Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)
Luego de que Cristina se viera obligada a interrumpir su
licencia médica –como si tuviera el cerebro en el tobillo izquierdo y no
pudiera gobernar sentada– para brindar una Cadena Nacional grabada, surgieron
demasiados interrogantes. El primero es qué pasó con el escritorio: si piensa
que le vamos a tener lástima por estar en silla de ruedas, habría que aclararle
que un lisiado fue el cerebro que ganó la Segunda Guerra Mundial y que otro que
no puede ni mover la lengua revolucionó el mundo tal y como lo conocemos. El
segundo, en qué estaba pensando a la hora de elaborar un discurso preparado.
Aparentemente, la idea era efectuar su descargo sobre la denuncia de Nisman, pero a su estilo: destrozando a Nisman. Cosas de la vida, las investigaciones sobre la corrupción de Néstor son “ataques carroñeros contra una persona que ya no está para defenderse”, pero despedazar a un fiscal cuyo cuerpo aún no fue sepultado, es “un acto de defensa a las instituciones democráticas”. Y eso que Nisman no llegó a hablar. Luego, repitió que, para ella, al fiscal lo mataron. Tanto su descargo contra la denuncia, como sus teorías sobre el fallecimiento del fiscal, son cosas que debería realizar ante la Justicia y no por cadena, pero se ve que nadie le contó que en los Tribunales hay rampa para sillas de ruedas.
Aparentemente, la idea era efectuar su descargo sobre la denuncia de Nisman, pero a su estilo: destrozando a Nisman. Cosas de la vida, las investigaciones sobre la corrupción de Néstor son “ataques carroñeros contra una persona que ya no está para defenderse”, pero despedazar a un fiscal cuyo cuerpo aún no fue sepultado, es “un acto de defensa a las instituciones democráticas”. Y eso que Nisman no llegó a hablar. Luego, repitió que, para ella, al fiscal lo mataron. Tanto su descargo contra la denuncia, como sus teorías sobre el fallecimiento del fiscal, son cosas que debería realizar ante la Justicia y no por cadena, pero se ve que nadie le contó que en los Tribunales hay rampa para sillas de ruedas.
Como no podía ser de otra manera, logró encontrar una relación
entre el homicidio y Clarín más rebuscada que la que efectuara un periodista
entre el auto blindado de Nisman y su vínculo con la CIA. Luego, para terminar
de demostrar que la verdadera víctima es ella, anunció que enviará un proyecto
al Congreso para que se disuelva la Secretaría de Inteligencia y se la
reemplace por la Agencia Federal de Inteligencia.
La monada volvió a respirar y salió a comparar el anuncio de
Cristina con la bajada de los cuadros de Néstor –no, no es joda– a pesar de que
la SI dependió, sin mayores cambios, de ella, como antes lo hizo de su marido.
Para tranquilidad de todos, aclaró que las intervenciones
telefónicas ahora dependerán de Alejandra Gils Carbó, la titular de la
Procuración General de la Nación, al cual calificó como el “único ministerio
independiente de los otros tres poderes del Estado”. Lindo verso.
Abordar Inteligencia y Gils Carbó en un mismo texto es un
poco arduo, pero podemos hacer el intento. El primer cambio se dio cuando
Néstor decidió que la Secretaría de Inteligencia de Estado se sincere y pase a
llamarse sólo Secretaría de Inteligencia. El segundo se dio cuando Kirchner
designó a Héctor Icazuriaga al frente de la Secretaría y prometió que “no habrá
espionaje político”. De allí en adelante, pasaron a jugar a los soldaditos con
todos. Voyeurs profesionales, se ahorraron la guita de cometas gracias a las
carpetazos. Quien crea que disolver la SI es sólo un acto en favor de las
instituciones, le damos la bienvenida al planeta Tierra y lo invitamos a leer
los diarios de los últimos lustros.
En 2006, una investigación de Facundo Lidner nos contaba de
la existencia de la Unidad del Sistema Informativo de la Nación Argentina. Sí,
le pusieron USINA a una repartición que funcionaba dentro de la propia Casa
Rosada y con un sitio web que aún existe, pero al que sólo personal autorizado
puede ingresar. Desde allí, concentraron todo lo que se decía en cada medio de
comunicación: televisión, radio, diarios, revistas, portales y blogs. Esas
carpetas le eran entregadas a Néstor o a Cristina. El resto de la información,
la obtenían de los servicios. Cada vez que Cristina dice en un discurso “¿Se
acuerdan?” luego de escrachar a una persona, en realidad nos está contando que
leyó la carpeta que le prepararon. Como cuando siendo senadora se quejó de una
fuente consultada por un diario y contó en qué repartición fue asesora, cuánto
cobraba y a quién respondía. Nadie podía recordar esos datos porque nadie leyó
su carpeta.
