miércoles, 28 de enero de 2015

Servicios kirchneristas de fin de ciclo


Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)

Luego de que Cristina se viera obligada a interrumpir su licencia médica –como si tuviera el cerebro en el tobillo izquierdo y no pudiera gobernar sentada– para brindar una Cadena Nacional grabada, surgieron demasiados interrogantes. El primero es qué pasó con el escritorio: si piensa que le vamos a tener lástima por estar en silla de ruedas, habría que aclararle que un lisiado fue el cerebro que ganó la Segunda Guerra Mundial y que otro que no puede ni mover la lengua revolucionó el mundo tal y como lo conocemos. El segundo, en qué estaba pensando a la hora de elaborar un discurso preparado.

Aparentemente, la idea era efectuar su descargo sobre la denuncia de Nisman, pero a su estilo: destrozando a Nisman. Cosas de la vida, las investigaciones sobre la corrupción de Néstor son “ataques carroñeros contra una persona que ya no está para defenderse”, pero despedazar a un fiscal cuyo cuerpo aún no fue sepultado, es “un acto de defensa a las instituciones democráticas”. Y eso que Nisman no llegó a hablar. Luego, repitió que, para ella, al fiscal lo mataron. Tanto su descargo contra la denuncia, como sus teorías sobre el fallecimiento del fiscal, son cosas que debería realizar ante la Justicia y no por cadena, pero se ve que nadie le contó que en los Tribunales hay rampa para sillas de ruedas.

Como no podía ser de otra manera, logró encontrar una relación entre el homicidio y Clarín más rebuscada que la que efectuara un periodista entre el auto blindado de Nisman y su vínculo con la CIA. Luego, para terminar de demostrar que la verdadera víctima es ella, anunció que enviará un proyecto al Congreso para que se disuelva la Secretaría de Inteligencia y se la reemplace por la Agencia Federal de Inteligencia.

La monada volvió a respirar y salió a comparar el anuncio de Cristina con la bajada de los cuadros de Néstor –no, no es joda– a pesar de que la SI dependió, sin mayores cambios, de ella, como antes lo hizo de su marido.

Para tranquilidad de todos, aclaró que las intervenciones telefónicas ahora dependerán de Alejandra Gils Carbó, la titular de la Procuración General de la Nación, al cual calificó como el “único ministerio independiente de los otros tres poderes del Estado”. Lindo verso.

Abordar Inteligencia y Gils Carbó en un mismo texto es un poco arduo, pero podemos hacer el intento. El primer cambio se dio cuando Néstor decidió que la Secretaría de Inteligencia de Estado se sincere y pase a llamarse sólo Secretaría de Inteligencia. El segundo se dio cuando Kirchner designó a Héctor Icazuriaga al frente de la Secretaría y prometió que “no habrá espionaje político”. De allí en adelante, pasaron a jugar a los soldaditos con todos. Voyeurs profesionales, se ahorraron la guita de cometas gracias a las carpetazos. Quien crea que disolver la SI es sólo un acto en favor de las instituciones, le damos la bienvenida al planeta Tierra y lo invitamos a leer los diarios de los últimos lustros.

En 2006, una investigación de Facundo Lidner nos contaba de la existencia de la Unidad del Sistema Informativo de la Nación Argentina. Sí, le pusieron USINA a una repartición que funcionaba dentro de la propia Casa Rosada y con un sitio web que aún existe, pero al que sólo personal autorizado puede ingresar. Desde allí, concentraron todo lo que se decía en cada medio de comunicación: televisión, radio, diarios, revistas, portales y blogs. Esas carpetas le eran entregadas a Néstor o a Cristina. El resto de la información, la obtenían de los servicios. Cada vez que Cristina dice en un discurso “¿Se acuerdan?” luego de escrachar a una persona, en realidad nos está contando que leyó la carpeta que le prepararon. Como cuando siendo senadora se quejó de una fuente consultada por un diario y contó en qué repartición fue asesora, cuánto cobraba y a quién respondía. Nadie podía recordar esos datos porque nadie leyó su carpeta.

Desde entonces, se les empezó a ir las cosas de las manos. Porque no es lo mismo escrachar en público al vicepresidente de la Nación en medio de un debate por el presupuesto nacional, como hizo Cristina siendo Senadora con Daniel Scioli, que contar la vida y obra de un jubilado marplatense que quiso comprar 10 dólares para regalarle a su nieto.

