Por Ana Gerschenson |
Ha pasado ya más de un mes de la muerte del fiscal Alberto
Nisman. ¿Por qué el Papa Francisco mantiene su silencio? Ni una mención, ni un
mensaje de condolencia a la familia, ni un mail a un amigo argentino para que
se conozca su postura sobre el caso que generó la mayor conmoción social desde
el regreso de la democracia.
Sus voceros porteños aseguran que la razón es clara:
Francisco vincula a Nisman con el ex agente de inteligencia Jaime Stiuso, el
hombre que supo espiarlo sin descanso por orden de los Kirchner, cuando su
único nombre era Jorge Bergoglio. No puede separarlos.
Otro dato aleja la empatía papal por la muerte dudosa del
fiscal. Y es la culpabilidad de funcionarios iraníes por la voladura de la AMIA
en 1994. Bergoglio no está convencido de la pista iraní, y cuestionó mientras
vivía en Buenos Aires que se hubiese sepultado la sospecha de responsabilidad
siria por parte de la Fiscalía que dirigía Nisman en la investigación del peor
atentado que sufrió la Argentina.
"Por algo recibió hace unas semanas a la vicepresidenta
iraní en el Vaticano", apunta una fuente informada, amiga de Bergoglio. La
vicepresidenta Shahindokht Molaverdi dijo que "el Santo Padre hizo
hincapié en la necesidad de una mayor presencia femenina en los pasillos del
poder".
Bergoglio es una Papa con raíz peronista, y actúa con
estrategia política. Que reciba a una funcionaria del gobierno que se niega a
colaborar con la Justicia argentina en el esclarecimiento de la voladura de
AMIA, es un dato que justamente destacan como "de independencia"
quienes ofician de voceros del Papa en Buenos Aires.
El otro gesto llamativo fue la foto que Sergio Burstein,
integrante de la agrupación de familiares de las víctimas de la AMIA, 18J, la
más cercana al gobierno kirchnerista, difundió junto al Santo Padre en las
redes sociales el día de la marcha por la memoria de Nisman, el miércoles
pasado. "La fecha en que nos recibió Francisco no es ninguna casualidad.
Nosotros siempre nos opusimos a esta marcha que convocan aquellos que lo hacen
en defensa propia y que siempre le faltaron el respeto a Nisman", dijo
Burstein a la agencia oficial Télam (que también difundió el encuentro) minutos
después de la reunión con el Papa. No hubo desmentida oficial u extraoficial a
la lectura política de ese encuentro en audiencia pública.
Y desde la agrupación Apemia, que lidera Laura Ginsberg, se
aseguró que nunca fueron invitados a una reunión con Francisco.
Pero tampoco el Santo Padre se pronunció sobre la marcha del
silencio. Y en este tema, coincidiría con las tres agrupaciones de familiares
que decidieron no asistir a la manifestación, en descontento con la
convocatoria de algunos fiscales que en el pasado demoraron la investigación
del atentado y, sobre todo, rechazaron ahondar datos sobre la conexión local,
necesaria para perpetrar el atentado.
Desde su llegada al Vaticano, la obsesión del Papa ha sido
apoyar a la Presidenta para que termine en paz su mandato constitucional, y
este ingrediente también fundamentaría su silencio. El respaldo no es, sin
embargo, incondicional.
"El Papa quiere que se respeten los tiempos
institucionales, pero eso no significa validar la impunidad", remarcó el
legislador Gustavo Vera, uno de los principales portavoces de Francisco en la
Argentina, nunca desmentido por El Vaticano.
Es cierto que Francisco ha recibido en el último año al juez
Ariel Lijo, antes de que procese al vice Amado Boudou por la compra de la ex
Ciccone. También al fiscal José María Campagnoli, en plena campaña por su
remoción del gobierno de Cristina. Y además, mantuvo un encuentro con el juez Claudio
Bonadío, quien investiga los hoteles de los Kirchner por presunto lavado de
dinero.
También es verdad que cuando el Papa quiere hacerse
escuchar, lo hace con contundencia. A través de una carta, la Iglesia, o un
mail a uno de sus amigos en Buenos Aires. Y nada de eso sucedió con la muerte
de Nisman. Al menos hasta ahora.
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