Por J. Valeriano Colque (*) |
Causas “viejas” y
“nuevas”. Es muy común escuchar que el déficit fiscal es la principal causa
de la inflación. Sin embargo, no es el único factor y, a lo largo de los años,
su peso relativo ha ido variando.
Atendiendo a la teoría económica, la
inflación puede ser de tres tipos: de demanda, de oferta (o de costos) o
inercial.
En un principio (años 2005, 2006), el exceso de demanda
(exacerbada por distintos componentes pero, sobre todo, por el incentivo al
consumo privado) estuvo por detrás del inicio de este ciclo inflacionario que
ya lleva más de siete años por arriba de dos dígitos. En esos momentos, las
cuentas del Estado tenían superávit pero el gasto público y el crédito avivaba
el fuego del consumo de las familias (a la vez que subían las inversiones).
El tiempo pasó y los desequilibrios no se resolvieron:
siguió el exceso de demanda; el superávit se convirtió en déficit fiscal; y,
agotadas las otras fuentes, el Gobierno recurrió a la emisión monetaria para
financiarlo. En enero de este año, la devaluación le sumó un condimento más: la
inflación de costos. Este factor actuó de una sola vez (el tipo de cambio luego
subió menos que los precios). La fuerte devaluación le agregó unos 10 puntos
adicionales a la inflación de 2013.
En 2014, un año con recesión (y una fuerte baja en el
consumo ante el deterioro del poder adquisitivo de los salarios) los precios
siguieron subiendo a un escalón mayor al de 2013. Lo que está por detrás es
otra causa: ahora se pasó a la etapa de la inflación inercial.
Aunque los problemas fiscales y monetarios están en la raíz
del proceso, la inflación de 2014 no fue consecuencia directa de la emisión de
dinero (sólo 20 %) ni del déficit fiscal (que no logró revertir la caída en la
demanda agregada, por lo que no fue inflacionario: Unos 25 puntos se explican
por un proceso inflacionario y otros 15, por el traslado de la devaluación a
precios.
Luego de varios años de inflación comienzan a jugar un rol
clave las expectativas inflacionarias; por eso el ‘apretón’ monetario terrible
de este año no logró bajar la inflación. Asimismo, aumentó un 11 % la velocidad de circulación
del dinero y, el aumento de la brecha cambiaria (dólar oficial y blue) implicó
la fijación de precios al valor más alto, que luego no bajaron. Recién estos
últimos meses, la recesión está poniendo algún freno al crecimiento de precios.
La inflación se está morigerando no sólo por la recesión
sino por la decisión del Gobierno de usar el tipo de cambio como “ancla”
inflacionaria. La desaceleración es, en alguna medida, mentirosa: se basa en
seguir retrasando un dólar ya atrasado, que en algún momento se deberá sincerar
(lo cual recuperará la inflación. Haber pasado a una etapa inercial es un
problema adicional, ya que implica atacar otras cuestiones además de las que
estaban inicialmente en la raíz inflacionaria. Por ejemplo, las propuestas de
los presidenciables, o bien implican un riesgo de más inflación (fomentar
inversiones para aumentar la oferta), de más recesión (reducir el déficit
fiscal y la emisión monetaria, sin atacar la inercia).
En esta etapa, además de un fuerte cambio de expectativas
(algo que podría lograse recién con un próximo Gobierno) es necesario
coordinación y credibilidad en las políticas, para ir ajustando hacia abajo, en
forma paulatina y en el mediano plazo, el ritmo inflacionario.
La devaluación y la
inercia inflacionaria. Aunque la inflación siguió su marcha ascendente
durante 2014, este año se destacó por poner en primer plano a dos causas detrás
de la suba de precios: la devaluación y la inercia inflacionaria.
Estos dos factores dieron un nuevo impulso a la tendencia
alcista, pese a que otras cuestiones (que estuvieron en el inicio y la
profundización de la inflación) se morigeraron. Recesión, déficit fiscal más
moderado política monetaria más restrictiva no lograron contrarrestar el
impulso de los precios ni las expectativas crecientes.
Luego de un 2013 con una inflación en torno al 24 % (según
InflaciónVerdadera.com, que releva miles de precios online en forma semanal),
este año la suba del nivel general de precios pegó un salto en el primer
trimestre tras la devaluación del 23 % del peso contra el dólar en enero.
El cierre de 2014.
