Por Fernando González |
Una de las lecturas más interesantes que tiene la
reanudación de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba es
la que debe hacer la Argentina. Entender hacia donde va América con esta
decisión histórica es una materia urgente para el Gobierno de Cristina Kirchner
pero, a esta altura de la transición del poder, es una plataforma de gestión
imprescindible para los candidatos presidenciales.
El aspecto más evidente es que la confrontación entre
capitalismo y socialismo ha tenido su acta de defunción. Y que la bandera anti
estadounidense, que levantaron Fidel Castro primero y Hugo Chávez, después se
ha desflecado inexorablemente.
Solo basta recordar que, además del Papa Francisco, José
Pepe Mujica fue uno de los partícipes del acuerdo al aceptar discretamente en
Uruguay a refugiados cubanos pocas horas antes de que la noticia se anunciara
ante la opinión pública.
El escenario que emerge detrás del acuerdo EE.UU.-Cuba es el de la revalidación
de las democracias americanas y el de la cooperación
continental.
Entre la gran potencia estadounidense y los países en busca del desarrollo del resto de América deben imperar de ahora en más la racionalidad económica,
la tolerancia geopolítica y el respeto a la defensa firme que cada nación haga
de sus intereses nacionales.
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