Rodolfo Urtubey y su relación con Amado Boudou. |
Por José Montenegro
A fines del año pasado, la situación judicial del
vicepresidente Amado Boudou, ya había entrado en una zona que no solamente
desquiciaba emocionalmente al propio acusado, sino que además llegaba a dañar
seriamente la institucionalidad del país, no tanto por los actos judiciales en
sí, sino por la falta de honorabilidad ante una situación histórica por la
gravedad de los hechos.
Con múltiples causas abiertas que van desde estafa,
falsificación de documentos públicos, enriquecimiento ilícito, incumplimiento
de los deberes de funcionario público, recepción de dádivas y todas las
variantes habidas y por haber de estas causas enmarcadas en tenebrosos hechos
de corrupción, tienen, además de la lectura jurídico-judicial, una visión
política ineludible.
Ignorando, exprofeso, esta última condición, el senador
nacional por Salta, Rodolfo Urtubey, fue el más arduo defensor oficialista del
acusado (y procesado) vicepresidente Boudou: “No podemos tomar ninguna
determinación hasta tanto no haya una acusación de la Cámara de Diputados; si
lo hacemos, habremos prejuzgado ya que nos tocaría actuar como cámara juzgadora
ante un eventual juicio político”.
Los senadores opositores requirieron, no el juicio político
que devendría si Boudou es encontrado culpable al finalizar el juicio oral al
que fue derivado, sino que el vicepresidente y titular del Senado tome una
decorosa licencia hasta que se termine de dilucidar su situación judicial.
Cuando comenzaron las primeras acusaciones, todo el oficialismo y sus bloques
parlamentarios, salieron a defender a Boudou. En los últimos meses del año
pasado, únicamente Rodolfo Urtubey puso las manos al fuego por el vice
procesado.
Incluso, se permitió bromas ramplonas al descalificar las
acusaciones que pesaban sobre Boudou cuando era ministro de Economía: “No es un
hecho parlamentario” sostuvo entonces Urtubey y sugirió que la Secretaria Administrativa
enviara una nota a través de “un chasqui”.
Mientras tanto, el propio jefe del bloque al que pertenece
Urtubey, el rionegrino Miguel Ángel Pichetto, no quiso ni mirarlo a Boudou, tal
es el enojo que aún mantiene con el vicepresidente. Claro, Pichetto quiere seguir
haciendo política, más allá de Cristina Kirchner y de su procesado vice.
Tenerlo a Boudou sentado al frente, es para Pichetto, mucho más que una mochila
de plomo. Muchos de sus compañeros de bancada opinan lo mismo. Salvo Urtubey,
claro, que de este modo parece querer allanarle ante el gobierno de Cristina, el
camino ambiguo que viene andando su hermano gobernador, Juan Manuel,
considerado un “kirchnerista light” por la mayoría oficialista.
Ahora, cuando se abre la posibilidad cierta de que Boudou se
incline (obligado) a la majestuosidad de la ley a la que eludió con cinismo,
sin vergüenza y con una falta de ética republicana que asombra al mundo, habrá
que ver si Rodolfo Urtubey vuelve a sostener sus argumentos con la lógica
jurídica (que no siempre es republicana) o con la lógica del comportamiento
social e institucional que corresponde.
Y habrá que ver si el otro Urtubey, el gobernador, deja de
celebrar en la vendimia mendocina con un múltiple procesado que,
lamentablemente, conduce los destinos de una institución republicana como el
Senado nacional y, eventualmente y como una bofetada a la fe pública, los propios
destinos del país.
© Agensur.info
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