martes, 24 de febrero de 2015

El caso Nisman y el mito de Sísifo

Por Liliana Bellone (*)
A pesar de la posible existencia de siniestros entramados de inteligencia y de espionaje, las pericias  científicas sobre la muerte del fiscal Nisman parecen encaminarse hacia el suicidio.

Decimos suicidio y pensamos en el sentido de la vida y en su ausencia. Esto es lo que Albert Camus analiza en el primer capítulo de su famoso ensayo “El mito de Sísifo” (1942) donde enuncia que no hay  un problema filosófico más serio que el suicidio. 

A propósito de la falta de sentido y el suicidio anota que aquello que otorga sentido a un existencia, o sea “eso” por lo que se vive equivale  también a aquello por lo que se puede morir: una causa, una pasión, una obra, una utopía… ¿La causa AMIA no era, según se comenta y según sus propias acciones y palabras, una causa vital para Nisman?

Camus señala:

“Un acto como éste (el suicidio) se prepara en el silencio del corazón, lo mismo que una gran obra. El hombre mismo lo ignora. Una noche dispara o se sumerge. De un gerente de inmuebles que se había matado me dijeron  un día que había perdido a su hija hacía cinco años y que esa desgracia le había cambiado mucho, le había “minado”. No se puede desear una palabra más exacta, comenzar a pensar es comenzar a ser “minado”. La sociedad no tiene mucho que ver con estos comienzos.  El gusano se halla en el corazón del hombre y hay que buscarlo en él. Este juego mortal, que lleva de la lucidez frente a la existencia de la evasión frente a la luz, es algo que debe investigarse y comprenderse.” (…)

“Vivir, naturalmente, nunca es fácil. Uno sigue haciendo los gestos que ordena la existencia por muchas razones, la primera de las cuales es la costumbre. Morir voluntariamente supone que se ha reconocido, aunque sea instintivamente, el carácter irrisorio de esa costumbre de vivir, la  ausencia de toda razón para vivir, “(…)

La palabra y concepto “instintivamente” señala un límite, el encuentro con lo real según los psicoanalistas, con aquello que no puede ser puesto en palabras, o sea imposibilitado de ser tramitado por lo simbólico.

 Prosigue Camus: “Son muchas las causas de un suicidio, y, de una manera general, las más aparentes no han sido las más eficaces. La gente se suicida rara vez por reflexión. Lo que desencadena la crisis es casi siempre incontrolable. Los diarios hablan con frecuencia de  penas íntimas o de enfermedad incurable. Son explicaciones valederas. Pero habría que saber si ese mismo día un amigo del desesperado no le habló con un tono diferente. Ese será el culpable, pues tal cosa puede bastar para precipitar todos los rencores y todos los cansancios todavía en suspenso.” (…)

Una observación también arroja luz sobre el caso y nos alerta:

Dice Camus: “ …quienes se suicidan suelen estar con frecuencia seguros del sentido de la vida…”

El mito de Sísifo muestra la contradicción de la existencia humana representada por la  condena de empujar una pesada roca hasta la cima de una de las colinas del Infierno (el Hades o Averno grecolatino) para toda la eternidad, una piedra que rodará de un nuevo al abismo para que el pobre Sísifo emprenda de nuevo la empresa, una empresa que es símbolo de las empresas humanas, absurda, tal vez vacía, sin resultado alguno, gratuita, infinitamente rutinaria y agobiante…Pero que sin embargo posee un instante de felicidad, el pequeño momento de la labor cumplida, efímera, antes de comenzar de nuevo el inacabable suplicio cual es el de la vida consciente.

Las presiones, el hastío y la fatiga marcan un camino sin regreso a ese pasaje mortal, a es  pasaje sin regreso que es la decisión de quitarse la vida

Los argentinos,  proclives a las teorías conspirativas de la historia, lo que explica en gran medida el desarrollo que tuvo en nuestro país la literatura de investigación, el fantástico policial y el policial propiamente dicho (Borges, Bioy, Walsh) deberíamos mirar los  hechos desde una perspectiva más humana, interrogar otras posibilidades, ahondar en otros misterios que no son siempre las tramas detectivescas del policial.

(*) Escritora

© Agensur.info

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