Por más que el
oficialismo le pegue, el gobernador no se baja. Por qué CFK
apuesta a un
triunfo débil en las PASO.
Por Beatriz Sarlo |
Hace tres días, Florencio Randazzo, en
tono estudiantil de fin de curso, dijo por radio que Cristina lo elegirá a
él como candidato.
Entre risas, se mostró seguro de que la Presidenta
nunca respaldará a Daniel Scioli. Randazzo jugó fuerte, aunque en tono
jocoso.
La Señora, que suele tener arranques autodestructivos cuando nombra
candidatos (lo prueban Boudou e Insaurralde), quizá sea capaz de perder
una elección con Randazzo antes que resignarse a ganarla con Scioli. La
Señora también suele sobrevalorarse y, por eso, es verosímil que piense que todos los
votos de Scioli le pertenecen. Alguien debería avisarle sobre una
posibilidad antipática: que algunos votos se queden con Scioli y otros vayan a
Scioli desde Massa, si la Señora desprecia al gobernador.
Además, ¿quién le garantiza a la Señora que Randazzo va a conservar
todos los votos que ella le entrega como si estuvieran encerrados en un
cofrecito? La política debe pensarse no con la hipótesis de que todo saldrá
bien, sino con la de que todo puede descomponerse. Kirchner, una vez que
Duhalde lo convenció o le impuso a Scioli como vicepresidente, le hizo varios
desplantes, pero lo llamó y lo tomó del brazo cada vez que hubo elecciones. Y
no porque Kirchner fuera inseguro, sino porque era sensato y sabía
contar. Por un momento acéptese el supuesto de que la Señora está
condenada a Scioli.
La campaña que precede a las PASO del Frente para la Victoria
probablemente no apasione a “la gente”. No se discute nada sustancial, porque
para eso ya está el Modelo. En consecuencia, sólo queda disputar plateas en las
cadenas nacionales y populares de la Presidenta. Y, por supuesto, lijar a
Scioli. La vuelta de
Aníbal Fernández a la escudería de Casa de Gobierno puede hacer
las cosas más divertidas: no se le conocen chistes voluntarios a Capitanich ni
salidas ingeniosas a Randazzo. Aníbal promete una variación del
show, aunque hasta ahora ha mostrado una fraternal gentileza con
Scioli, que quizás anuncie un cambio de estilo.
A pensar. Todo esto se han cansado de apuntarlo los comentaristas políticos.
Por eso, me dediqué una tarde a pensar qué me diría mi viejo amigo peronista,
hombre curtido en todas las batallas, primero de la liberación nacional y
social, después empachado por digerirse a Herminio Iglesias, más tarde un poco
desvaído por las privatizaciones menemistas, finalmente un soldado de la
Señora, uno de esos cuadros de tercera fila que todo partido necesita. Ese
hombre ahora no contesta mis frecuentes llamados.
Entonces, a falta de interlocutor informado, me hice la pregunta: ¿por
qué a Scioli lo
siguen atacando los kirchneristas? Es un blanco fijo pero
resiliente, una sustancia plástica que no logra ser atravesada por el
insulto. Nadie puede creer seriamente que atacando a Scioli van a obligarlo a
bajarse. Más bien, como todo el mundo asegura, hay una orden de la Presidenta.
Pero esto no contesta la pregunta: ¿cuál es el sentido de esa orden,
salvo que la consideremos simplemente un error producido por alguna rabieta?
Scioli sabe que la Señora puede no tenerle simpatía pero que lo soportó cada
vez que le hizo falta, en cada elección pasada. Por otra parte, en estos días a
la Señora le importa quién le garantiza que no haya muchos procesos judiciales.
Y nadie ve a Scioli atizando fiscales para que procesen a la estirpe K.
Puede pensarse que la Señora prefiera ganar una elección con Scioli como
candidato que perderla con Randazzo. Salvo que Randazzo inaugure el Orient
Express y eso lo coloque en las encuestas más o menos a la par de Scioli, es
Daniel el único que garantiza seguir en el gobierno a los viejos peronistas y a
la gloriosa JP de Maximito. La Señora también querría la continuidad del
Modelo. A tal efecto, confía en los “jóvenes” nombrados con puestos jerárquicos
en posiciones estratégicas.
Motivos. Entonces, hay otra razón para que los kirchneristas ataquen a
Scioli. Mi hipótesis: la Señora quiere que Scioli gane las PASO muy
esmerilado. Que gane por la menor cantidad de votos. O sea que el Frente
para la Victoria haga unas grandes PASO, muy atractivas, con cotillón de todos
los colores, y quien las gane toque la línea de llegada sintiendo el aliento de
sus competidores en la nuca. La imagen de la noche del escrutinio tendría que
ser no la de un Scioli que ganó por dos cuerpos, sino la de un trío que
alcanzó la meta con pocas diferencias y que, de ahí en más, se necesitarán
entre sí.
Para el kirchnerismo sería un desastre que Scioli ganara las PASO por 15
puntos. No sé si las encuestas dicen que esto es posible. Pero la política debe
bloquear cualquier posibilidad que se acerque a ese resultado. No se trata de
encuestas para dentro de seis meses; se trata de lo que hay que hacer ahora,
anticipándose a las encuestas.
Se objetará que a los votantes de Scioli mucho no les preocupa que lo ataquen,
que Daniel tiene capital suyo, que comparte con la Señora. Aunque no pierda
muchos votos cuando se lo
asocia con las corporaciones contrarias al Modelo, siempre es bueno
recordarle que el kirchnerismo no lo quiere mucho (de nuevo: ¿alguien pensó que
eso podría llevarle a Scioli votos dudosos de Massa?).
Hoy por hoy, insultar a Scioli es una estrategia toda ganancia o win-win, como
dice la Señora cuando habla en inglés.
© Perfil
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