Mientras los números oficiales siguen sin ser confiables, pese a que mostraron
un principio de sinceramiento con el nuevo índice y el ministro de Economía,
Axel Kicillof, afirma que los precios subirán en torno al 24 % este año, las
estimaciones privadas arrojan valores mayores al 35 %.
El Ieral estima una inflación anual de entre 38 y 40 % y
otras mediciones realizadas por cuatro provincias (San Luis, Mendoza, entre
otras) tienen una estimación similar. El Instituto Argentino de Análisis Fiscal
(Iaraf) considera que los precios minoristas aumentarán 40 % interanual en
diciembre de 2014. En tanto, el índice congreso anticipa que 2014 cerraría
entre 36,5 y 37 %, al considerar que el ritmo comenzó a desacelerarse en
septiembre. Para Inflación Verdadera, los valores son más altos: noviembre
cerró con una suba de 41,8 % interanual, en los niveles más altos del año.
Tendencia para 2015.
Para el año próximo las visiones no son unívocas. La marcha de la inflación
(una aceleración o reducción) depende de numerosas cuestiones, aún no
definidas. Sin embargo, la mayoría de los economistas consultados coinciden que
el piso de arranque de 2015 es alto.
La inflación se aceleró a comienzos de 2014 por el traslado
de la devaluación a los precios internos y luego, bajó a un rango de entre 2 y
2,5 % mensual. Este ritmo sirve para anticipar 2015. Si no hay nuevas
devaluaciones, este ritmo implica una inflación anual de entre 27 y 34 %. Las
paritarias pondrán un piso al aumento. Dependerá de cómo se resuelvan y
evolucionen temas como paritarias e ingreso de divisas. Será elevada, en torno
al 30 %. Para algunos economistas, la inflación de 2015 tiene un piso de 35 %,
con un promedio mensual del 2,5 %.
Aún nada está
definitivamente resuelto para 2015
El gobierno de Cristina Kirchner está cómodo con un dólar
prácticamente quieto (8,56 pesos) y el control de las operaciones “contador con
liqui” y “dólar bolsa”, que frenaron la fiebre por el blue . El viernes cerró a
12,85 pesos, a 3,10 pesos del máximo del 24 de septiembre (15,95), con una
brecha de 50,1 %.
La estrategia de la dupla Kicillof-Vanoli se funda en volver
al endeudamiento (aunque no lo proclamen): swap con China (aportó más de 2.100
millones de dólares para que las reservas superen los 30.200 millones) y la
colocación de Bonar 2024 (por ahora sin mayor atractivo), y la privatización
del espectro telefónico 4G, además del anticipo efectuado por las cerealeras.
Todo esto a costa de sacrificar el nivel de actividad, que
caerá este año 2,5 % en relación a 2013. Para 2015, estudios privados mantienen
una baja en torno de 1 % e inflación por encima del 30 %. Seguirá la
estanflación.
La Argentina perdió competitividad; es una realidad, lo que
puede provocar efectos negativos por el atraso cambiario, el cepo, la
restricción de las importaciones y los costos de logística. El Gobierno debe
entender que el negocio de la exportación está ligado al de la importación. La
caída de las ventas externas desde las provincias exportadoras será de entre 20
y 25 % en relación a 2013.
Hasta fines de septiembre, se habían destruido 510 mil
empleos (450 mil de trabajo asalariado y 60 mil cuentapropistas), según datos
oficiales del Indec. Las perspectivas para el primer trimestre de 2015 están
por debajo de las de este año, según la encuesta empresaria de Manpower
Argentina. El consumo, incluido el de alimentos, caerá este año 1,5 % en
promedio.
El precio de la soja/mayo en Chicago cerró el viernes a 387
dólares. El petróleo WTI se desplomó a 57,43 dólares. En este escenario, el
balance exportaciones de soja menos importaciones de petróleo sería favorable
en 1.322 millones de dólares. Un alivio para las reservas y una mejora para el
déficit fiscal, que hasta octubre era de 74 mil millones de pesos.
El Gobierno ya decidió que la deuda es lo único que permite
financiar una transición sin un mayor ajuste del nivel de actividad. En
cualquier caso, la combinación de atraso cambiario y caída en las reservas,
lleva a una situación donde es probable la reaparición de la presión cambiaria
a medida que nos acerquemos a las elecciones y al cambio de Gobierno.
Aún nada está definitivamente resuelto para 2015.
(*) Economista
© Agensur.info
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