Por Claudia Andujar
Dice David Kopenawa, chamán yanomami de la Amazonia
brasileña, en conversación con Joanna Eede, escritora y editora de la
organización de derechos humanos Survival International:
(Para los yanomami, cada persona tiene una “imagen-esencia”,
un doble llamado utupë, con el que está unida hasta la muerte. Un utupë puede
presentarse a sí mismo en forma de diferentes criaturas vivas, como un pájaro,
un mamífero o un insecto. También existen espíritus de árboles, de cascadas y de
la miel salvaje.)
Nosotros los yanomami
aprendemos con los grandes espíritus, los xapiripë. Aprendemos a conocer a los
xapiripë, a verlos y escucharlos. Sólo los chamanes, aquellos que conocen a los
xapiripë, los pueden ver, porque parecen humanos pero son tan pequeños como una
mota de polvo, y brillantes como la luz.
(Los chamanes yanomami inhalan el polvo de yakoana, que se extrae de la corteza del
árbol de la virola, para entrar en un estado onírico. El polvo se administra a través
de un largo tubo horoma, tradicionalmente hecho del tallo hueco de una
palmera). Así hacemos a los espíritus
bailar. Hay muchos, muchos xapiripë, tantos como estrellas. Algunos viven en el
cielo, otros bajo tierra y otros en las altas montañas cubiertas de selva y
flores. Llamamos a estos lugares sagrados “hutu pata”.
Cuando el sol está en
lo alto, los xapiripë duermen. Comienzan a aparecer al anochecer. Cuando
nosotros dormimos, ellos bailan.
Nuestros chamanes
saben que nuestro planeta está cambiando. Conocemos la salud de la Amazonia.
Sabemos que es peligroso abusar de la naturaleza y que cuando se destruye la
selva se cortan las arterias del futuro y la fuerza del mundo se evapora. El
cielo está lleno de humo porque nuestra selva está siendo talada y quemada. Las
lluvias llegan tarde, el sol se comporta de manera extraña. Los pulmones del
cielo están contaminados. El mundo está enfermo. La selva morirá si los blancos
la destruyen ¿A dónde iremos cuando hayamos destruido nuestro mundo? Cuando el planeta
quede en silencio, ¿cómo aprenderemos?
Los yanomamis
Por Survival
Los yanomamis conforman el pueblo indígena relativamente
aislado más numeroso de América del Sur. Viven en las selvas y montañas del
norte de Brasil y del sur de Venezuela.
Como la mayoría de los pueblos indígenas del continente,
posiblemente emigraron hace unos 15.000 años a través del Estrecho de Bering
que une Asia y América, y poco a poco fueron bajando hasta Sudamérica. Hoy en
día, su población total está en torno a las 32.000 personas.
El territorio yanomami en Brasil es de unos 9,6 millones de
hectáreas, dos veces el tamaño de Suiza. En Venezuela, los yanomamis viven en
la Reserva de la Biosfera del Alto Orinoco-Casiquiare, que tiene 8,2 millones
de hectáreas. Estas dos áreas juntas conforman el mayor territorio indígena
selvático del mundo.
Últimas amenazas
En la actualidad, unos 1.000 buscadores de oro que trabajan
ilegalmente en la tierra yanomami les transmiten enfermedades mortales como la
malaria y contaminan los ríos y los bosques con mercurio. Los terratenientes
ganaderos están invadiendo y deforestando la frontera este de su territorio.
La salud de los yanomamis se ve perjudicada y la atención
médica crítica no llega hasta ellos, especialmente en Venezuela
El Congreso brasileño está actualmente debatiendo una
proyecto de ley que, en caso de aprobarse, permitiría la minería a gran escala
en territorios indígenas. Esto sería extremadamente perjudicial para los
yanomamis y para otros pueblos indígenas remotos de Brasil.
‘La tierra es nuestro
patrimonio’
El chamán Davi Kopenawa Yanomami explica lo que significaría
para su pueblo el anteproyecto de ley sobre la minería.
Los yanomamis no han sido consultados adecuadamente acerca
de su punto de vista, y su acceso a información independiente sobre el impacto
de la minería es limitado.
Davi Kopenawa, portavoz de los yanomamis y presidente de la
asociación yanomami Hutukara, avisa de los peligros:
“Los yanomamis no
quieren que el Congreso nacional apruebe la ley o que el presidente la firme.
No queremos aceptar esta ley”.
“Nuestra tierra tiene
que ser respetada. Nuestra tierra es nuestro patrimonio, un patrimonio que nos
protege”.
“La minería sólo destruirá
la naturaleza. Destruirá los arroyos y los ríos y matará a los peces y al
medioambiente: y nos matará a nosotros. Y traerá enfermedades que nunca
existieron en nuestra tierra”.
Yanomamis aislados
Según han informado los propios yanomamis, ellos mismos han
avistado en su territorio a otros yanomamis aislados, a los que llaman
moxateteus. Se piensa que los moxateteus viven en el área con mayor
concentración de buscadores de oro ilegales de todo el territorio yanomami.
El contacto con los buscadores de oro podría ser muy
peligroso para los moxateteus y podría derivar en un violento conflicto. Los
buscadores de oro, además, contagian la malaria y otras enfermedades comunes
para nosotros, que podrían ser mortales para los moxateteus ya que no han
desarrollado inmunidad frente a ellas.
FUNAI, el departamento de asuntos indígenas del Gobierno
brasileño, ha enviado un nuevo equipo a la zona para averiguar dónde están los
moxateteus y cuántos son, tratando en todo momento de no establecer contacto
con ellos.
En palabras del chamán yanomami, Davi Kopenawa: “Hay muchos
indígenas no contactados. Yo no los conozco, pero sé que están sufriendo igual
que nosotros… Quiero ayudar a mis familiares aislados, que tienen nuestra misma
sangre. Es realmente importante para todos los indígenas, incluidos los no
contactados, permanecer en las tierras donde han nacido”.
© Claudia Andujar /
Survival
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