martes, 16 de diciembre de 2014

Axel, del retruco con el Bonar 24 al "vení chiquito"

Por Fernando González
Los estrellatos son así. Los fugaces y los extendidos. Como alguna vez fue Amado Boudou, hoy es Axel Kicillof el centro del humor presidencial. Él es quien monopoliza la atención de Cristina en cuestiones económicas y los empresarios suelen comentar que la Presidenta cita en términos textuales algunas ideas que poco antes le escucharon al ministro.

No es casualidad que el sábado pasado las cámaras de la cadena oficial lo mantuvieran en primer plano durante la mayor parte del acto oficialista en Plaza de Mayo.

De remera negra, Kicillof era quien aparecía en todo momento junto a Cristina. Pudo ser su semana perfecta pero el kirchnerismo jamás garantiza serenidad permanente. El ayudín heterodoxo del swap chino había permitido volver a superar los 30 mil millones de dólares en las reservas del Banco Central. Por eso, el Gobierno agregó una oferta para sumar otros 3.000 millones de dólares mediante el canje de Boden 2015 por el Bonar 2024. Una maniobra sutil para generar deuda casi sin emitir. "Le canté retruco al mercado", lo promocionaba Axel ante su gente de confianza.

Pero si aquello era retruco sin cartas fuertes, el mercado le cantó vale cuatro y apenas quedaron 286 millones de dólares en las arcas oficiales. Kicillof pagó la suma de no haber evaluado correctamente el criterio de los inversores externos. Eludió el resguardo de pedir un estudio de premarketing a algún banco amigo y el derrumbe del petróleo hizo el resto. Nadie estaba de ánimo en el mundo para traer dólares a esta Argentina en default. Y la jugada maestra para hacerle ole a los fondos buitres terminó con un gol en contra.

La patinada de Kicillof se celebró en algunos despachos de la Casa Rosada. Es que las envidias internas se van acrecentando a medida que se acerca el fin de ciclo. Y la Presidenta, se sabe, no es de las que dejan pasar los errores sin alguna señal pública. Antes de defenderlo a Axel el sábado, lo llamó al frente del escenario con una frase más dura que cualquier crítica. "Vení, vení chiquito...", le dijo, como si estuviera convocando al ahora célebre niño Casey Wonder.

Kicillof tragó saliva y soportó el gaste presidencial con entereza militante. Dos días después se sacó la bronca con el enemigo más fácil del kirchnerismo: la prensa. Ante una consulta en la radio ayer le pegó duro a El Cronista porque en la tapa consignamos que el Gobierno analiza programar otra emisión de deuda.

"Los argentinos estamos cansados de tanta mala onda y tanta mala leche, ver estas tapas de diarios enloquece. Son títulos repugnantes, estamos acostumbrados a las profecías de catástrofes que no ocurren", exageró el ministro. La noticia tenía su lógica y había surgido de las entrañas kirchneristas. Pero no importaba. En el juego del truco, el retruco y el vale cuatro, lo importante no es la mentira. Si no, apenas, que te la crean.

© El Cronista

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