La idea es hacerlo el
17 de Noviembre en Mendoza. La pelea por
el vice como signo del momento.
Por Ignacio Fidanza |
La guerra fría que el peronismo mantiene con Cristina para
definir los términos de su sucesión, tendrá el próximo 17 de Noviembre la
primer parada fuerte.
Con la excusa de celebrar el Día del Militante, un grupo importante de gobernadores peronistas quieren enviar un mensaje claro: Nuestro candidato es Daniel Scioli.
Con la excusa de celebrar el Día del Militante, un grupo importante de gobernadores peronistas quieren enviar un mensaje claro: Nuestro candidato es Daniel Scioli.
La cita tendrá lugar en Mendoza y además del anfitrión Paco
Pérez, es posible que se acerquen –si no media algún telefonazo intimidante de
la Casa Rosada- sus pares de San Juan, José Luis Gioja; Jujuy, Eduardo Fellner;
La Rioja, Beder Herrera; Catamarca, Lucía Corpacci; Salta, Juan Manuel Urtubey
y Misiones, Maurice Closs, que proviene del radicalismo pero está bastante
integrado a la estrategia del peronismo, aunque a veces todavía le hacen sentir
sus orígenes.
El encuentro, convocado además para cumplir con formalidad
de la puesta en funciones de las nuevas autoridades del PJ mendocino que
encabeza Paco Pérez, fue diseñado en rigor para que Scioli se luzca como “el”
candidato del peronismo. De hecho, su competidor más firme, el ministro de
Transporte, Florencio Randazzo, sugestivamente todavía no fue invitado a la
celebración.
Quien si fue convocado es el gobernador de Entre Ríos,
Sergio Urribarri, que ya casi no disimula sus ganas de bajarse de la pelea
grande y aceptaría encantado una candidatura a vicepresidente de Scioli, que
además se la ofrecería aún con más entusiasmo.
Y no se trata de un detalle menor. La incipiente pelea por
la candidatura a vicepresidente de Scioli es un buen termómetro del fuerte
retroceso político del kirchnerismo que acaso para los distraídos todavía es
una fuerza avasallante.
Que implica la pelea por el vice
“Hace seis meses estaban para poner al emperador que nos iba
a gobernar por las próximas dos décadas, ahora se conforman con poner el vice”,
le dijo a este medio un ex gobernador que talla fuerte en el establishment
peronista.
Scioli tiene dos desafíos importantes para llegar a octubre
del año que viene como un candidato competitivo. El primero y mas obvio es ser
el candidato del peronismo –por primarias o por aclamación-; y el segundo acaso
más complicado, es evitar que Cristina lo rodee de impresentables electorales
que lo lastren como un peso muerto.
En ese sentido, algunos de sus consejeros le proponen darle
largas a la discusión del vice, para encontrar a Cristina con menos poder en el
momento de la definición. Y algunos más audaces le piden directamente
anticiparse. “Después de fin de año, anuncia públicamente que tu vice es
Urribarri”, le sugirieron.
Parece una concesión al cristinismo pero no lo es. En La
Plata no quieren ni que les mencionen la posibilidad de que Cristina le termine
imponiendo a Axel Kicillof como vice y a Máximo Kirchner como primer diputado
por la provincia. “Eso y decirnos que quieren que perdamos es lo mismo”,
sintetizan.
Lo interesante de la discusión es que grafica como el
peronismo vuelve a ensayar un cambio de piel, al mismo tiempo que intenta un
delicado equilibrio para reducir la influencia de Cristina sin desestabilizar
su Gobierno y apostando a capitalizar su todavía importante buena imagen.
Y esa es acaso la paradoja más dolorosa para el núcleo duro
del kirchnerismo: Scioli es el candidato oficialista que más se beneficia cada
vez que Cristina se recupera en las encuestas. Un fenómeno de vampirización
política que a esta altura de la jornada, los encuentra ya casi sin resto para
combatirlo.
En esta columna ya se había anticipado que si en algún
momento se iba a cristalizar una ruptura del peronismo con Cristina, este movimiento
nunca iba a ser explícito y acaso la manera más directa de expresarlo era hacer
un acto de los gobernadores con Scioli.
En política los deslizamientos más delicados rara vez se
enuncian. Sobra con los gestos.
Así, en este tiroteo con silenciadores que tanto entretiene
a los peronistas, el remplazo de liderazgo empieza a desplegarse. Corsi e
ricorsi de un movimiento dialéctico que está todavía lejos de su definición.
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