Por Román Lejtman |
El secretario general de la Presidente exterminó los
clásicos de la ciencia política moderna durante un largo reportaje que concedió
al diario Página/12, donde usó la noción de voluntad popular y su locuacidad
innata para defender la honestidad y la pureza política del gobierno. Aníbal
Fernández, el último puntero de izquierda de Cristina Fernández, bajó línea
sobre Amado Boudou, César Milani y Lázaro Báez con una lógica semántica que
hubiera aplaudido Fidel Pintos.
La delegación de la voluntad popular para administrar un
Estado no implica un bill de impunidad. Es una transferencia institucional ante
la imposibilidad de tener tantos mandatarios como ciudadanos tiene una sociedad
en un momento dado. La elección presidencial es un método para elegir un representante
en el Poder Ejecutivo y no significa un coto caza ilegal para los integrantes
de la fórmula triunfante en las urnas.
"Dirigentes de la oposición
le han pedido a la Presidenta que le pida la renuncia a Amado Boudou, que está
procesado en la causa Ciccone, entre otras. ¿En ese caso no corresponde?",
preguntó Sebastian Abrevaya, periodista de Página/12.
"Es un funcionario electo
por la voluntad popular. Cuidado con eso. ¿Hasta el momento, hay algún elemento
que le impida ejercer el artículo 57 de la Constitución que dice que él es el
presidente natural del Senado. No. La oposición ha querido hacer valer el
artículo 66 de la Constitución, pero ese artículo habla de senadores, y el
vicepresidente es un miembro del Poder Ejecutivo",
respondió el secretario general.
Aníbal F sostiene que Boudou está bajo la órbita de CFK.
Milani, como jefe del Ejército, también depende de Cristina. Entonces, si ambos
responden a las órdenes directas de la Presidente, no se entiende por qué
Milani puede ser echado por su futuro procesamiento y Boudou mantenido en el
cargo hasta que termine su mandato constitucional.
Esta contradicción en el argumento oficialista intenta
enmendarse apelando a la voluntad popular. Cristina K y Aníbal F saben que esa
voluntad popular revierte cuando sus depositarios traicionan el mandato
original. La Presidente y su Secretario han leído a los clásicos y no
desconocen que la ruptura del mandato libera a la sociedad y abre el capítulo
de la sanción para evitar que se repita la traición institucional.
Boudou traicionó a sus votantes y CFK debería ser fiel a sus
promesas, si no quiere parecerse a Carlos Menem, que en 1990 juró que lucharía
contra la corrupción. Cristina cree que Boudou es su última línea de defensa
legal y por eso sostiene a su Vicepresidente, que ya tiene dos procesamientos
por Ciccone y su auto trucho.
CFK comete un error táctico con Boudou: su futuro procesal
está más cerca de su socio Lázaro Báez, que la justicia federal investiga por
rentar habitaciones de los hoteles de la familia presidencial, en una supuesta
operación de lavado de dinero sucio. Báez sabe más sobre Cristina que Boudou y
su escueto pasado en la intimidad del poder.
"La sospecha de fondo es si
efectivamente el hotel de la Presidenta fue alquilado por el empresario Lázaro
Báez y sus habitaciones nunca fueron ocupadas",
comentó el periodista de Página/12 al secretario general.
"Vos podés alquilar una,
dos, tres habitaciones o podés alquilarle el hotel entero a un tercero que lo
explote. ¿Cuál es el problema? ¿Dónde dice que no se puede hacer eso? En ese
caso, ¿me tiene que preocupar a mí si el que lleva a la práctica ese fondo de
comercio tiene una, dos, tres, todas o ninguna de las habitaciones ocupadas?
No", argumentó el secretario general.
"El punto es que si nunca
fueron ocupadas podría entenderse como una suerte de devolución de favores", agregó el
periodista.
"Con ese criterio no podrían comprar pan para la
Presidenta porque si viene con un mignon de más es porque era para la
Presidenta", dijo el secretario general.
En la justicia federal creen que no se trata de panes ni de
peces. Piensan que será un milagro que Milani, Boudou y Báez puedan probar su
inocencia. Y aseguran que CFK, por ahora, se puede quedar con el mignon extra
que mencionó Aníbal F.
La Presidente, como cualquier simple mortal en la Argentina,
es inocente hasta que se pruebe lo contrario.
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