El acuerdo está
avanzado y se plantearía en la Convención Nacional de la UCR.
Excluiría a
Massa.
Por Ignacio Fidanza |
La foto de Mauricio Macri y Lilita Carrió fue apenas el
primer paso de un movimiento más amplio que tiene como objetivo final la consagración
de una alianza electoral entre la UCR y el PRO.
Las conversaciones, según afirmaron a LPO fuentes al tanto de las negociaciones, están muy avanzadas. La
idea central es conformar listas unificadas para las candidaturas a diputados y
senadores nacionales.
Se trata de consagran en una boleta el tan mentando “acuerdo
parlamentario” que necesitaría un gobierno radical-macrista para alcanzar masa
crítica en el Congreso.
El senador y presidente del radicalismo, Ernesto Sanz, es
quien lidera esta estrategia y lleva adelante las negociaciones con el
macrismo.
El movimiento de la foto compartida con Carrió era necesario
para naturalizar un acuerdo que incluye a la líder de la Coalición Cívica,
quien hasta ahora venía proclamando la necesidad de acordar con el PRO, pero
resistiéndose a dar el paso que consagra la imagen que hoy se distribuyó a los
medios.
La idea que gana más consenso en el radicalismo y sobre la
que se está trabajando es llevar a la Convención Nacional que se reunirá en
Marzo en Gualeguaychú, como propuesta de estrategia para las elecciones
presidenciales, una alianza con el PRO que excluya a Sergio Massa y que dirima
la fórmula presidencial en las primarias.
La exclusión de Massa y el cierre con Macri son decisiones
políticas en sentido estricto, no influenciadas por simpatías personales. La
conducción del radicalismo cree que deben consolidar un espacio no peronista.
"Si vamos atrás de Massa desaparecemos", confiaron a LPO.
Más allá de lo formal, el boceto concreto sobre el que se
trabaja es reducir la competencia a la boleta presidencial en la que Macri
podría enfrentar la fórmula Sanz-Carrió que enfrente a Macri; mientras el resto
de los cargos se consensuan, en base a un reconocimiento implícito de la UCR
como socio mayoritario.
Es probable que si este diseño se consagra, las presiones
-que no cesaron- sobre Gabriela Michetti para que acompañe a Macri como
candidata a vicepresidente se intensifiquen, ya que quedaría descartada la
fórmula Macri-Sanz.
Como sea, el líder del PRO ya dio sobradas muestras de su
predisposición a aceptar al radicalismo como socio mayoritario en los
distritos. En Mendoza apoyó la fórmula puramente radical de Alfredo Cornejo y
Laura Montero para la gobernación y en la capital provincial donde venía de
salir segundo, hizo el sacrificio mayúsculo y directamente bajó su lista para
aumentar las chances de la UCR de retener el gobierno municipal.
Lo mismo acaba de definir en Córdoba, donde como reveló LPO, mantuvo una reunión secreta con el
intendente Ramón Mestre y aceptó que la UCR lidere tanto la boleta a la
gobernación como la de la capital provincial.
Este acuerdo, si se consagra en la Convención Nacional no es
gratuito ni pacífico. Hay importantes dirigentes como Gerardo Morales y en
menor medida el tucumano José Cano, que prefieren cerrar una alianza con Massa.
En la cúpula de la UCR ya descuentan que seguro Morales y
tal vez Cano, encabecen una ruptura, pero no dramatizan. “Nadie va a salir a
pegarles”, reconocieron a LPO.
Es que bien mirado, el desplazamiento de Cano y Morales, si
contribuye a que ambos ganan las gobernaciones de Jujuy y Tucumán, sigue siendo
funcional al objetivo de fondo del radicalismo: entregar la posibilidad de
pelear la Presidencia a cambio de reconstruirse como la segunda fuerza en
extensión nacional, con un importante núcleo de gobernaciones, intendentes y
legisladores nacionales.
En ese marco la salida de Gustavo Posse del massimo y la
foto que compartió con Sanz en Pinamar no es un detalle menor. Posse ya tiene
garantizada la candidatura a gobernador bonaerense, como anticipó LPO, si se consolida el acuerdo del PRO
y el radicalismo.
En definitiva, un radicalismo fuerte no es una mala noticia
en la búsqueda de reequilibrar un sistema político que quedó muy descompensado
luego de la crisis del 2001, permitiendo que surgiera como actor dominante un
peronismo con ambiciones hegemónicas cuyos efectos más lamentables hoy se
observan en toda su magnitud.
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