Por Gabriel Profiti |
Cristina Kirchner volvió a dar un vuelco sobre la marcha
para sintonizar el dial de la opinión pública. Ya lo había hecho tras la
conversión del cardenal Bergoglio en Papa y lo acaba de repetir con la
impactante muerte del fiscal federal Alberto Nisman.
Hace casi dos años la Presidenta se dio cuenta rápidamente
de que debía subirse a la ola de popularidad del primer pontífice argentino,
pese a su áspera reacción inicial, y ahora busca controlar los daños de una
muerte resonante y corrosiva.
Luego de haber alentado durante tres días la teoría del
suicidio, se replegó en otra carta "convencida" de que Nisman no se
había quitado la vida. Una encuesta de Aresco conocida pocas horas antes había
revelado que siete de cada diez argentinos no creían en que el fiscal haya sido
su propio ejecutor.
Sin embargo, en la investigación todavía no hay elementos -o
al menos no fueron difundidos- para llegar a la conclusión de que fue un
suicidio, un suicidio inducido o un homicidio.
El golpe de timón presidencial obedeció a que el impacto por
el fallecimiento del investigador de la causa AMIA trascendió las fronteras del
país y dañó la imagen del Gobierno. Esto es reconocido en la propia Casa
Rosada.
La muerte de Nisman se produjo horas después de haber
denunciado a la cúspide del poder por presunto encubrimiento del atentado
contra la mutual judía y dejó la sensación de que una Argentina mafiosa se
mueve impunemente entre bambalinas.
Demasiado espionaje ilegal. Demasiada diplomacia paralela o
informal. Demasiada intromisión entre poderes. Franeleo. Coimas. En el fondo,
lo que está mostrando descarnadamente el suicidio/crimen de Nisman es la baja
calidad institucional de la Argentina, de la que el propio fiscal no estuvo
exento y que no es ni más ni menos que el sustrato de todo el proceso
político-judicial del caso AMIA. .
Hipótesis
Luego de aquella reacción inicial, el Gobierno promueve la
hipótesis de que de se trató de un asesinato montado en su perjuicio, a partir
del desplazamiento de la cúpula política y operativa de la Secretaría de
Inteligencia.
El principal apuntado es el apartado exjefe operativo de la
ex-Side Antonio "Jaime" Stiusso, quien estuvo durante más de treinta
años detrás de los vericuetos del poder. Algunos dicen que le sacó la caja a
Pandora y la abre cuando quiere.
Así las cosas, hay preocupación en el campamento del
oficialismo. El caso Nisman suspendió completamente la campaña. La magnitud del
daño y su incidencia en las próximas elecciones dependerá de su resolución o de
su continuidad en el candelero. El problema es que pocos creen que pueda
esclarecerse.
"La muerte del fiscal Nisman, más allá de cómo se haya
producido ha generado un fuerte impacto negativo en el seno del Gobierno. Las
posiciones ambivalentes y cambiantes de la Presidenta no han ayudado a mejorar
la mirada de la opinión pública sobre el tema", analizó el director de la
Consultora Poliarquía, Fabián Perechodnik. De todos modos aclaró que no es
recomendable hacer mediciones hasta que la situación decante.
Por su lado, el analista político Sergio Berensztein evaluó
que "si es un hecho aislado, el Gobierno tiene tiempo para reacomodarse;
va a sufrir la caída pero se puede recuperar. Es un Cabezas, un
Kosteki-Santillán o un Julio López más; pero si es parte de una serie de
eventos, posiblemente se desate un ciclo de inestabilidad política",
arriesgó.
Por lo pronto, la dirigencia de la comunidad judía volvió a
tomar distancia del Gobierno: Quiere que se declare duelo nacional el día del
sepelio de Nisman y el martes no irá al acto en la Cancillería por el Día
Internacional del Holocausto. Esto provocó un fuerte cruce privado entre el
secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y el presidente de la DAIA, Julio
Schlosser.
Scioli baraja
Daniel Scioli fue el único entre las principales figuras del
oficialismo que no suscribió de entrada a la teoría del suicidio y cerca suyo
celebraron el cambio de postura de Cristina. En su comunicado del lunes lamentó
la muerte del fiscal Nisman y pidió "que la Justicia trate las denuncias
con la celeridad, transparencia y responsabilidad".
Ese pronunciamiento estuvo varias horas en observación antes
de conocer la luz. Sus principales rivales, Sergio Massa y Mauricio Macri ya
habían dado conferencias de prensa enalteciendo la figura del fiscal que acusó
al Gobierno. El líder del Frente Renovador se sobreexpuso pidiendo ser
querellante en la causa.
El gobernador bonaerense suspendió sus actividades públicas,
al igual que el resto de los actores de la política, y reapareció tres días
después en Bahía Blanca, donde pidió cambios en las "estructuras de
Inteligencia". Sentó posición horas antes de la reunión del PJ donde se
calentaba una bola de fuego.
Junto al presidente del Consejo Nacional del PJ, Eduardo
Fellner, y otros gobernadores, Scioli había avalado un pronunciamiento de
respaldo a Cristina Kirchner "focalizado" en los últimos eventos.
Sin embargo, el arquitecto jurídico kirchnerista Carlos
Zannini llevó a la sede de Matheu un texto incendiario denunciando una
confabulación de medios, jueces, fiscales y hombres de inteligencia contra el
Gobierno, que finalmente leyó el apoderado partidario Jorge Landau.
"Fue un suicidio colectivo", metaforizó un hombre
que paradójicamente trabaja en la sobrevida del PJ luego de los confines
kirchneristas. Scioli, sabiendo el alcance nocivo del texto, llegó tarde a la
reunión y se ubicó en un segundo plano con gesto adusto.
Algunos analistas ya miden si la Presidenta pasará o no de
ser una electora clave a un activo tóxico de la campaña, teniendo en cuenta
además la probabilidad de que forme parte de la lista del Frente para la
Victoria. Es imposible determinarlo ahora.
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