muerte, luego de hacer una gravísima denuncia contra la presidenta Cristina, el canciller Timerman y otros kirchneristas fue como un tercer atentado, como si hubiera explotado otra bomba en Pasteur al 600.

Los fiscales y los trabajadores de la justicia son conscientes de la gravedad institucional de lo que está pasando pese a que el gobierno mira para otro lado y quiere instalar un clima de frivolidad celebratoria que no existe. El terremoto de tristeza y temor, nunca producido en democracia, es porque el balazo en la cabeza de Nisman es responsabilidad, por acción o por omisión de la presidenta de la Nación. Ella, es la que más debería haberlo protegido y no lo hizo con la suficiente capacidad. Hay datos que son de una crueldad terrible y que muestran el corazón de hielo de la presidenta. Todavía hoy no fue capaz de expresar sus condolencias hacia la familia. Como dijo ayer Felipe Solá en estos micrófonos: “Parece que Nisman es un muerto de ellos, no es de los nuestros”.

Ni hablar de la colección de metidas de pata y falsedades que dijo e hizo mientras jugaba alegremente a ser una detective. A eso hay que sumarle la amenaza de muerte hacia el doctor Claudio Bonadío. Es un juez que está investigando la cadena de hoteles de los Kirchner y su complicidad con Lázaro Báez en un hecho contundente de la matriz corrupta del estado. Toda la información disponible decía que Bonadío estaba por citar a declaración indagatoria a Máximo, el hijo de la presidenta. El apriete que recibió en su despacho decía que le iban a inventar una causa por droga al hijo del juez . ¿Casualidades o causalidades?

Este es apenas un resumen de algunos sucesos que han conmovido a gran parte de la comunidad. Son argentinos hartos ya de estar hartos. Ya se cansaron, no soportan más los niveles de impunidad de la que gozan los más altos funcionarios nacionales. Sienten desprecio por el enriquecimiento ilícito de las principales figuras del gobierno, empezando por Cristina y Boudou y terminando por Ricardo Jaime y varios empresarios amigos del poder. Ciudadanos independientes y pacíficos han comprendido la importancia de la división de los poderes y de evitar que el gobierno domestique la justicia y le ponga la camiseta partidaria.

Ese límite que se le puso al intento de destitución del fiscal José María Campagnoli es el espíritu que aparece en las redes sociales y en los llamados telefónicos de los oyentes que me hacen presagiar que el 18 de febrero las calles de Buenos Aires y tal vez de otras ciudades, se convertirán en asambleas de ciudadanos en movimiento exigiendo el fin del autoritarismo y la impunidad de estado. La idea y la invitación surgió de los colegas de Nisman que más valentía han tenido para aguantar los embates y los ataques del gobierno. Son los que pusieron el cuerpo y decidieron no arrodillarse ante el poder ejecutivo para mantener su independencia y su dignidad.

Hay señales que pueden ir más allá de las simples anécdotas.

La muerte de Nisman fue el 18 de enero y la movilización está convocada para el 18 de febrero. Los terroristas volaron la AMIA también un día 18. En numerología, el 18 es el número de los grandes líderes, de los cambios, las convulsiones, las grandes creencias y la transgresión de ellas.

El apellido Nisman también tiene su costado simbólico. Nis en hebreo significa estandarte. Y Man en idish, significa hombre.

Esa marcha de silencio del 18 será un grito de justicia por Nisman. Será un día de cambios con las fotos de Nisman como único estandarte entre los ríos de personas construyendo una mejor democracia para nuestros hijos. Con miles y miles suturando las heridas de la Republica. La ausencia de banderas y consignas partidarias permitirá unificar todos los reclamos y mostrar cohesión y masividad.

Tal vez sea uno de esos días en que los argentinos parimos una nueva realidad. Refundamos nuestra esperanza en una convivencia pacífica, con una sociedad más libre e igualitaria.

Tal vez ese día 18 del estandarte y los cambios, podamos combatir el autoritarismo y la impunidad. Para que Nisman sienta que su muerte no fue en vano. Para que el silencio simbolice la paz que necesitamos recuperar.

Tal vez ese día 18, gran parte del pueblo salga a la calle. Será en defensa propia.

© www.alfredoleuco.com.ar

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