martes, 27 de enero de 2015

Cristina y un mensaje que refuerza las peores tendencias del poder

La Presidenta expuso su obsesión: Todo lo que ocurre es producto de 
una gran conspiración orquestada por Clarín.

Por Ignacio Fidanza
El mensaje tuvo un único mérito: expuso a plena luz cuál es el estado actual de los pensamientos de la Presidenta. 

No sirvió para llevar tranquilidad a una sociedad agobiada por la sombra siniestra del crimen político y tampoco ofreció una hoja de ruta consistente para salir de la crisis actual.

En el tramo medular de su mensaje por cadena nacional, la Presidenta reveló la profundidad de sus obsesiones: un hilo conductor –el hilo de Ariadna- une la sucesión de revelaciones sobre los aspectos más inexplicables de su fulgurante crecimiento patrimonial y el de sus empresarios más cercanos, como Lázaro Báez, con la muerte del fiscal Alberto Nisman. Y este hilo mitológico que todo lo vincula conduce a Clarín.

Así, todos los males, las tragedias, los errores y hasta las torpezas, se explican desde una instancia secreta, un orden superior donde confluyen todas las conspiraciones. La política como paranoia que evita la autocrítica porque todo es culpa del otro malvado, que conspira contra los intereses del pueblo, y por supuesto, la Patria que la encarna quien tiene el poder.

Diego Ángel Lagomarsino no es entonces un colaborador del fallecido Alberto Nisman, comprometido por haberle entregado el arma que supuestamente terminó con su vida; sino por algo mucho más grave, su hermano trabaja en el área de sistemas de un estudio de abogados que tiene entre sus clientes al grupo Clarín. Y otro dato incriminante: en la red social Twitter se expresa en contra del Gobierno y la Presidenta. Más claro imposible.

Paroxismo del cristinismo condensado en una línea: los críticos del Gobierno son culpables. De lo que sea, cuando sea. El contenido autoritario del razonamiento alarma por lo que proyecta.

En su largo mensaje, Cristina dedicó además varios tramos para colocarse en uno de los lugares que más le gusta: el de víctima. “Aquí me ven, en silla de ruedas”, aclaró al comienzo, por si acaso a algún distraído no le había quedado clara la puesta en escena, ella en la silla de ruedas, toda de blanco, en el centro de la pantalla, sin el habitual escritorio que utiliza en sus discursos grabados.

La construcción del mensaje siguió por ese eje, ella es la verdadera víctima, entre otras cosas, de una conspiración orquestada por fiscales, jueces, periodistas y espías, activados por su intento de alcanzar la verdad sobre el atentado a la AMIA, a través del memorándum con Irán. Un rol que volvió a ensayar cuando recordó no la muerte de Mariano Ferreyra, sino como ésta afectó a su esposo. Notable transposición. Néstor fue la verdadera víctima de aquel crimen, ella lo es de la muerte del fiscal.

Ubicada en este lugar, acaso no percibió que en sus largas parrafadas eludió la más elemental regla no ya de la política, sino de una mínima urbanidad: expresar su pésame a la familia de la persona que falleció. Fue tan notable la incapacidad de empatía con las reales víctimas de esta tragedia, que incluso se alargó en un muy desgraciado relato de cómo se enteró de la muerte del fiscal, con detalles de mal gusto y hasta algún intento de humor desubicado.

La parte “programática” del mensaje fue más de lo mismo. Ante cada problema de la realidad, Cristina tiene un proyecto de ley. En este caso la “disolución” de la SIDE y su reemplazo de una agencia, que seguramente absorberá el personal y las funciones de la actual Secretaría. La única novedad de este previsible gatopardismo es que el director de esa agencia necesitará del acuerdo del Senado. Pero se cuidó muy bien de no precisar si será por simple mayoría -que la tiene asegurada- o por dos tercios como los jueces de la Corte Suprema.

El segundo capítulo de esta “reforma” es el traslado de la oficina encargada de las escuchas -conocida como Ojota- de la SIDE a la Procuración. Una trampa caza bobos. El problema nunca fueron las escuchas legales -como las que ordenó Nisman-, que están bajo escrutinio y regulación de los jueces; sino las miles de escuchas ilegales con fines políticos y hasta personales que ordenan los presidentes y que con el kirchnerismo alcanzaron niveles récord.

Apenas un ejemplo de la hipocresía de la propuesta: ¿Regulará también la procuradora Alejandra Gils Carbó las escuchas que eventualmente realice la potenciada estructura de Inteligencia del Ejército que responde al general César Milani? La pregunta, obvio, es retórica.

En definitiva, el mensaje de la Presidenta no hizo sino más confirmar que fue ella la verdadera autora del lamentable “documento” que el PJ aprobó en su última reunión y que sumergió a esa fuerza política en una crisis profunda, al punto que es muy probable que de aquí al final de su mandato, no vuelva a reunirse.

“No se toca ni una coma”, dijo Carlos Zannini cuando irrumpió en esa reunión con el texto que finalmente se aprobó. Será materia de estudio para sociólogos y expertos en temor reverencial y comportamiento de manada, explicar por qué líderes experimentados, gente grande, con votos propios y aspiraciones, eligen reducir a cero su dignidad política, condensada en el infantil recurso de poner mala cara y tratar de salir lo más atrás posible en la foto oficial.

Selfies de un proceso político que esta noche confirmó que todavía no aprendió el arte de despedirse bien.

© LPO

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