Todos los padecimos, en mayor o menor medida. Hace ya unos años, en la época en que este sitio era tan sólo un dominio blogspot, con un amigo empezamos a comparar datos de usuarios que entraban a comentar a su blog y al mío, con información de nuestras personas, y que filtramos gracias a la moderación de comentarios. Contactos contactados, amigos judiciales me confirmaron que, en algún lugar del entramado enorme de Inteligencia montado por el Gobierno, había un hermoso equipo destinado a una actividad que consistía en entrar a comentar en publicaciones escritas artesanalmente y de motu propio. Eso y la USINA explican por qué, cada vez que actualizaba el blog, el primer ingreso correspondía a una dirección de IP con domicilio en una casa que me resultaba muy conocida de mis años de empleado judicial: Observaciones Judiciales.

La “Ojota” a la que Cristina le pegó en su Cadena Nacional es una de las claves de los carpetazos. Es el domicilio al que un juzgado federal envía el pedido de intervención telefónica para saber qué dice y deja de decir el sospechoso de un delito. Nadie sabe a quiénes más espían, pero a Cristina no le importó durante añares. Y, en lo particular, creo que sigue sin importarle si no fuera por el detalle de las últimas semanas, ese en el que los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad –ambos a su cargo– quedaron envueltos en el papelón de la escena del crimen de un fiscal federal, junto con el Secretario de Seguridad, Sergio Berni, de quien la Presi, convenientemente, no dijo una sola palabra en su monólogo de más de una hora de duración.

No quiero dejar pasar la oportunidad de recordarles a los tres o cuatro militantes que aún quedan de El Modelo que, mientras putean a la Secretaría de Inteligencia que facilitaba los datos para que se armaran la carpetas que luego usaría Cristina, Néstor o sus medios oficialistas, la guita para financiar la USINA salía de Jefatura de Gabinete, no de la CIA, ni del Mosad. Del mismo modo, no quisiera olvidarme de recordar que cuando se creó la USINA, el Jefe de Gabinete era Alberto Fernández.

Primero Néstor, luego Cristina, destinaron miles de millones de pesos por año para el financiamiento de organismos de inteligencia dentro de todas y cada una de las fuerzas de seguridad, como así también para la SI y las fuerzas armadas. Y a la luz de los resultados en la lucha contra el narcotráfico, está claro que sólo lo hicieron para saber qué decimos y cuándo lo decimos. Y, mientras los filósofos de la nada agregan “desde dónde lo decimos”, en la Rosada no sólo lo saben literalmente, sino que además preparan los operativos para contrarrestar la información, que van desde un montón de comentaristas pagos –no todos, siempre queda el imbécil ad honorem–, hasta mega informes periodísticos. Y después dicen que los impuestos no vuelven al ciudadano.

Luego se sumó que cualquier fuerza quería justificar el presupuesto para que no se lo bajaran al año siguiente. Resultadistas, hubo gente tan ridícula que metió a gendarmes dentro protestas de la izquierda. Algunos lo hicieron como manifestantes, como si hubiera un militante con corte de pelo militar, y otros como periodistas, como si hubiera alguno de nosotros con abdomen chato. Y como entre personal de inteligencia se entienden, todos se dedicaron a destacarse frente a una mandataria que hace del carpetazo una forma de vida. Estalló la guerra de espías, se cargaron un par entre ellos, pusieron a un tipo del escalafón de comunicaciones al frente de la Policía Federal y a un especialista en inteligencia en el Ejército.

Tras toda esta joda, Cristina montó un nuevo intento de Golpe de Estado, teoría respaldada por Eugenio Zaffaroni, quien en la TV Pública dijo que “no estudió las 400 fojas de la denunciade Nisman, pero que en base a lo informado por la prensa” puede opinar que el fiscal mandó fruta. No sé si algún otro Gobierno abusó tanto de los servicios de inteligencia como el kirchnerismo, pero estoy seguro que nadie hizo tan, pero tan poco por disimularlo.

Ahora, la Presi se pone en justiciera y voltea al sistema que, tanto ella como su difunto marido, explotaron por doce años. Y para coronar la joda, nos informa que las escuchas telefónicas quedarán en poder del Ministerio Público Fiscal, comandado por Gils Carbó. Cómo si fuéramos una población con daño permanente en el lóbulo temporal, nos habla de la independencia de la Procuradora, quien forma parte del colectivo de Justicia Legítima, el cual, por definición, vendría a ser sólo la impartida por ellos.