Desde entonces, se les empezó a ir las cosas de las manos.
Porque no es lo mismo escrachar en público al vicepresidente de la Nación en
medio de un debate por el presupuesto nacional, como hizo Cristina siendo
Senadora con Daniel Scioli, que contar la vida y obra de un jubilado
marplatense que quiso comprar 10 dólares para regalarle a su nieto.
Todos los padecimos, en mayor o menor medida. Hace ya unos
años, en la época en que este sitio era tan sólo un dominio blogspot, con un
amigo empezamos a comparar datos de usuarios que entraban a comentar a su blog
y al mío, con información de nuestras personas, y que filtramos gracias a la
moderación de comentarios. Contactos contactados, amigos judiciales me
confirmaron que, en algún lugar del entramado enorme de Inteligencia montado
por el Gobierno, había un hermoso equipo destinado a una actividad que
consistía en entrar a comentar en publicaciones escritas artesanalmente y de
motu propio. Eso y la USINA explican por qué, cada vez que actualizaba el blog,
el primer ingreso correspondía a una dirección de IP con domicilio en una casa
que me resultaba muy conocida de mis años de empleado judicial: Observaciones
Judiciales.
La “Ojota” a la que Cristina le pegó en su Cadena Nacional
es una de las claves de los carpetazos. Es el domicilio al que un juzgado
federal envía el pedido de intervención telefónica para saber qué dice y deja
de decir el sospechoso de un delito. Nadie sabe a quiénes más espían, pero a
Cristina no le importó durante añares. Y, en lo particular, creo que sigue sin
importarle si no fuera por el detalle de las últimas semanas, ese en el que los
servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad –ambos a su cargo–
quedaron envueltos en el papelón de la escena del crimen de un fiscal federal,
junto con el Secretario de Seguridad, Sergio Berni, de quien la Presi,
convenientemente, no dijo una sola palabra en su monólogo de más de una hora de
duración.
No quiero dejar pasar la oportunidad de recordarles a los
tres o cuatro militantes que aún quedan de El Modelo que, mientras putean a la
Secretaría de Inteligencia que facilitaba los datos para que se armaran la
carpetas que luego usaría Cristina, Néstor o sus medios oficialistas, la guita
para financiar la USINA salía de Jefatura de Gabinete, no de la CIA, ni del
Mosad. Del mismo modo, no quisiera olvidarme de recordar que cuando se creó la
USINA, el Jefe de Gabinete era Alberto Fernández.
Primero Néstor, luego Cristina, destinaron miles de millones
de pesos por año para el financiamiento de organismos de inteligencia dentro de
todas y cada una de las fuerzas de seguridad, como así también para la SI y las
fuerzas armadas. Y a la luz de los resultados en la lucha contra el
narcotráfico, está claro que sólo lo hicieron para saber qué decimos y cuándo
lo decimos. Y, mientras los filósofos de la nada agregan “desde dónde lo
decimos”, en la Rosada no sólo lo saben literalmente, sino que además preparan
los operativos para contrarrestar la información, que van desde un montón de
comentaristas pagos –no todos, siempre queda el imbécil ad honorem–, hasta mega
informes periodísticos. Y después dicen que los impuestos no vuelven al
ciudadano.
Luego se sumó que cualquier fuerza quería justificar el
presupuesto para que no se lo bajaran al año siguiente. Resultadistas, hubo
gente tan ridícula que metió a gendarmes dentro protestas de la izquierda.
Algunos lo hicieron como manifestantes, como si hubiera un militante con corte
de pelo militar, y otros como periodistas, como si hubiera alguno de nosotros
con abdomen chato. Y como entre personal de inteligencia se entienden, todos se
dedicaron a destacarse frente a una mandataria que hace del carpetazo una forma
de vida. Estalló la guerra de espías, se cargaron un par entre ellos, pusieron
a un tipo del escalafón de comunicaciones al frente de la Policía Federal y a
un especialista en inteligencia en el Ejército.
Tras toda esta joda, Cristina montó un nuevo intento de
Golpe de Estado, teoría respaldada por Eugenio Zaffaroni, quien en la TV
Pública dijo que “no estudió las 400 fojas de la denunciade Nisman, pero que en
base a lo informado por la prensa” puede opinar que el fiscal mandó fruta. No
sé si algún otro Gobierno abusó tanto de los servicios de inteligencia como el
kirchnerismo, pero estoy seguro que nadie hizo tan, pero tan poco por
disimularlo.
