¡Felicidades! ¡No sólo por las fiestas de Navidad y Año
Nuevo, sino también por la ética periodística de Salta!
Porque desde la mañana de ayer ningún espacio de
comunicación pública le hiciera lugar a una supuesta y desgraciada situación
humana y política nacida en ninguna entraña propia o ajena de nuestros partidos
políticos.
Pero sí se tomó el trabajo de averiguar, en cada fuente, si
era o no era verdad el suicidio de un notable y respetado dirigente social de
todas las instancias contemporáneas del Partido Justicialista.
Veamos: El solo hecho de informar el mencionado rumor
lanzado desde el mismo vientre o de cualquier otra matriz política en pugna en
las próximas elecciones, hubiera bastado para generar, desde la lógica y
legítima tarea periodística, miles y miles de sospechas, desconfianzas, de
opiniones políticas, sociales y hasta de versiones humanas y familiares
enfrentadas.
Pero no. El flujo del debate corrosivo y putrefacto se
convirtió en higiene social, en negación de la imbecilidad política y/o
dirigencial gracias a la conciencia de la clase periodística que, lejos de
aprovecharse de las cosas que, hasta no hace mucho, se solía aprovechar,
arriesgó e investigó, sobre todo, decidió condenar la mentira a su propia
existencia.
La democracia tarda, pero avanza. Lo que no sucede no tiene
eco. Y esto nos llena de alegría a toda la libertad periodística.
¡Nuevamente, felicidades, colegas! La verdad nunca es vana.
Especial para
Agensur.info
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