Por Manuel Vicent |
Un segundo constituye la línea crucial de la historia, el
punto donde se puede apoyar la palanca para levantar el mundo. Un segundo es
todo y nada, te salva o te mata. Contempla ahora a Messi trenzando una y otra
vez el balón como un encaje de bolillos entre las piernas de los defensas.
Trata de meter el gol tocando el violín. Antes lo conseguía con un ritmo
sincopado, pero hoy cada regate eléctrico de este jugador necesita un segundo
más.
Esta ínfima fracción de tiempo está destruyendo aquel
maravilloso castillo de naipes del equipo. Un segundo es también la línea en
que se divide el arte y la vida.
En un segundo decidirá el pintor dar esa pincelada que hará
que el cuadro sea o no una obra maestra; en un segundo encontrará el escritor
la palabra exacta, el adjetivo perfecto que se resistía; en un segundo decidirá
alguien apretar el gatillo que lo convertirá en un asesino; un político se
habrá salvado de la corrupción si ha usado un segundo en pensar en la cárcel
antes de meter la mano en la caja; el silencio de un segundo será la nota
musical más excelsa que puede elevar una melodía a las esferas; esa mirada de
una chica en el suburbano sostenida un segundo eterno te abrirá la puerta a una
aventura; en un segundo se producirá ese atentado terrorista que nos hará
sentir que nuestra civilización es un tinglado sin fundamento que se viene
abajo.
Si el tiempo te regalara un segundo de ventaja podrías
saltar la banca de todos los casinos. Un segundo constituye el origen de todos
los sueños.
En esa ínfima jaula del tiempo germinó un día la semilla de
aquel deseo, acción o pensamiento que desvió el curso de una vida hacia un
destino inesperado.
Un segundo de descuento en el partido sería suficiente para
reconstruir el pasado a tu antojo e inventarte de nuevo tocando el violín.
0 comments :
Publicar un comentario