Gils Carbó tuvo una meteórica carrera en la Procuración General durante la gestión del ex Procurador General Nicolás Becerra, designado en el cargo en 1997 por decreto de Carlos Menem. En menos de un año, Gils Carbó pasó de ser Secretaria de la Fiscalía ante la Cámara Comercial a Fiscal General Adjunta de la Procuración, único cargo para el que concursó de todos los que ocupó durante la gestión Becerra.

Desde que fue nombrada titular de la Procuración tras el incidente con Daniel Reposo –el abogado que no sabía responder preguntas básicas de derecho procesal como las teorías de suspensión de juicio a prueba, pero que sigue a cargo de controlar la transparencia de la gestión–, Gils Carbó inició una suerte de limpieza sustentada en la “no renovación” a los empleados transitorios que no aprobaran “exámenes de conocimiento” que poco tienen que ver con las tareas a desarrollar por una fiscalía: conquista de América, procesos independentistas, integración regional en América Latina, modelo agroexportador, sustitución de importaciones, neoliberalismo y crisis del modelo neoliberal, revoluciones, construcción del Estado Nacional, crisis del modelo liberal, Estado de bienestar, dictaduras, retorno de la democracia, proceso inmigratorio, conformación de la clase trabajadora, represión y resistencia, y aparición de los nuevos sujetos sociales.

Como se puede ver, todas cosas muy importantes para saber a la hora de tomar una denuncia penal. Pero el objetivo es sencillo: tras el fin del kirchnerismo podrán sacar a Gils Carbó, pero las minas antipersonales ya están todas colocadas dentro de todas y cada una de las dependencias del Ministerio Público Fiscal de la Nación Argentina, el organismo que, según el proyecto de Cristina, decidirá a quien pincharle el teléfono.

Gils Carbó también armó una joda loca con el programa de protección y atención a las víctimas, mediante la resolución 64 del 2 de febrero de 2014. Para “profundizar” –cuándo no– el sistema que dijo que funcionaba bien, decidió crear un Programa Integral de Orientación, Protección y Acompañamiento a la Víctima, “pues la misión prioritaria de una sana política criminal en la materia ha de ser, también, el acompañamiento de las víctimas en el complejo y arduo camino de restitución de sus derechos ultrajados”. Un amor de texto. Asimismo, la Procuradora sostuvo que “toda víctima debería tener la certeza interna de que hay políticas públicas institucionales y programas especialmente diseñados para problemáticas como las que ha atravesado”.

Para tamaña labor, Gils Carbó ordenó la creación de la Comisión de Elaboración del Programa Integral del Ministerio Público de Orientación, Protección y Acompañamiento a la Víctima y puso en su dirección al fiscal Marcelo Colombo, de Justicia Legítima, acompañado por Alberto Binder, académico experto en reformas judiciales que también formó parte de Justicia Legítima, Eugenio Pablo Freixas, María Teresa Bravo y Malena Derdoy. Esta última fue militante de la agrupación política “Patria Libre” para luego pegar el salto a La Cámpora, según cuentan sus propios excompañeros, y venía de cumplir funciones en el Ministerio de Defensa durante los años de gestión de Nilda Garré.

Del otro lado del sistema de protección, está el Programa Nacional de Protección de Testigos, dependiente de la Secretaría de Justicia de Julián Álvarez, otro de La Cámpora. Como podrá verse, no es que uno quiera paranoiquearse, pero convengamos que confiar en Justicia Legítima y La Cámpora la seguridad de una víctima de amenazas que debe oficiar de testigo en una causa seguida contra algún funcionario del Gobierno, da un poco de nervios.

Manejan la inteligencia, las custodias, sus medios de comunicación, las fuerzas de seguridad, las fuerzas armadas, la protección de víctimas y la de testigos. ¿Quién en su sano juicio se atrevería a denunciar al Gobierno Nacional si queda librado a la buena de Dios, siempre y cuando sea creyente? ¿A quién le pedimos protección?

Mercoledì. Y como Winston le leía a Julia en el libro del paranoico Orwell “si, por ejemplo, Eurasia o Asia Oriental es la enemiga de hoy, es necesario que ese país (el que sea de los dos, según las circunstancias) figure como el enemigo de siempre. Y, si los hechos demuestran otra cosa, habrá que cambiar los hechos”.

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