Ahora, la Presi se pone en justiciera y voltea al sistema
que, tanto ella como su difunto marido, explotaron por doce años. Y para
coronar la joda, nos informa que las escuchas telefónicas quedarán en poder del
Ministerio Público Fiscal, comandado por Gils Carbó. Cómo si fuéramos una
población con daño permanente en el lóbulo temporal, nos habla de la
independencia de la Procuradora, quien forma parte del colectivo de Justicia
Legítima, el cual, por definición, vendría a ser sólo la impartida por ellos.
Gils Carbó tuvo una meteórica carrera en la Procuración
General durante la gestión del ex Procurador General Nicolás Becerra, designado
en el cargo en 1997 por decreto de Carlos Menem. En menos de un año, Gils Carbó
pasó de ser Secretaria de la Fiscalía ante la Cámara Comercial a Fiscal General
Adjunta de la Procuración, único cargo para el que concursó de todos los que
ocupó durante la gestión Becerra.
Desde que fue nombrada titular de la Procuración tras el
incidente con Daniel Reposo –el abogado que no sabía responder preguntas
básicas de derecho procesal como las teorías de suspensión de juicio a prueba,
pero que sigue a cargo de controlar la transparencia de la gestión–, Gils Carbó
inició una suerte de limpieza sustentada en la “no renovación” a los empleados
transitorios que no aprobaran “exámenes de conocimiento” que poco tienen que
ver con las tareas a desarrollar por una fiscalía: conquista de América,
procesos independentistas, integración regional en América Latina, modelo
agroexportador, sustitución de importaciones, neoliberalismo y crisis del
modelo neoliberal, revoluciones, construcción del Estado Nacional, crisis del
modelo liberal, Estado de bienestar, dictaduras, retorno de la democracia,
proceso inmigratorio, conformación de la clase trabajadora, represión y
resistencia, y aparición de los nuevos sujetos sociales.
Como se puede ver, todas cosas muy importantes para saber a
la hora de tomar una denuncia penal. Pero el objetivo es sencillo: tras el fin
del kirchnerismo podrán sacar a Gils Carbó, pero las minas antipersonales ya
están todas colocadas dentro de todas y cada una de las dependencias del
Ministerio Público Fiscal de la Nación Argentina, el organismo que, según el
proyecto de Cristina, decidirá a quien pincharle el teléfono.
Gils Carbó también armó una joda loca con el programa de
protección y atención a las víctimas, mediante la resolución 64 del 2 de
febrero de 2014. Para “profundizar” –cuándo no– el sistema que dijo que
funcionaba bien, decidió crear un Programa Integral de Orientación, Protección
y Acompañamiento a la Víctima, “pues la misión prioritaria de una sana política
criminal en la materia ha de ser, también, el acompañamiento de las víctimas en
el complejo y arduo camino de restitución de sus derechos ultrajados”. Un amor
de texto. Asimismo, la Procuradora sostuvo que “toda víctima debería tener la
certeza interna de que hay políticas públicas institucionales y programas
especialmente diseñados para problemáticas como las que ha atravesado”.
Para tamaña labor, Gils Carbó ordenó la creación de la
Comisión de Elaboración del Programa Integral del Ministerio Público de
Orientación, Protección y Acompañamiento a la Víctima y puso en su dirección al
fiscal Marcelo Colombo, de Justicia Legítima, acompañado por Alberto Binder,
académico experto en reformas judiciales que también formó parte de Justicia
Legítima, Eugenio Pablo Freixas, María Teresa Bravo y Malena Derdoy. Esta
última fue militante de la agrupación política “Patria Libre” para luego pegar
el salto a La Cámpora, según cuentan sus propios excompañeros, y venía de
cumplir funciones en el Ministerio de Defensa durante los años de gestión de
Nilda Garré.
Del otro lado del sistema de protección, está el Programa
Nacional de Protección de Testigos, dependiente de la Secretaría de Justicia de
Julián Álvarez, otro de La Cámpora. Como podrá verse, no es que uno quiera
paranoiquearse, pero convengamos que confiar en Justicia Legítima y La Cámpora
la seguridad de una víctima de amenazas que debe oficiar de testigo en una
causa seguida contra algún funcionario del Gobierno, da un poco de nervios.
Manejan la inteligencia, las custodias, sus medios de
comunicación, las fuerzas de seguridad, las fuerzas armadas, la protección de
víctimas y la de testigos. ¿Quién en su sano juicio se atrevería a denunciar al
Gobierno Nacional si queda librado a la buena de Dios, siempre y cuando sea
creyente? ¿A quién le pedimos protección?
Mercoledì. Y como Winston le leía a Julia en el libro del
paranoico Orwell “si, por ejemplo, Eurasia o Asia Oriental es la enemiga de
hoy, es necesario que ese país (el que sea de los dos, según las
circunstancias) figure como el enemigo de siempre. Y, si los hechos demuestran
otra cosa, habrá que cambiar los hechos”.
0 comments :
Publicar un comentario