sábado, 27 de diciembre de 2014

PERFILES / JOHN GRAY

"La humanidad no existe"

John Gray: cómo el salvajismo y la irracionalidad crecen a medida
que se aceleran los avances científicos.
"La humanidad no existe. Sólo hay seres humanos movidos por necesidades e ilusiones contradictorias y sujetos a toda clase de trastornos de voluntad y juicio”, dice el filósofo John Gray, desafiando, de ese modo, las convenciones tradicionales sobre el ser humano. Para Gray, “las especies no pueden controlar sus destinos. Las especies no existen. Y los seres humanos no son una excepción”. He aquí un resumen de su pensamiento.

Sus fechas

1948 John Gray nace en South Shields, County Dirham (Inglaterra) en una familia de clase modesta.

1968 Estudia en el Exeter College, Oxford,  Filosofía, Política y Economía.

1973 Es profesor de Teoría Política en la Universidad de Essex y después en Jesus College, Oxford.

1983 Su primera obra: Mill on Liberty.

1985 Profesor de Pensamiento Europeo en la London School of Economics and Political Science hasta su retiro en 2008.

1986 Publica Liberalism.

1996 After Social Democracy.

1998 False Dawn: The delusions of Global Capitalism.

2000 Las dos caras del liberalismo.

2002 Aparece una de sus obras principales: Straw Dogs (Perros de paja).

2004 Contra el progreso y otras ilusiones.

2007 Black Mass: Apocalyptic Religion and the Death of Utopia.

2008 Tecnología, progreso y el impacto humano sobre la tierra.

Su pensamiento

Gray ha hecho un camino autodestructivo de sus sucesivas convicciones ideológicas hasta alcanzar un estadio de esencialidad que va paralelo a las revelaciones que está haciendo la neurobiología, las últimas teorías evolucionistas.

Esa es la virtud sorprendente de su pensamiento: desposeerse de lo que los últimos cincuenta años de ciencia están arrumbando en un trastero: los mitos y creencias que habían sobrevivido al siglo XIX y primera mitad del XX. Sus principales escritos definen claramente esa evolución.

En Perros de paja desafía a las viejas convenciones sobre el ser humano. Según Gray, desde Platón hasta el cristianismo o desde la Ilustración hasta Nietzsche, la tradición occidental se ha basado en creencias arrogantes y erróneas sobre los seres humanos y el lugar que ocupan en el mundo. Gray se sorprende que incluso actualmente, pese a Darwin, Lovelock, Margulis, casi todas las escuelas de pensamiento no pueden abandonar la idea de que el ser humano sea esencialmente distinto del resto de animales. Esa tesis humanista, para Gray, no es más que una ilusión residual después de tantos siglos de trascendentalismo de lo humano. Cita a Jacques Monod: “Todas las religiones, casi todas las filosofías, una parte de la ciencia, atestiguan el incansable, heroico esfuerzo de la humanidad negando desesperadamente su propia contingencia”.

Perros de paja es la perspectiva de las cosas en las que los humanos ya no ocupan el lugar central.

Hoy, dice Gray, la mayoría de las personas creen formar parte de una especie capaz de ser dueña de su destino. Es una cuestión de fe, no de ciencia. Darwin nos enseña que las especies no son más que conglomerados de genes que interactúan aleatoriamente  unos con otros y con sus entornos cambiantes. Las especies no pueden controlar sus destinos. Las especies no existen. Y los seres humanos no son una excepción.

Los seres humanos somos el ciego devenir evolutivo. La idea de que la humanidad se haga cargo de su destino sólo tiene sentido si atribuyéramos conciencia e intención a la especie. La humanidad no es una excepción: no puede modelar su propio futuro.

En realidad, la humanidad no existe. Sólo hay seres humanos movidos por necesidades e ilusiones contradictorias y sujetos a toda clase de trastornos de voluntad y juicio.

Los orígenes de la ciencia no radican en la indagación racional, sino en la fe, la magia y el engaño. La historia de la ciencia evidencia que los científicos han desobedecido muchas veces las reglas del método científico. El progreso de la ciencia (y no solo sus orígenes) es el resultado de actuar contra la razón.

“El cielo y la tierra son implacables. Los seres de la creación son para ellos meros perros de paja. Si los seres humanos perturban el equilibrio de la tierra serán pisoteados y abandonados”.

Gray nos dice citando a Schopenhauer: “Yo compararía a Kant con un hombre que tras intentar toda la noche conquistar a una belleza enmascarada en un baile, cuando ésta por fin se despoja de la máscara, descubre que se trataba de su mujer”. La esposa que se hacía pasar por belleza desconocida era el cristianismo. Hoy es el humanismo.

En los últimos cientos de años, la religión ha decaído, pero nosotros hemos seguido obsesionados con la idea de imprimir un sentido humano a las cosas. La actitud dominante ante la vida ha sido un idealismo secular. La vida espiritual no es una búsqueda del sentido, sino una liberación de todo significado.

Gray concluye: los demás animales no necesitan propósito alguno en su vida. Siendo, como es, una contradicción para sí mismo, el animal humano no puede vivir sin uno. ¿Tan inconcebible nos resulta que el objetivo de la vida sea sencillamente ver?

Una idea central de John Gray es su juicio sobre el progreso: “Existe la creencia de que la vida humana mejora a medida que aumenta el conocimiento. El error no radica en pensar que la vida humana puede mejorar, sino en imaginar que la mejora puede llegar a ser acumulativa. A diferencia de la ciencia, la ética y la política no son actividades en las que lo aprendido en una generación pueda ser transmitido a un número indefinido de generaciones futuras: ambas son, al igual que las artes, habilidades prácticas que se pierden con facilidad… Ninguno de los pensadores de la ilustración imaginó el que la vida humana puede volverse más salvaje e irracional incluso al tiempo que se aceleran los avances científicos”.

© Filosofía Hoy

Selección: Agensur.info

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