"La humanidad no existe"
John Gray: cómo el salvajismo y la irracionalidad crecen a medida que se aceleran los avances científicos. |
"La humanidad no existe.
Sólo hay seres humanos movidos por necesidades e ilusiones contradictorias y
sujetos a toda clase de trastornos de voluntad y juicio”, dice el filósofo John
Gray, desafiando, de ese modo, las convenciones tradicionales sobre el ser
humano. Para Gray, “las especies no pueden controlar sus destinos. Las especies
no existen. Y los seres humanos no son una excepción”. He aquí un resumen de su
pensamiento.
Sus fechas
1948 John Gray
nace en South Shields, County Dirham (Inglaterra) en una familia de clase
modesta.
1968 Estudia en
el Exeter College, Oxford, Filosofía,
Política y Economía.
1973 Es profesor
de Teoría Política en la Universidad de Essex y después en Jesus College,
Oxford.
1983 Su primera
obra: Mill on Liberty.
1985 Profesor de
Pensamiento Europeo en la London School of Economics and Political Science
hasta su retiro en 2008.
1986 Publica Liberalism.
1996 After
Social Democracy.
1998 False
Dawn: The delusions of Global Capitalism.
2000 Las dos caras del liberalismo.
2002 Aparece una
de sus obras principales: Straw Dogs
(Perros de paja).
2004 Contra el progreso y otras ilusiones.
2007 Black
Mass: Apocalyptic Religion and the Death of Utopia.
2008 Tecnología, progreso y el impacto humano
sobre la tierra.
Su pensamiento
Gray ha hecho un camino autodestructivo de sus sucesivas
convicciones ideológicas hasta alcanzar un estadio de esencialidad que va
paralelo a las revelaciones que está haciendo la neurobiología, las últimas
teorías evolucionistas.
Esa es la virtud sorprendente de su pensamiento: desposeerse
de lo que los últimos cincuenta años de ciencia están arrumbando en un trastero:
los mitos y creencias que habían sobrevivido al siglo XIX y primera mitad del
XX. Sus principales escritos definen claramente esa evolución.
En Perros de paja
desafía a las viejas convenciones sobre el ser humano. Según Gray, desde Platón
hasta el cristianismo o desde la Ilustración hasta Nietzsche, la tradición
occidental se ha basado en creencias arrogantes y erróneas sobre los seres
humanos y el lugar que ocupan en el mundo. Gray se sorprende que incluso
actualmente, pese a Darwin, Lovelock, Margulis, casi todas las escuelas de
pensamiento no pueden abandonar la idea de que el ser humano sea esencialmente
distinto del resto de animales. Esa tesis humanista, para Gray, no es más que
una ilusión residual después de tantos siglos de trascendentalismo de lo
humano. Cita a Jacques Monod: “Todas las
religiones, casi todas las filosofías, una parte de la ciencia, atestiguan el
incansable, heroico esfuerzo de la humanidad negando desesperadamente su propia
contingencia”.
Perros de paja es
la perspectiva de las cosas en las que los humanos ya no ocupan el lugar
central.
Hoy, dice Gray, la mayoría de las personas creen formar
parte de una especie capaz de ser dueña de su destino. Es una cuestión de fe,
no de ciencia. Darwin nos enseña que las especies no son más que conglomerados
de genes que interactúan aleatoriamente
unos con otros y con sus entornos cambiantes. Las especies no pueden
controlar sus destinos. Las especies no existen. Y los seres humanos no son una
excepción.
Los seres humanos somos el ciego devenir evolutivo. La idea
de que la humanidad se haga cargo de su destino sólo tiene sentido si
atribuyéramos conciencia e intención a la especie. La humanidad no es una
excepción: no puede modelar su propio futuro.
En realidad, la humanidad no existe. Sólo hay seres humanos
movidos por necesidades e ilusiones contradictorias y sujetos a toda clase de
trastornos de voluntad y juicio.
Los orígenes de la ciencia no radican en la indagación
racional, sino en la fe, la magia y el engaño. La historia de la ciencia
evidencia que los científicos han desobedecido muchas veces las reglas del
método científico. El progreso de la ciencia (y no solo sus orígenes) es el
resultado de actuar contra la razón.
“El cielo y la tierra
son implacables. Los seres de la creación son para ellos meros perros de paja.
Si los seres humanos perturban el equilibrio de la tierra serán pisoteados y
abandonados”.
Gray nos dice citando a Schopenhauer: “Yo compararía a Kant con un hombre que tras intentar toda la noche
conquistar a una belleza enmascarada en un baile, cuando ésta por fin se
despoja de la máscara, descubre que se trataba de su mujer”. La esposa que
se hacía pasar por belleza desconocida era el cristianismo. Hoy es el
humanismo.
En los últimos cientos de años, la religión ha decaído, pero
nosotros hemos seguido obsesionados con la idea de imprimir un sentido humano a
las cosas. La actitud dominante ante la vida ha sido un idealismo secular. La
vida espiritual no es una búsqueda del sentido, sino una liberación de todo
significado.
Gray concluye: los demás animales no necesitan propósito
alguno en su vida. Siendo, como es, una contradicción para sí mismo, el animal
humano no puede vivir sin uno. ¿Tan inconcebible nos resulta que el objetivo de
la vida sea sencillamente ver?
Una idea central de John Gray es su juicio sobre el
progreso: “Existe la creencia de que la
vida humana mejora a medida que aumenta el conocimiento. El error no radica en
pensar que la vida humana puede mejorar, sino en imaginar que la mejora puede
llegar a ser acumulativa. A diferencia de la ciencia, la ética y la política no
son actividades en las que lo aprendido en una generación pueda ser transmitido
a un número indefinido de generaciones futuras: ambas son, al igual que las
artes, habilidades prácticas que se pierden con facilidad… Ninguno de los
pensadores de la ilustración imaginó el que la vida humana puede volverse más
salvaje e irracional incluso al tiempo que se aceleran los avances
científicos”.
© Filosofía Hoy
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